De regreso a casa

Efraín anudó la corbata de su uniforme de policía y se dispuso a salir.
-¿Regresas temprano? -preguntó su madre.
- Después de las 12, cuando termine el servicio.
-Cuídate; y de vuelta si encuentras a tu hermano por el parque, lo traes. Ahora le ha cogido con salir todas las noches.
Efraín partió a su rutina. Esta noche estaría solo, pues su compañero Luis estaba enfermo.
Recorrió la ruta asignada verificando que todo transcurría sin Inconvenientes. De repente el ambiente se agitó: dos personas perseguían un ladrón que acababa de realizar un asalto. Bajó rápidamente del vehículo y se unió a los persecutores, revólver en mano, y ordenó al hombre: "¡Alto en nombre de la ley!"
El ladrón lo vio de soslayo debajo de la media que cubría su rostro; apresuró sus pasos hasta encontrar una alta verja que se dispuso a escalar.
-¡Detente o disparo! -gritó Efraín mientras el hombre subía la valla con gran destreza. Buscando la manera de impedir que se escabullera, el diestro policía hizo un disparo que resultó mortal y el pillo se cayó al suelo.
-¡Rápido, ayúdenme a meterlo en mi carro! - solicitó Efraín y varios de los curiosos lo acostaron en el asiento trasero. "Parece muerto", opinó uno mientras el policía, sobrecogido por un presentimiento, partía hacia el hospital más cercano.
En el trayecto sonó su celular. "Si, mamá, casi regreso. Tengo una emergencia; después te cuento". -se oyó contestar.
-¡Acuérdate de procurar a tu hermano!
Aquella petición lo motivó a tomar la decisión. Quitó la máscara del rostro del ladronzuelo y visiblemente conmovido le contestó:
-Espéranos despierta. En unos minutos estaremos allá.

Alberto Vásquez.