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“Lucha y Vencerás”

RETRATO DE ABRAHAM


El hombre que venció a la adversidad.

Por Alejandra Correas Vázquez

¡Oh Ur !... tu pueblo vaga disperso... ¡Ur!

Eran muertos y no estatuas
cubriendo los alrededores
Los muros estaban partidos
En las altas puertas y caminos
hacinábanse los muertos
En las calles que antaño reunía
al pueblo, en sus festejos
reina ahora la desolación
Los cuerpos cubren calles y caminos
Allá en las praderas donde danzaban
amontonábanse ahora los muertos
La sangre llena las acequias
como el metal cubre al molde
Los cuerpos ahora se disuelven
cual manteca expuesta al sol

(año 2.006 A. C. – tablilla cuneiforme)

1 - PROEMIO

Tuvo gran repercusión para Europa y Occidente en su devenir histórico, el desprendimiento migratorio desde la antigua Caldea, producido de forma imprevista en el año 2006 a. C. Hecho dramático ocasionado por la invasión sorpresiva de bárbaros preculturales, quienes asolaron esta nación en forma salvaje. Los descendientes de aquellos fugitivos que abandonaran su solar natal devastado, iban a constituir más adelante un sinnúmero de naciones semitas repartidas por el Medio Oriente.

Hasta nuestros días dos importantes comunidades: la hebrea y la árabe, se relacionan con este hecho siguiendo el texto bíblico. Pero hay que separar mitología de historia, pues el pueblo que conocemos como “semita” (por Sem hijo de Noé) constituía ya en el 3.000 a.C. una civilización de gran importancia repartida en tres naciones: Mesopotamia, Valle del Indo y Egeo.

La característica central que unía a todos ellos, de carácter antropológico, era el cráneo dolicocéfalo estudiado por Stuart Piggot, quien lo llama “cráneo mediterráneo” y lo ubica en una línea continua desde la India hasta España. Este autor escosés se ha especializado en las ciudades del Valle del Indo: Mohengo Daro y Harappa, desvastadas a ras del suelo por las mismas hordas de arios preculturales que cayeron sobre Caldea.

De Caldea (Mesopotamia) va a partir en exilio en el año 2006 a.C. una importante emigración debido al vandalismo que fuera sometida su región por bárbaros arios llegados de improviso. Y aquí aparece el primer personaje real de la Biblia: Abraham.

Más adelante, los judíos a partir de la Edad Media (expulsados de España) iban a tener un protagonismo destacado en los países europeos. Mientras que la cultura árabe impuso sellos importantes a través del al-Andalus (emirato de Córdoba y reino de Granada) lo cual permitió a los europeos salir del obscurantismo medioeval.

Por ello mismo es interesante retrotraernos a sus comienzos. A sus primeros pasos. Al inicio de esta etnia urbana, antes de su emigración masiva desde Caldea. La cual como todas las diásporas tuvo su origen en un sitio especial y bien definido: la ciudad de Ur de los Caldeos o Ur Kashdim, la capital de Sumeria.

Las tablillas cuneiformes de Caldea, y principalmente de Ur —la ciudad de donde procedía Abraham— nos asombran por sus conocimientos, sus avances, su bellísima literatura poética y teatral, su bella escultura. Y dentro de ese esquema también se destaca con gran énfasis, la ciencia que practicaba el ciudadano caldeo al que conocemos con el nombre de Abraham: la Astronomía.

Nació en la paz de una ciudad culta —Ur— y habíase preparado para estudiar las estrellas (dice Flavio Josefo) con sapiencia y paciencia mirando al cielo, para vivir de este modo un tipo de existencia totalmente distinto al que el devenir iba a colocarlo. Nunca hasta su madurez este paciente astrónomo de la más bella ciudad sumérica, hubiese imaginado que su mundo trastocaríase de improviso, cayendo en ruina, por acción de los bárbaros en el año 2006 AC… Tal como dos mil años más tarde la misma horda caería sobre Roma, y con el mismo ímpetu destructor.

Sumeria no era una nación guerrera y aún menos esperaba la horda indoaria (precultural) que iba a convertirla en ceniza. Como dijo el poeta súmero, sus invasores eran: “Un pueblo que no conocía habitación”. Es decir, un pueblo nómade que vivía en carpas y no edificaba casas.

Antiguamente en Oriente las familias sacerdotales eran hereditarias y las ciencias propiedades de ellas. Nos dice Flavio Josefo en sus “antigüedades judías” que Abraham era un astrónomo en Ur, y por lo tanto debemos deducir que pertenecía a un templo. Con su nombre de cofrade Abram sale de Ur y va a Harrán (prisionero de los invasores). Este capítulo no está aclarado en el texto bíblico, pero sí en la arqueología. Los hurritas (etnia aria mitania) fueron los invasores y saqueadores de Ur que se llevan a Abraham con ellos, como un tesoro importante de su pillaje.

Pasado el tiempo, nuestro personaje huye de ellos y sigue errante por Palestina (Canaán). Más adelante entra y sale de Egipto donde hay registros de otros importantes refugiados como el rey Ibsha (con su pueblo completo en la dinastía XII) quien logra la protección del Faraón Amenemhat, el cual sería el mismo que aloja a Abraham en calidad de protegido.

Pero más tarde todo cambia para él, en forma benéfica, superando esos sinsabores del comienzo. En Génesis 27:5 recibe otro nombre: Abraham. Y cobra a partir de allí un destino muy distinto, pues se convierte en conductor y cabeza de una Grey (tanto hebrea como árabe) :

“Porque te he puesto por padre
de muchedumbres de gentes”.

Este ascenso es propio de un grado sacerdotal. Antes era sólo un cofrade en su tierra natal. Ahora en el exilio es un Sumo Pontífice, de allí el cambio de nombre.

Hasta aquel momento la persona más destacada de esta familia había sido su hermano Arán en Sumeria, a quien habíasele hecho un monumento en Ur. La estatuaria civil mesopotámica (caldea, sumeria) es muy abundante, referida a personajes políticos de importancia, y en mayor medida que la estatuaria religiosa. Los sumerios eran hombres modernos en un amplio sentido, racionales como el habitante de hoy, con conceptos civiles bien marcados. Gudea es su principal rey legislador, hay hermosas estatuas suyas. Son los hombres públicos sus favoritos y no dan tanta importancia a los dioses como otros pueblos antiguos. Esto es muy importante para los comienzos de una comunidad semita como la judía y la árabe, que serán monoteístas a ultranza y no harán imágenes a Jehová o Alá.

Se ha definido que las comunidades hebrea y árabe (cuyo antepasado común es Abraham) son de raza “semita”. Pero sus primeros pasos aparecen entre un pueblo no semita (los súmeros, blancos y de ojos muy azules) quienes vivían en el sur de Mesopotamia, el actual Kuwait. Al norte mesopotámico estaba Akad (o Agadé) que era, sí, un pueblo realmente semita quienes se autollamaban los “cabezas negras” o sea morochos. Pero podemos ver que el rey Sargón de Akad formó la federación de Sumer-Akad que estaba constituida en una sola nación para el año 2006. Ello justifica que una familia semita viviese en Ur.

Arán como leemos en “Antigüedades Judías” fue sin duda un personaje real de gran poder político. Tampoco ese nombre aparecerá en inscripciones cuneiformes de Mesopotamia, porque es también de cofradía. Hay que pensar que la Biblia era un documento privado hasta que lo hizo público Ptolomeo al integrarlo a la Biblioteca de Alejandría.

Abraham fue un elegido por el destino. Debía cumplir la misión salvadora de una comunidad. Colocado al principio en la ciudad más pacífica y hermosa de Sumeria, fue arrancado de allí de golpe, de improviso, para imponerle condiciones muy adversas donde: “La sangre llenaba las acequias como el metal cubre al molde y los cuerpos se disuelven cual manteca expuesta al sol”. Nada hay más aterrador que estas “Lamentaciones” súmeras sobre las ruinas de Ur.

A partir de allí y contemplando su ciudad devastada, su solar natal desangrado, rehén de los invasores, él tuvo que remontar un largo camino para salir exitoso en la vida. Tal como logró hacerlo. Pudo haber fracasado, pero en cambio revirtió toda esa circunstancia dramática a su favor.

Fueron presentándosele desde ese momento en forma encadenada, duras pruebas de las que se sobrepuso con éxito. Abraham, desde Caldea hasta los rincones más lejanos y difíciles en su curso de vida, sorteó obstáculos múltiples. Deportado. Exilado. Errante. Buscó el pan que al nacer tenía en abundancia. Y llegó a capitanear un exitoso ejército bien pertrechado con el que presentó combate, unido a otros reyes orientales, contra los jefes bárbaros (todos ellos identificados por la arqueología actual). Y finalmente se instaló en Damasco …¡Como gobernador…! (Flavio Josefo).

Todo su escenario vital y pleno, lleno de emociones, tiene una clara atmósfera de realidad confirmada por la arqueología. Tal como fue la trágica circunstancia que padecía el Medio Oriente en aquel siglo, sometido a sucesivas invasiones bárbaras. Posee un correlato de veracidad al compararlo con los sucesos históricos del segundo milenario a.C. que se sintetiza en el adagio siguiente :

“Lucha y Vencerás”.

2 - UR KASHDIM


Ur Kashdim, Ur de los Caldeos, existió. La rescató del tiempo, los escombros y el olvido la eminente labor de Sir Leonnard Woolley, con una paciencia minuciosa a comienzos del siglo XX.. En ella, su nunca olvidada ciudad, colocaron los escribas hebreos su simbólica genealogía (Gen. 11:28). Todos estos pasos pueden ser seguidos históricamente. Los procesos arqueológicos tal como se presentan en los últimos descubrimientos, registran la huella de esta ola emigratoria. Corrían los años posteriores al 2006 A. C. (fecha de la destrucción de Ur) cuando todo el Medio Oriente era una gran llamarada. ¡Los bárbaros han llegado!... Algún día también llegarán a Roma.


Escapándose de los episodios mitológicos puros que encierran los primeros capítulos del Génesis, nos encontramos en Gen. 11:28, con el primer dato histórico que penetra ya, en el terreno de los hechos vivos. Se nos habla allí de la familia de Taré, padre de Abraham, que vive en Ur de los Caldeos o Ur Kashdim y comienza a relatarse a partir de allí en el texto bíblico, una historia doméstica y familiar.

Pero lo importante aquí es Ur, la ciudad devastada por los bárbaros cuyo pueblo pasó de sedentario y civilizado a “vagar disperso”, como dijo el poeta súmero. Una diáspora legítima. Un peregrinaje nómade por todo el Medio Oriente en aquella gran diáspora de los semitas “cabezas negras” quienes fueron los únicos sobrevivientes caldeos (akadios) ya que el pueblo súmero de ojos azules hace “mutis por el foro” a partir de ese momento clave. Es exterminado.

Son de ellos sin duda —los súmeros— esos cuerpos yertos y mutilados que cubren las acequias, pues nunca vuelven a reaparecer como raza, como etnia. Aunque trescientos años después Hammurabi se autointitule como “rey de Sumer-Akkad” en realidad para esa fecha no hay más sumerios y nadie habla ni escribe su dulce lengua.

Como miembro del grupo semítico de Caldea (Kashdim), la familia de Abraham hijo de Taré, era de nacionalidad akadia. Esta es su realidad histórica desprendida de todos los intereses políticos que vinieron después, con los nuevos nombres que fueron recibiendo. Aquellos hombres que habitaban en Ur de Caldea y que la Biblia nos entrega en el capitulo 11 del Génesis, son históricamente hijos de Akad, el reino del norte, semítico.

El peregrinaje obligado desde el Éufrates, hacia la zona de Palestina (Canaán), impulsados por una dolorosa invasión extranjera a sus lares, les dará con los milenios otra nacionalidad y otro nombre, que todavía por entonces no había nacido.

3 - DIÁSPORA AKADIA

En “Antigüedades Judías” Flavio Josefo nos entrega una biografía mucho más detallada de Abraham que la bíblica, la cual se conecta dando mayor claridad a los hechos, con los sucesos políticos del momento. No es que el texto bíblico deforme ninguno de los hechos, sino que como acontece en la mayor parte de sus crónicas, prefiere olvidarse de detalles precisos, históricamente importantes para nosotros. El esquema que nos presenta el Génesis es excesivamente escueto. El de Josefo amplía muchas cosas.

Son importantes los tiempos históricos en los cuales se sitúa la familia de Abraham y su abandono de Ur. Como tantos otros caldeos que emigraron de Mesopotamia frente a la invasión devastadora (con padres, hermanos, mujeres, sobrinos e hijos) exactamente igual que el resto de los mesopotámicos, ellos deben exilarse. Es la realidad cruda y cruel de esta familia patriarca del Génesis, con su asiento histórico original, cuando hace su aparición viviendo en Ur antes del 2.006 a. C. No cabía otra alternativa que dejar atrás el amado solar natal convertido ahora en ceniza.

Su partida inesperada es una consecuencia de la destrucción de Ur y de toda la civilización súmero–akadia, por obra de las feroces hordas indoarias. Las cuales son precivilizadas en su presentación, violenta e inusitada, ante la historia, semejante a los bárbaros que invadirán Roma 2.000 años después. La historia se repite. Pero ellos cambian al entrar en contacto con pueblos civilizados. Tienen la facultad de aprender y aceptan instruirse. Los arios que van a conformar el modelo de civilización moderna de nuestros días, con todos sus éxitos, comienzan por ser salvajes. Su capacidad de evolución será admirable a partir de allí.

Hace unas décadas Woolley y Diakonof, mantuvieron una áspera discusión (publicada) sobre si Abraham fuese o no, algo más que un personaje legendario. El positivismo también comete irregularidades, cuando desecha las tradiciones de los pueblos, como valores perimidos. Pero hay algo evidente que no tiene posibilidad de rechazo: todo el peregrinaje de Abraham desde Ur hasta Egipto, es el camino que siguieron históricamente los fugitivos de Mesopotamia a partir del año 2006 a. C, fecha de la destrucción de Ur.

Expondremos sus palabras que como excavador de Sumer, llevan una ventaja mayor que las nuestras. Dice Woolley:

“No sostengo que la tradición hebrea sea impecable, pero estoy convencido que tiene una base histórica. Creo que Abraham es una confluencia de por lo menos dos (o probablemente tres) individuos históricos; aún concediendo esa (muy comprensible) confusión lo probable es que los incidentes relatados sean verídicos en general; algunos de ellos reflejan de hecho las condiciones contemporáneas con tanta exactitud que no pudieron haber sido inventados en una fecha posterior, cuando estas condiciones ya no existían”.
(Woolley - UNESCO)

Luego de transcribir este párrafo tan bien delineado, debemos aclarar que la peregrinación de Abraham desde el río Éufrates hasta el río Nilo es la misma que siguiera Ibsha, personaje absolutamente histórico. Un príncipe del desierto (Jeka-Jast), quien acompañado por una lujosa comitiva bellamente ataviada y con ricos regalos, solicita al faraón Amenemhat II asilo político ¿Trataríase de una misma persona? Decir esto es demasiado aventurado. La coincidencia que los une es que en la corte de este faraón por el cálculo de fecha, se alojaron también Abraham y Sara … Al menos, debieron conocerse con Ibsha.

El pueblo rico y errante de Ibsha se traslada en masa, llevando mucho ganado caprino y es ubicado por el Faraón al centro de Egipto, en Medinet-Habu, próximo a Hermópolis, con documento de llegada pero sin dejar rastros de haber construido habitaciones. Ibsha llegó a Egipto y fue muy bien representado por los artistas del Nilo, llevando sus bellos caprinos cornados y tiernamente dirigidos por sus boyeros de esbelta prestancia. Visten con ropas coloridas (contrastando a los egipcios siempre de ataviados de blanco) y podemos recordar que más adelante Jacob confeccionará para su favorito José, un vestido de muchos colores. No tenemos pintura en Caldea (sólo escultura y relieve), por ello el friso egipcio colorido es de mucha importancia.

El año de 1925 a. C. Moret y Davy dan como fecha cierta de la caída de Babilonia en manos de los hititas. El desastre que esto produjo, ocasionó sin duda el refugio del rey Ibsha y su lujosa comitiva en Egipto, recibido con amplitud por el Faraón Amenenhat II. Lo que el cronista bíblico también registra como la llegada de Abraham a la corte egipcia. Falta todavía más de un siglo para que Hammurabí recobre Babilonia, recupere el Medio Oriente, imponga sus leyes y su drástica justicia.

Según Robert St. John los cananeos llamaron a Abraham, Ibri, y a su tribu nómade “Ibrim”. El significado de dicho término seria : “allende la otra orilla”, porque habrían venido del otro lado del río Jordán. El sostiene que de Ibri, pudo nacer la palabra “hebreo”.

En Josué 24:2 éste, en la despedida a su pueblo antes de morir les dice : “Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños”. En la memoria de los cronistas hebreos se guardaba hasta aquel momento (hacia el 1200 a. C.), el recuerdo de una cultura –de la que se separaron posteriormente– pero dentro de la cual tenían su origen. Es decir: Caldea.

Ur cae asolada en el año 2006 a. C. y el desastre barre a todos sus habitantes:

“Aquellos sus hermosos jóvenes que se ungían con perfumes ya hoy se han disipado”,

Así lloraron los poetas mesopotámicos. Dolidos. Esto nos recuerda en nuestra tradición castellana a las lamentaciones de Manrique cuando escribió:

“¿Qué se fizo el rey Don Juan? ¿Los infantes de Aragón qué se fizieron? ¿Qué fue de tanta beldad? ¿Qué fue de tanta ilusión como trujeron?”

Fue aquella una diáspora gimiente descripta en las “Lamentaciones ante las ruinas de Ur”, serie poética de una exquisita factura …Así murió Ur… Una columna de desterrados emigra entre cadáveres y polvareda. El pueblo gime atormen¬tado: “cuando las picas derribaron el muro y cuando dejaron un hacinamiento de ruinas”. Ha comenzado la gran dispersión de los semitas mesopotámicos.

Nadie sabrá ya más nada en adelante de los “súmeros”, esos compañeros históricos con los cuales los semitas akadios compartieron a la feliz Mesopotamia. No quedarán rastros de ellos. Ninguna señal hasta ahora visible. Sobrevivió sólo el pueblo akadio, y aquélla fue su diáspora. De esa masa humana asolada y desolada nacerán varias naciones con los milenios, una de entre ellas, fue la hebrea, otra de igual valor, la árabe.

4 -DEPORTACIÓN

El texto bíblico sólo recoge el hecho de esta imprevista partida de Ur, pero no las motivaciones. Las calla como callará en muchas otras oportunidades, dejando entrever lo suficiente como para que la arqueología completara el crucigrama.

El padre de Abraham –Taré– recoge a toda su familia y parte de Ur imprevistamente, en Génesis 11:31. Uno de sus hijos —Arán— ha muerto allí (Gen. 11:31). Según nos dice Flavio Josefo la partida de toda esta familia bíblica, se produce a raíz de la muerte de este querido hijo. La tradición bíblica deja a la vista una sola víctima de aquella depredación con multitud de pérdidas humanas. Esto no cubre el hecho real rescatado modernamente, pero nos deja la señal propia, donde un duelo es suficiente para dejar atrás a esa Ur ahora humeante. Calcinada. Devastada. Sin futuro. Llena de muertos.

Como buen escritor clásico Josefo es exacto y racionalista. Aplica la lógica y los simbolismos legendarios toman en él, un cauce explicativo. Al hacerlo nos entrega nuevas fuentes para completar la historia viva.

Este miembro que la familia ha perdido, nos dice Josefo, llamado Arán, era un personaje de importancia pública y se le había erigido un monumento Y si algo nos dejó esa bella cultura mesopotámica, son las espléndidas y refinadas esculturas representando a sus mandatarios. Resúltanos entonces de impacto pensar que uno de ellos, una de estas esculturas que hoy llenan museos, puede ser de Arán, en acuerdo a lo que sostiene sin preámbulos Flavio Josefo. Un personaje importante y con monumento, tan caro a esta cultura de Mesopotamia que dio más importancia al hombre que a los dioses en su arte escultórico. Esto es conocerlos bien de cerca. O con precisión.

O sea que Arán como dirigente de Ur fue sin duda defensor de su ciudad, muriendo en el sitio de Ur. Semejante a la muerte del rey Pedro II de Aragón defendiendo su ciudad de Toulouse ante las tropas que trajeron desolación y muerte de todos los albigenses. El autor clásico nos dice sin embagues: “como Tare (padre de Abram) odiaba a Caldea por la muerte de Aran, todos emigraron”. La conexión histórica es evidente. Aquel hermano de Abraham muerto en Ur y célebre en un monumento, personifica la destrucción de Ur y el asesinato de sus gobernantes, tanto como de sus habitantes.

Arán fue sin duda un político caldeo, una figura de la dirigencia. Como sucede en todas las conquistas, sea de Sumer–Akad, o del Incaísmo, o de las guerras medioevales, es la clase política autóctona la que paga con su vida los derechos del invasor triunfante.

Emigran del país arrasado, pero lo llevarán en sus venas como etnia semítica. Mientras que los súmeros en cambio, conviértensen para siempre en una raza extinguida. Flavio Josefo llamará al conjunto de estos “caldeos” cono “nuestros hermanos de allende el Éufrates”. Las variaciones religiosas en el siglo primero de nuestra era, no eran para este Fariseo (sacerdote de Judea) de gran importancia, sino la filiación de origen.

Llama la atención el exterminio completo del pueblo más antiguo (el súmero) logrado con tanta amplitud. Solo la paciente labor arqueológica descubriría cuatro mil años después, su brillante existencia.

Sigamos con Abraham y su etnia salvada: Emigración. Partida de Ur, ciudad en ruinas. El texto bíblico y la historia viva están de acuerdo en este estrecho desfiladero inicial. La diáspora y el progrom han comenzado. El medio oriente se puebla en aquel trágico momento de comunidades cultas y errantes, con un jefe fuerte y patriarcal, que pululan en todos los documentos encontrados.

Ahora bien, hasta aquí todo nos resulta de una claridad comprensible. Pero viene un enigma. En el Génesis 11:31, se dice que salió aquella familia de Ur en dirección a Palestina –o sea hacia el sur– y sin embargo fueron a Harrán que quedaba al norte. Hay una contradicción que encierra un enigma histórico. De lo que parece en sentido figurado, que la brújula o el sentido de orientación de esta comitiva estaba descompuesto :

“Salió con ellos de Ur de los Caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harrán y se quedaron allí”.

Pero resulta que este camino inverso los llevaba al corazón mismo donde vivía la horda invasora, a su asentamiento, pues los hurritas eran los maloneros invasores arios. En Harrán ellos estaban en la tierra de los depredadores del Medio Oriente, alojamiento que no pudieron elegir a plena voluntad, solamente como prisioneros…

Por lo mismo si tratamos de ordenar este texto bíblico en función de la historia nos sorprende, con duda y asombro, que un civilizado habitante de Ur como Abraham quien según Flavio Josefo era matemático y astrónomo —fama que tenían todos los “caldeos” en los tiempos clásicos de este autor— resolviese emigrar a las tierras donde tenían su campamento los feroces invasores indoarios ¡Imposible que ello fuera por su propia voluntad, como una autoflagelación! Era Harrán desde donde partieron los incendiarios de Ur, sus asesinos, la horda que los dejara sin hogar.

La familia de Abraham llegó allí, sin duda, deportada. No hay más que mirar con detenimiento un mapa y ver el largo camino de Ur a Harrán que, según parece, Taré, Abraham y los suyos emprendieron para descender culturalmente… ¡Es un capricho por demás extravagante!.

Mucho más cerca de una explicación lógica sería que estos patriarcas hubiesen sido llevados allí por la fuerza, como personajes destacados de sus conquistas. Un caso semejante al del mismo Josefo junto a los Flavios, quien de prisionero luego del sitio de Jotapata, pasó a integrar la Gens Flavia cuando la familia Flavia volvióse emperadora de Roma. Para transformarse más tarde en el erudito clásico que el mundo conoce, y además en un hombre muy rico. Es una posibilidad. Ya que en Gen. 12:5 se nos dice que en Harrán ellos habíanse enriquecido.

De hecho, los emigrados cuyo padre Taré muere en Harrán, vuelven a emigrar sin explicaciones históricas claras por parte de los escribas hebreos, quienes resuelven todo fácilmente dándole un giro religioso (Gen. 12). Los giros de esta índole no dan claves históricas y nosotros no logramos aclarar, qué hacían todos ellos en Harrán y cómo lograron irse de allí.

Dentro de una realidad posible en la historia viva, ellos en la tierra de los invasores sólo pudieron ser deportados a la fuerza, como cautivos. Cualquier akkadio de aquellos tiempos y en aquel lugar, sería allí un prisionero y no un refugiado. Pero de algún modo lograron destacarse entre los bárbaros, mejoró sus situación como sucedió en los cautiverios de Babilonia y Nínive, de modo que viviendo entre los hurritas hicieron dinero. Quizás actuaron como maestros. También los romanos “importaban” prisioneros griegos como pedagogos y administradores de sus bienes. Uno de ellos fue el destacado filósofo Epitecto.

El jefe comunal es en ese momento Taré, la persona diplomática que consigue mejorar la situación de este grupo humano (simbolizado en la Biblia como una sola familia). Incluso allí enriquece. Su muerte trae aparejada la necesidad de una partida inmediata de Harrán. Taré tuvo una actitud fatalista, aceptó al destino adverso, pero no así su hijo Abraham, el rebelde. A la muerte de su padre se niega a continuar en el cautiverio de Harrán, y esto se hace evidente más adelante en el futuro por la lucha que mantendrá en Palestina, contra todos los bárbaros arios, al frente de un ejército.
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…¡Y comienza una nueva diáspora para los fugitivos!...


5 - ORIENTE ARDIENTE

El Génesis bíblico destaca sucesivamente la siguiente síntesis: la partida de Abraham desde Ur hacia el país de los hurritas, luego su salida de allí hacia Palestina (tierra de Canaán), más tarde su llegada a Egipto alojado por el Faraón, y después su regreso a Palestina. A continuación viene un suceso histórico muy importante: su alianza con los reyes de Sodoma y Gomorra en guerra contra Tidal rey de Goim, donde se registra la primera presentación bíblica de los invasores arios, en calidad de tal, con su nombre propio y en acción bélica.

Los pasajes bíblicos de Abraham son claves verídicas sobre acontecimientos transcurridos a partir del 2006 a. C. en el Oriente Antiguo. Importan a la historia porque son parte de ella. Podríamos relatar todo esto en función de la arqueología pura, pero si nos valemos del texto bíblico es para señalar el equivalente con la memoria de los antiguos.

¡Oriente Ardiente!

El grupo devastador de guerreros bárbaros se ha dividido en cinco ramales. Son ellos : los mitanios que ocupan Harrán, los kasitas que caen también sobre Mesopotamia, los persas sobre Elam, los arios que devastan el Valle del Indo, y los Hititas de Anatolia. Este es un reordenamiento posible del proceso. Una forma de aclarar los aconteci¬mientos. Pero la verdad es que la anarquía resulta general.

Los guerreros nórdicos no eran ni mucho menos por entonces un cuerpo de ejército. Se asociaban, diseminaban —y confundían— buscando simplemente la presa a saquear. Vivían del robo, del esfuerzo ajeno. Tal como los maloneros ranqueles de Argentina en el siglo XIX. O como los piratas vikingos de los primeros tiempos. Los vemos aparecer y desaparecer en el relato histórico, tanto como en el bíblico.

Cazadores de bosques fríos, sin ninguna cultura para un existir civilizado, ignorantes de un vida sedentaria que les permitiera producción y habitación. “Un pueblo que nunca había conocido una ciudad”, como dijo el poeta de Ur. Jean Duché dice de ellos que ni siquiera supieron construir murallas. Sus castillos, en el caso particular de los hititas (enemigos declarados de Egipto), eran fortalezas indefensas según las analiza C.W. Ceram.

No tenían una organización de batallones y su guerra dura se amparó en la violencia pura, apoyados en una mayor estatura corporal y gran musculatura, sobre ciudades pacíficas que no los esperaban. Ni estrategas, ni conquis¬tadores. Hordas primitivas que bajaron de los bosques hiperbóreos por motivos todavía no establecidos hacia el 2006 a. C., muy probablemente a consecuencia de cambios climáticos. O sea por un enfriamiento del planeta, como tres mil años después sucedería con los vikingos al helarse Groenlandia y los fiordos noruegos, hecho que los impulsó a llegar hasta Vinlandia (América).

Se asienta ello además analizando su panteón mitológico, donde nos ofrecen una particular visión que los identifica con esta procedencia, muy extraña por cierto para el cálido Medio Oriente. Estos son sus mitos:

El granizo invernal. La tormenta. La neblina... Tales son sus dioses.

Su único conocimiento hasta aquel monumento consistía en la cacería para obtener alimentos, y en la vida al aire libre o en refugios naturales. De esta manera “cazaron” a los habitantes de Ur como en el caso de la familia de Abraham... Y los llevaron como presas importantes vivas, tal como hace modernamente con los animales interesantes, igual a piezas de colección para nuestros zoológicos.

Demolerán a Ur con las picas, pues desconocen la existencia de una habitación para el hombre. Lo mismo hicieron los arios sobre el Valle del Indo, como lo expone S. Piggot, donde las ciudades de Harappa y Mohengo Daro (las mejores de la antigüedad) sufren esta devastación para nunca resucitar. Aquellos rubios hiperbóreos irrumpen en sus vidas de golpe “como un huracán” (en palabras del poeta de Ur) provenientes de un estado neolítico, como cazadores primitivos salidos de un mundo precultural, que arremete en una cruel cacería de nuevo cuño :

“La caza del hombre”

6 – DIOS MARTE

Este fue el origen de la guerra. Su ingreso en la civilización tuvo el arranque inicial en aquellas bandas salvajes de hiperbóreos que ignoraban hasta las más simples y elementales formas culturales.

Ni la agricultura. Ni la industria. Ni la vivienda. Por lo que se desprende de ellos en el estado original que los encontramos, habían vivido hasta entonces en refugios naturales de cuevas, y matando para sobrevivir sin constituir ningún cuerpo de nación. Los últimos bárbaros que fueron los vikingos, explicaron al rey de Francia cuando invadieron Normandía, que eran todos iguales y no tenían jefe.

Era un contraste completo con la vida regular, urbana, tal como la entendían en forma cotidiana, sus victimas del Oriente Antiguo.

Las deidades únicas que ellos traen son de una pasmosa truculencia. En los hititas (o heteos como les llama la Biblia) su máximo tótem es “Nerik, dios hitita de las Tormentas”. Y en el Valle del Indo los arios que destruyen Harappa tienen a “Indra, el Destructor” quien es el gran héroe de esta epopeya hindú (estudiado por Piggot y criticado por él con sumo sarcasmo). El resto del panteón indoario tiene: Neblinas invernales y Granizos árticos.

Esa es sin duda su procedencia, lo que nos muestra una vida durísima. Adoptan los carros súmeros de labranza para transformarlos en carros de guerra. Los cuchillos para abrir surcos, para asesinar. Caen sobre la civilización del Antiguo Oriente, como el salvaje malonero ranquel del Cono Sur sudamericano en los siglos XVII, XVIII y XIX, el cual adoptó el caballo y armas de fuego para devastar empresas jesuíticas y ciudades argentinas, a las que hubo posteriormente que reconstruir (Río Cuarto, Pilar...etc.) robando ganado y mujeres cautivas.

Procedían a la captura de bienes ajenos transportables (la habitaciones las derrumbaban como dicen los poemas súmeros) y de este modo se posesionaban de seres humanos, objetos y ganadería. Esto es: un robo completo a estas naciones o de lo contrario la muerte total de toda una etnia (súmeros).

Se apropiaron también en ciertos casos del panteón de los vencidos, pero en una “confusa mezcla” según lo analiza Jean Duché. Es así que reconocemos poco a los originales, tal como ellos los transformaban. Superpuestas sobre ese descarnado primitivismo, las estructuras de los orientales oprimidos resultan grotescas e ingenuas.

Pero es ya el comienzo de su evolución como pueblo salvaje que intenta transforme en urbano, de lograr su superación. Es el modo como ellos —que aún son neolíticos indoarios— pueden realizarlo. Son torpes y primitivos, pero hay que reconocer que intentan aprender. Los milenios llevarán a esta etnia aria hacia la cúspide de nuestra cultura moderna.

Pero nunca más, desde su inauguración en ese lejanísimo siglo XX a. C., el saqueo y la cacería humana habrían de apartarse ya del concepto histórico. Lo hemos heredado. Lo continuarán: Asiria, Persia, Grecia, Roma (sin olvidar el propio “saco di Roma”), y modernamente vemos la destrucción de Cuzco y Tenochtitlán, más próxima a nosotros. Ya no podemos dejar de asombrarnos, pues aún en este comienzo del siglo XXI de nuestra era, la cacería humana fue expuesta al mundo recientemente en Sarajevo, Servia, Bosnia, Chechenia, Irak, Afganistán, Palestina.

Intelectualizado más adelante el concepto guerrero, tomará nuevos nombres: disciplina, estrategia, táctica, organización, etc. Pero su contenido sigue siendo el mismo. Ayer y Hoy.

Para establecer un contraste con el tiempo anterior al 2006 a.C. podemos exponer un análisis, donde las naciones victimadas nos ofrecen otro panorama de vida. Una vida urbana, con la presencia de elementos puramente defensivos. Ninguna nación oriental de la Edad de Bronce estaba preparada para atacar a otra. La más fuerte de todas ellas en este aspecto, en Caldea, fue Akad, a cuya etnia semítica pertenecían Abraham y familia aunque viviesen en la gran urbe súmera de Ur (atraídos sin duda por su importancia). Pero Akad era fundamentalmente una potencia comercial y su ejército constituía en realidad, una policía. Cada avance territorial de los akkadios establecía tratados comerciales.

Los reyes akkadios como Naramsin y Sargón confederaron las ciudades mesopotámicas en la corona de Sumer–Akkad. Su fuerza armada en este proyecto, era solamente una policía estatal y política para lograr la unificación. Protección a la que acudían en los momentos necesarios, a fin de asegurar la paz social, pero no estaban preparados para resistir el ataque invasor externo.

Esta unificación lograda bajo los reyes semitas akkadios hizo factible a Taré, padre de Aran y Abraham, establecerse en la ciudad súmera de Ur, donde se hablaba en un sistema bilingüe (dejaron textos bilingües en cuneiforme). El akkadio era la única lengua semítica escrita de aquel tiempo y debió ser la lengua de Abraham, ya que quedan también registros egipcios en akkadio, como la lengua internacional más extendida.

Las armas usadas en aquel tiempo reflejan esta misma característica. El arco figura en los primeros tiempos mesopotámicos, pero sólo en la cacería animal y no enfrentando al hombre. Las flechas de la tumba de Kalamdug, en Ur, son de uso deportivo y no armas de guerra. Los pueblos civilizados del Antiguo Oriente como vemos, diferenciaron la caza del animal a la caza del hombre.

Pero para los bárbaros y primitivos invasores indoarios, fue la misma cosa. El desorden que produjeron con sus incursiones salvajes, fue absoluto. Los restos arqueológicos de dejados con sus ataques están desparramados en una confusión completa, lo que implica la falta total de disciplina y hasta del concepto de conquista y estrategia. Para esto último se necesita un mínimo de culturización, que ellos estaban lejos aún de poseer.

En el valle del Río Indo se hallaron cadáveres degollados, junto a casas saqueadas, devastadas y abandonadas, sin usarlas. Estos bárbaros arios del grupo mitanio guiados por “Indra el destructor de ciudades” (¡Y bien que las destruyó!), dios demoledor evocado en el Ramayana y el Rig Veda, no podían explicarse para qué servían las paredes y los techos… Y como tal no los usaron. Así en el suelo, tras el atropello, fueron halladas las ciudades de Harappa y Mohengo Daro.

Eran hordas que aparecían, desaparecían y reaparecían como bandas fantasmas. En el Oriente Medio iban desde Anatolia hasta el borde de Egipto (quien siempre pactó con ellos). Kasitas, mitanios e hititas, los tres grupos principales. saquearán por ejemplo Babilonia en forma alternativa sin ningún plan político, únicamente por la codicia del botín momentáneo. Pero esto era más que suficiente para desalen¬tar a todos los orientales, quienes volcaron su mirada hacia Egipto como tierra civilizada más segura, haciendo que Ibsha y Abraham, jefes de comunidades culturales, pidieran asilo al Faraón al mismo tiempo… ambos a Amenenhat II.

Todos en conjunto, invasores e invadidos, esparciéronse por el Medio Oriente como una fuente de agua derramada sin orden fijo. Este es el misterio de las marchas y contramarchas de Abraham, que encierra en su persona el simbolismo de todo un grupo humano. Sus propios hijos Ismael e Isaac son figuras sintéticas. Pues si por ejemplo siguiéramos el texto bíblico letra a letra, día a día, año a año, entonces tendríamos que desde el 2.006 al 1.700 (fecha de José) habría cuatro únicas personas durante trescientos años, Abraham, Isaac, Jacob y José, lo cual es por cierto anacrónico.

Pero el texto bíblico nos da un detalle importante: Abraham se halla en Canaán (nación semita de cultura egipcia) entre sus tantas peregrinaciones, y cuando llega el momento de morir Sara, él la entierra en la heredad de Efrón heteo, en Génesis capitulo 23. De esta manera se analiza que las incursiones hititas desde Anatolia llegaban hasta Palestina.

Este grupo humano caracterizado en la persona¬ de Abraham, ha estado ya viviendo anteriormente entre los arios. Comenzando por los hurritas (rama mitania) y ahora lo vemos entre hititas. Con ellos convivieron en distintas ocasiones, pues David vencerá por medio de la astucia al heteo Goliat y también enamorará a la esposa de Urías heteo (Betsabé). Salomón será hijo de ambos y por lo tanto de una dama hitita. La documentación antigua como la prueba arqueológica dan un mismo resultado.

7 - GOIM

También encontramos a nuestro personaje como integrante de una curiosa guerra multinacional, que antaño entusiasmó a los exegetas a causa de que participaban en ella los reyes de aquellas ciudades deslumbrantes llamadas: Sodoma y Gomorra... Las cuales, sabemos, produjeron un delirio de siglos. Esta guerra es para nosotros uno de los más acabados puntales históricos de la Biblia.

La encontramos en el capitulo 14 del Génesis. Son nueve reyes. Una Enéada. Número simbólico entre los antiguos. Se han dividido en dos bandos. El primero de los bandos se halla compuesto por reyes arios (los invasores) y el segundo bando por reyes semitas que se rebelan contra la opresión de los primeros (o sea los invadidos reaccionan) y que son aliados de Abraham.

El antiguo ciudadano de Ur que estudiaba las estrellas, el matemático y astrónomo, se ha convertido ahora en un militar. Su gesta heroica lo llevará a vengar a Ur su ciudad de nacimiento, los largos años de cautiverio en Harrán, su peregrinaje incierto. Tiene sobre todos los otros orientales una ventaja mayor, pues Abraham conoce a los indoarios ya que vivió entre ellos como cautivo, ha padecido su vandalismo y debió emigrar de la bella Caldea hecha cenizas. Es la persona mejor preparada para enfrentarlos.

Esta filiación indoaria del primer grupo se establece en comparación con el texto bíblico y los datos aportados por la arqueología, en el análisis moderno. De estos reyes invasores el más sugerente es:

“Tidal rey de Goim...”

Y a quien en la traducción del hebreo al castellano, hecha por Casiodoro de Reyna (un rabino español emigrado a Inglaterra), que es la más antigua en lengua castellana (siglo XVI d.C.) se lo llama “Tidal, rey de naciones”.

Tengamos presente que la colectividad hebrea actual llama siempre “Goim”, a quienes no pertenecen a ella. Y por lo tanto es un buen índice para rastrear la nacionalidad de Tidal, al que podemos así identificar como uno de los primeros reyes hititas en contacto con los invadidos, el cual aparece en la lista de reyes del Imperio Hatti, (hitita-heteo) con el nombre de Tudhala. Podemos ver que son las mismas consonantes, tal como se escribe el hebreo o el árabe, sin vocales.

Puede decirse que para el cronista bíblico Tidal o Tudhala capitaneaba una coalición de bárbaros depredadores (eran Goim, por tanto no semitas) a los que Reyna llamó naciones. Este hecho ha llamado la atención de los investigadores y James C. Muir es muy preciso. Según él la toma de Babilonia por los hititas durante aquel período con todo su desastre involucrado, se encuentra detallada en las crónicas conocidas como Tablillas de Spartoli. En ellas encontramos la referencia buscada, con la presencia de tres reyes. A saber :

Thudula, Eri–Eaku y Kudur Lahamal.

A los que Muir ha reconocido en detalle como los bíblicos:

Tidal (Tudhala), Arioch (Eri–Eaku) y por último Chedorlaomer (Kudur Lahamal).

Quienes aparecen en el capitulo 14 del Génesis hebreo, como una coalición guerrera indoaria la cual según vemos siguió avanzando desde Babilonia hacia el sur, en su característico saqueo de acuerdo al texto bíblico:

“Tomaron toda la riqueza de Sodoma y Gomorra y todas sus provisiones y se fueron” (Génesis 14:11).

Los oponentes que se rebelaron contra la opresión de éstos, luego de 12 años de servilismo como dice el texto en Gen. 14:4, y que reciben la ayuda salvadora de Abraham, eran sin duda reyes orientales de su misma etnia, oprimidos y vejados. Y toda la narración describe un hecho que aconteció históricamente.

Podemos ver claramente que aquí aparece Abraham con gran fuerza y poder. Con un ejército. Además como jefe de una comunidad, al ser él un semita emigrado de Caldea. Participa de todos sus aconteceres y en este salvataje su figura se nos muestra con un valor político bien cimentado, pues finaliza la operación en Génesis 14:15, diciendo:

“y les atacó y les fue siguiendo hasta Hobah al norte de Damasco”.

Se ha convertido de este modo Abraham en un hombre de gesta, en un valiente guerrero a quien nada lo amedrenta. Atrás suyo quedó Ur en llamas, el pueblo extinguido de los súmeros que él vio en su juventud, su tierra devastada, sus casas y templos demolidos. Es un vengador. Se ha impuesto a sí mismo desalojar al invasor. Al depredador. Ya no estamos ante un personaje mitológico, sino ante un ser histórico que vivió con plenitud los acontecimientos de su tiempo y formó parte importante de ellos. Frente a estos datos debemos acotar que Nicolás de Damasco decía de él en su libro IV :

“Abram reinó en Damasco siendo forastero y habiendo llegado con un ejército de una tierra situada más allá de Babilonia que él llamaba Caldea”.

Este dato es de suma importancia, pues lo muestra como militar y general de un ejército, superando en gran medida el dato bíblico. El papel que encarna Abraham es heroico, meritorio, y a más de ello logra mantenerlo. Pues con su talento y valentía ha recuperado Damasco, trayendo a la vez un nuevo renacer de posibilidades para los acosados reyes de Sodoma y Gomorra, llamados en el texto bíblico Adma, Zeboim y Zoar (¿Dos ciudades y tres reyes?)

¿Qué eran estos reinos? Es decir Sodoma y Gomorra, tan misteriosos para los novelistas. Se parecen, al leer el texto bíblico, a grandes estancias ganaderas como las de Argentina, Uruguay y Brasil. Contienen inmensas haciendas y son presa fácil para los cuatreros de ganado: o sea los hititas. Se habla del riego y el pastoreo en las antiguas Sodoma y Gomorra. Su hacienda es fundamental.

Lot coloca tiendas en Sodoma lo que nos hace pensar en una comunidad mutable. Tiendas y ganados son transportables. El ganado bovino y caprino es el más corriente en el Medio Oriente y aparece en todos los textos. La cabra es muy típica de Caldea con muy bellas representaciones, incluso en oro. Y era sin duda ésta la ganadería bíblica, mencionada varias veces, la cual además es la más fácil de movilizar por los caminos, tanto como de ser víctima de la sustracción por aquellas hordas que nada producían y todo lo saqueaban.

Campos, vituallas, provisiones y ganado, son las pérdidas de estos reinos de Sodoma y Gomorra según el recuento que encontramos en el capitulo 14.

Estos grandes hidalgos ganaderos tienen, como en la nobleza campesina medieval, un representante que los nuclea: Bera, rey de Sodoma. Es el único de esta coalición oriental que entra en contacto directo con Abraham, pues su voz representa a los otros reyes como delegado. Bera es su jefe. Ahora ha vencido Abraham en el campo de batalla, quien a su vez se ha federado para este combate con tres preclaros “varones” de Amor (los amorreos) llamados: Aner, Eschól y Mamre. Lo que hace evidente que Sodoma y Gomorra no estaban bien pertrechadas y necesitaron el apoyo militar de Abraham.

Terminado el combate sale a su encuentro Bera, el rey de Sodoma, para hacerle una brillante propuesta. Pero ésta no satisface en absoluto a Abraham, aunque comprendemos que era lógica su proposición pues Bera quiere comprarle su ejército con el cual ha vencido a los hititas y pagárselo con ganado (Gen. 14:21). Lo que una vez más demuestra que Sodoma era una gran hacienda. Un trato comercial explicitado en estos términos debía estar muy bien pago, y además cubriría las necesidades de seguridad para aquellas regiones en constante peligro de bandolerismo.

Pero la negativa de nuestro personaje lo define como un miembro de la dirigencia. Abraham le explica que él no ha combatido por interés económico, sino como una consigna. Puesto que no es un mercenario :

“Que desde un hilo hasta la correa de un calzado, nada tomaré de lo que es tuyo, porque no se diga: Yo enriquecí a Abram”.

Quédanos claro, al no aceptar pago alguno, que nuestro paladín cumple con un papel político y militar de salvador de naciones atropelladas. De libertador de las mismas. Solamente le acepta al rey Bera comida para su gente y el pago para los que entre ellos, sí, son mercenarios. Como vemos en todos sus aspectos la historia relatada en la Biblia, que tiene por protagonista a la persona de Abraham, recoge los diferentes pasos y aconteceres de aquellos arrasados habitantes del Medio Oriente en el segundo milenario antes de nuestra era.

No en vano aparece por primera vez la palabra “Hambre”... que generan todas las guerras y saqueos. Cuando no se cultiva, cuando no se construye, cuando se huye. Siempre se alude al “hambre” extendido sobre las poblaciones saqueadas y que será el motivo del traslado a Egipto de la familia de Abraham, y más tarde la de su nieto Jacob cuando ya José sea Visir del Nilo.

En las dos oportunidades tenemos excursiones devastadoras de maloneros indoarios, que nada perdonan a su paso. Las fechas dadas para estos dos arribos bíblicos a Egipto son 1900 y 1700 a. C. En la primera fecha Babilonia es arrasada por los hititas, que llegan según el escriba bíblico hasta Palestina. Y en la segunda tenemos a los kassitas saqueando a su turno Babilonia. Con doscientos años de intervalo, los salvajes cuatreros preculturales hacen temblar el Medio Oriente.

Pero Egipto permanece a salvo.
8 - HAMBRE

Con Abraham el cronista hebreo nos entrega por primera vez la palabra Hambre: “Hubo entonces hambre en la tierra y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre de la tierra” (Gen. 12:10).

La Biblia menciona “hambre” como sujeto principal de ese momento en aquel escenario, al que hemos visto dramatizado. Es el escenario de las invasiones. La idea de por sí en cuanto a la falta de alimentos siempre dio una sugerencia trágica. Aún hoy. Pero los hechos resca¬tados del subsuelo arqueológico son aún más elocuentes ¿Cuál era realmente el “hambre” que existía en la Palestina del 2º milenario a. C.?

No solamente las ciudades diezmadas ofrecían su sombra tétrica de espanto, sino asimismo los campos, los rebaños robados, las plantaciones yermas y los cúmulos de cadáveres listos para el proceso de la peste.

Para ubicarnos con más soltura en este proceso, avancemos mentalmente hacia otros períodos históricos que se hallan más cerca de nosotros. En una similar y cruel destrucción por tierras europeas tenemos a: vándalos, visigodos, francos, hunos y vikingos. Con sus devastaciones, cadáveres, ruinas, cosechas destruidas, casas en llamas, templos arrasados y bosques quemados.

El cono sur sudamericano y en especial la incipiente Argentina del siglo XIX conoció los arranques vandálicos llamados “Malones” de pueblos preculturales, guiados por los caciques Cafulcurá, Catriel, Pincén, Namuncurá, Saldán… Hordas que nada perdonaban.

Y volvamos ahora al tiempo bíblico. La cruel descripción que el investigador escocés Piggot nos da sobre esa llegada violenta de los arios (grupo mitanio) al Valle del río Indo, es una muestra candente. Aquellas bellas ciudades olvidadas de inmediato por sus depredadores, deshabitadas desde su arribo, sin utilizarlas para nada ni siquiera para ellos mismos, ofrecían la confirmación más evidente de la barbarie bajo la pala del excavador que las rescató del pasado.

Los libros religiosos hindúes estudiados por Stuart Piggot como el Rigveda, el Bagabad Gita y el Ramayana son una descripción detallada de estos hechos con destrucción de diques y moradas, plagados de asesinatos supuestamente místicos y que el erudito escocés va colocando en su punto fijo sobre ese doloroso aniquilamiento de la civilización del Valle del Indo.

Hechos que los posteriores cronistas hindúes quisieron envolver en un halo religioso, pero que desmenuzados en la actualidad por los investigadores modernos, y con el aval de la UNESCO, cobran un sentido muy distinto.

Es la misma tragedia relatada por los poetas de Ur, con los mismos grupos de protagonistas y dentro del 2º milenario a. C. Es el escenario del exilio de Abraham con su comitiva errante. Es la antesala de Ibsha y sus ricos acompañantes antes de llegar a la corte de Amenemhat II quien los alojaría en Medinet Habu, cerca de Hermópolis. Sucesos aparentemente separados que llegan por distintas fuentes, pero que recogen una sola historia arqueológica abierta para nosotros, registrada en dolientes recuerdos por el cronista bíblico.

Los vínculos comerciales y culturales entre Mesopotamia y el Valle del Indo eran intensos y continuos. Compartían estrechas relaciones de identidad en algunos puntos específicos. Hay objetos de unos en las moradas de los otros. Sumerios, akadios y los habitantes urbanos de las ciudades del Valle del Indo, de aquella Edad de Bronce se correspondían en relaciones, visitándose continuamente, viajando intensamente, hasta que los bárbaros indoarios del 2006 a.C… los destruyeron, como dijo el poeta súmero:


“una horda llegando cual una tempestad”

Esta relación entre caldeos y los ciudadanos del Indo confirmaría la opinión de Clearco, discípulo de Aristóteles, que vinculaba al pueblo hebreo con los filósofos indios. Megástenes compartía la misma idea. El periodo clásico como vemos, aún retenía imágenes del pasado que la arqueología iba a rescatar con el tiempo.

No deja de ser curioso que en su Libro V, Tácito dejó escrito : “Cuentan que los judíos fugitivos de la isla de Creta asentaron en las últimas partes de Libia (norte de África) en tiempos que Saturno fue echado de la tierra por la violencia de Júpiter y obligado a dejarle el reino. Fúndase este argumento por el nombre siendo como es en Creta muy famoso el monte Ida (frente a Faestos) cuyos habitantes llamados Ideos, al uso bárbaro se llamaron Judíos”.

Debemos tomar este comentario como una tradición romana, sin olvidar que en esos tiempos en la zona helénica había grandes asentamientos hebreos, especialmente en Alejandría (latín: Judíos = Iudeos). Pero el dato de Tácito es muy importante porque evidencia que los tiempos clásicos retenían recuerdos del pasado.

Los akadios de Caldea, los egeos (cretenses) del Mediterráneo y los antiguos habitantes urbanos del Valle del Indo eran civilizaciones de un alto nivel, cuya cultura estaba ya bien establecida en el año 3.000 a. C. Sus logros y desarrollos les dan una perspectiva adicional. Además pertenecían a un mismo tipo racial de cráneo dolicocéfalo. Es una sola historia.

¡Pero todos ellos serían diseminados por el mundo!... debido a la barbarie vandálica del año 2.006 a. C… O a la erupción volcánica del mar Egeo, con un gigantesco Tsunami en la isla de Thera. Y ellos todos a su vez habrían de emigrar a Egipto por diferentes vías, en busca de refugio.

El Nilo, lejos de aquella penuria fue para estos fugitivos un nuevo hogar. Un oasis de paz. Una tierra nueva:

UNA NUEVA ESPERANZA

8 - El ELEGIDO


¡Todo sucedió como la ira de Júpiter! Desastres telúricos e invasiones salvajes. Pueblos errantes que de sedentarios se transformaron en nómades. Tal es el saldo con que se inicia el segundo milenario. Y ése es el escenario en el que debe peregrinar Abraham.

La geopolítica del momento es de una anarquía total. Nos encontramos con grupos masivos de orientales perte¬necientes a la etnia semítica, desparramándose por toda la costa mediterránea asiática e ingresando incluso en Grecia. Aumenta el número de cráneos dolicocéfalos en esta región. Pero tampoco el Egeo (lugar de refugio, cuando la invasión) es en manera alguna un lugar seguro y hasta parece que los “aqueos” —una tribu indoaria de menor cuantía como fuerza bélica— habrían aprovechado la oportunidad para robar las ciudades destruidas por la erupción. A su vez grupos de refugiados egeos (keftis-cretenses) se presentan en Egipto.

Bandas salvajes recorren Mesopotamia, Palestina y el Valle del Indo. Y por espacio de doscientos años todo se mantiene en el mismo estado caótico. Este desarrollo, que es totalmente arqueológico, ha sido también reflejado por el cronista hebreo que lleva a aquellos patriarcas desde la partida imprevista de Ur hasta el ingreso de José al Egipto, en un estado nómade de peregrinación permanente.

Por extraña paradoja los semitas no eran en su origen —cuando aparecen en el primer momento de su historia— una comunidad nómade. Estaban bien asentados en ciudades confederadas, con esquemas orgánicos, leyes, literatura, artes e industrias. Se transformaron en nómades cuando fueron arrojados de sus casas. A partir de allí el devenir les daría un cauce muy diferente.

Abraham como personaje vivo, es real y de su época. Puesto que es realidad todo su acontecer dentro del escenario que tocóle superar. En la dura circunstancia de tenerlo todo, perderlo todo y rescatarlo todo. No cabe duda que él fue un Elegido por el destino para sortear abismos de dolor, dejando tras de él a su estirpe viva, allí donde todo era muerte.

Los contemporáneos a los actores bíblicos son reconocidos por sus nombres propios dentro de la Historia ... menos ellos los bíblicos. Nadie se llama en esos tiempos en Mesopotamia, Palestina o Egipto : Abraham, Isaac, Jacob o José. Hoy sí son nombres corrientes. Cabe pensar que eran nombres de cofradía. Los cofrades cambian siempre su nombre público o civil, como ocurre con el Santo Pontífice de Roma, cuando en realidad han nacido con otro. Igualmente sucede con los monjes. El Pintor flamenco Van der Goes se llamaba como monje : Hugo.

Cabe pensar que ellos fueran las cabezas de una logia caldea sobreviviente a la gran extinción. Pues de pensamiento y mística trata siempre la Biblia, lo que les ha permitido trascender más allá de su etnia. Queda decir como síntesis de nuestro personaje, que Abraham fue un hombre que luchó siempre contra la adversidad: venciéndola. Sobreponiéndose a todo el caos circundante y saliendo vencedor de ese reto durísimo que le proporcionara el destino. Papel que corresponde a un verdadero…

ELEGIDO


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Texto agregado el 17-07-2014, y leído por 83 visitantes. (0 votos)


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