Profundas peticiones calladas
donde no terminan las letanías,
al cerrar mis ojos, mente abierta
para la oración inesperada,
nadie habla, solo el silencio y yo.

En el silencio está
el arrullo, las emociones
que el sueño ataca
y pierdo el estilo de la oración
tras no ser silenciosa,
¡Cuidado si duermo mis sentimientos!

Busco dentro de mí
al Dios verdadero,
contemplando en mi memoria
la cruz ensangrentada
o la resurrección y la gloria.

En el silencio
me encuentro con el Espíritu de Dios
que me escucha conversar,
es el poder de la alabanza,
fe y autoridad me fortalecen.

El murmullo me hace enmudecer
solo mi pensar
se queda pensante,
traspasa el ser,
pálpitos del corazón
que nacen del oleaje de los encantos divinos.

Perenne y serena
como el pajarito que canta
las melodías románticas en el medio día,
es la oración silenciosa.