Que me impide verte, me digo mientras reviso tus viejos mensajes.

Tal pregunta surge de mi alma y mente.

Te he buscado disimuladamente, ser que busca su esencia al pasar tu camino, tu calle; he querido obligar nuestro encuentro fortuito en tus rincones de locura y tedio.

Que me impide verte, pienso mientras contemplo el cielo y veo pasar nube a nube tu recuerdo.

La coraza de mi orgullo, maleza que destruye nuestro jardín de ilusiones, se malgasta en la humedad del tiempo.

Que me impide verte, me pregunto de nuevo al oír tu voz en el viento, en alguna canción que agrieta a pedazo la herida por dentro.

Pienso seguidamente en ser valiente, querer es poder dice la pueril gente, pero no puedo, me aterra: El veneno de un "no" en tus labios candentes, al adiós para siempre.

Y me vuelvo viejo, y el almanaque vuela como turpial naciente, la nostalgia compañera de mi muerte, me presta sus alas antiguas y fuertes, retándome a pensar en la hoguera de mis días: (con alas y libertad) que me impide verte.