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Solidaridad.
Cuento
Dedicado al general Luis Hernandez Oleaga.

El teniente Alcantara te ha cargado. No puedes dejar que él te vea. Así que desde que te dan un descanso, te debes esconder. O mejor, evadirlo.

Y esta es la razón por la que está en este árbol. Estás evadiendo una física o un traslado al lugar mas apartado del país. Ésta situación no la soportas más. En la noche se te aparece en tu dormitorio para levantarte y darte una buena física. Si hay una huelga, el nombre tuyo es el primero en la lista para ir de servicio. Y ni hablar de los miles de abajo y en pies que te ha contado el teniente Alcantara.

Pero la física no te preocupas. Te burlas de ésta. Por ser de los más actos te eligieron para ser parte el jefe de grupo del pelotón de reconocimiento. Además, tu disciplina es extraordinaria. No tiene forma para cuestionarte.

Y todo por la raso Martinez. El que ella se haya enamorado de ti a provocado que el teniente te odie con toda su alma.

Das un brinco al escuchar el nombre tuyo por las bocinas del batallón. -Lopez Jimenez favor de pasar po el ejecutivo-. Qué querrá el coronel Hernandez te dices mientras corre a su oficina.

Llegas a la puerta del coronel. Tocas y pides permiso para entrar.

- Respetuosamente Señor. pido permiso para entrar.
- Adelante Lopez.
- Coronel, en que le puedo servir.
- Lopez, vamos al grano. Usted le hizo algo al teniente Alcantara.
- No señor. A él le ha dado pa' mi.
- Lopez, algo le hizo usted.
- No señor. Lo que pasa es que a él le gusta la raso Martinez. Y a ella le gusto yo.

El coronel Hernandez se echa para atrás en el sillón y se ríe.

- A bueno... entonces es despechado que está el teniente. Mira lo que tengo aquí Lopez.
-Qué es eso señor.
- No te imaginas.
- No señor.
- El traslado tuyo para Higuey. Solo tengo que firmarlo.
- ¡Comandante!

El coronel Hernandez hace un movimiento y toma el micrófono. Llama a la raso Martinez.

- Adelante la raso Martinez. Favor de pasar por el ejecutivo.

Mientras tanto te mantienes en atención sin mover un músculo. La rabia te embarga. El coronel lo ve en tus ojos.

- No se preocupe Lopez. Eso es normal en la guardia. Tese quieto.
- Respetuosamente señor. Yo nunca he pasado palabra con ese señor, ni me le he negado en nada. Todas las órdenes que me ha dado la he cumplido.
- Lo sé Lopez. Usted es un guardia ejemplar.

En ese instante la raso Martinez pide permiso para pasar.

- Respetuosamente señor, la raso Martinez pide permiso para pasar.
- Adelante Martinez.

Al entrar en la oficina ella se sorprende al verte.

- Martinez, usted conoce ese guardia.
- Sí señor.
- A usted le gusta ese guardia.

Un silencio la embarga. Y moviendo la cabeza le dice que sí.

- ¡Ah recluta dichoso!

Al decir esto toma el traslado en las manos y lo rompe sin mediar palabras. El asombro se apodera de ti. Y dirigiéndose a ti te pregunta que qué piensas hacer. Le dices que nada. Cómo que nada te dice el coronel. Y tomando la cartera en sus manos te pasa 200 pesos y un pase de cortesía de un motel. No encuentras palabras para darle las gracias. El se ríe y te dice...

- Tómense el resto del día libre.

Sandy Valerio

Texto agregado el 07-05-2014, y leído por 89 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-05-2014 Jajaja! El final me hizo gracia. Está bueno el escrito. Sin embargo, tienes algunos pequeños detalles con algunas tildes en el verbo: Estar. Saludos. Cogito
 
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