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VALPARAISO DE MIL AMORES

Este puerto amarra como el hambre
No se puede vivir sin conocerlo.
No se puede vivir sin que nos falte
La brea el viento sur los volantines
Y el pescador de jaibas que entristece
Nuestro paisaje de la costanera

Hoy cuando cae el agua a cántaros desde el cielo, y que esta agua nuevamente moja a este puerto herido, donde el agua baja con la fuerza de la naturaleza, lava la tierra del cerro, lava las escaleras, y lava la cara de este Valparaíso, pero también la misma agua se lleva consigo a muchas casas y con ellas a sus habitantes, hoy fue el cerro Mariposa, también en la zona, allá en Los Molles, bello pueblo y balneario, lugar de claveles multicolores para exportarlos, allí aluvión, y este aluvión barrió con las casas de una población humilde, varios muertos varios desaparecidos, allí en Los Molles fue concebida mi Paula, como no querer a estos lugares si cada uno guarda un bello caminar.

Puerto de Valparaíso, no solo es geografía física sino también humana, de cerros quebradas, mujeres y hombres que en su conjunto hacen una ciudad inolvidable, Neruda le canta al relojero en su oda:

A DON ASTERIO ALARCÓN, CRONOMETRISTA DE VALPARAISO


Olor a puerto loco Don Asterio Alarcón es el antiguo héroe
tiene Valparaíso de los minutos
olor a sombra, a estrella, y el barco va en la ola
a escama de la luna medido por sus manos
y a cola de pescado que agregaron
El corazón recibe escalofríos responsabilidad al minutero,
en las desgarradoras escaleras pulcritud al latido,
de los hirsutos cerros: Don Asterio en su acuario
allí grave miseria y negros ojos vigiló los cronómetros del mar,
bailan en la neblina aceitó con paciencia
y cuelgan las banderas el corazón azul de la marina.
del reino en las ventanas: Durante cincuenta años,
las sábanas zurcidas, o dieciocho mil días,
las vejas camisetas, allí pasaba el río
los largos calzoncillos, de niños y varones y mujeres
y el sol del mar saluda los emblemas hacia harapientos cerros o hacia el mar,
mientras la ropa blanca balancea mientras el relojero,
un pobre adiós a la marinería. entre relojes,
Calles del mar, del viento, detenido en el tiempo,
del día duro envuelto en aire y ola, se suavizó como la nave pura
callejones que cantan hacia arriba contra la eternidad de la corriente,
en espiral como las caracolas: serenó su madera,
la tarde comercial es transparente, y paso a paso el sabio
el sol visita las mercaderías, salió del artesano,
para vender sonríe el almacén trabajando
abriendo escaparate y dentadura, con lupa y aceite
zapatos, y termómetros, botellas limpió la envidia, descartó el temor,
que encierran noche verde, cumplió su ocupación y su destino,
trajes inalcanzables, ropa de oro, hasta que ahora el tiempo,
funestos calcetines, suaves quesos, el transcurrir temible,
y entonces llego al tema hizo pacto con él, con don Asterio,
de esta oda. Y él espera su hora de reloj.
Hay un escaparate Por eso cuando paso
con su vidrio y adentro, la trepidante calle,
entre cronómetros, el río negro de Valparaíso,
don Asterio Alarcón, cronometrista. solo escucho un sonido entre sonidos,
La calle hierve y sigue, entre tantos relojes uno solo:
arde y golpea, el fatigado, suave, susurrante
pero detrás del vidrio y antiguo movimiento
el relojero. de un gran corazón puro:
el viejo ordenador de los relojes, el insigne y humilde
está inmovilizado tic tac de don Asterio.
con un ojo hacia afuera
un ojo extravagante
que adivina el enigma,
el cardiaco fin de los relojes,
y escruta con un ojo
hasta que la impalpable mariposa
de la cronometría
se detiene en su frente
y mueven las alas del reloj.


En medio siglo he regresado en varias oportunidades y por distintas razones a este Valparaíso, (Valle del Paraíso) la última vez andaba enamorado de lo que en esa época creí iba a ser el amor definitivo, solo que uno siempre que se enamora piensa en que será el que lleve a la unión eterna. Con el tiempo cambia su rostro Valparaíso o simplemente El Puerto, ya que en este largo Chile marino, el único lugar conocido como Puerto es Valparaíso, a sus habitantes se les llama "porteño/a" no es que sea el único puerto del país, en una costa tan larga como el mismo territorio, puertos hay de sobra y hoy sobran ya que no hay carga para otros lugares del mundo a no ser que sea madera hecha astilla, cobre o el territorio completo.
Si que hay, en el Norte, Arica e Iquique, mas Pisagua que fue puerto de embarque del salitre a fines del siglo 19 e inicios del 20, por su ubicación geográfica este Puerto pequeño, ha sido testigo de parte importante de la historia contemporánea de este país, allí, con los cerros que con una cara al mar y la otra a la pampa, desierto al norte y sur como el mar al poniente por ello de controlar Pisagua es tarea fácil, por tanto los gobiernos dictatoriales lo han destinado a campo de concentración, Pinochet siendo joven fue destinado a de jefe del campo de concentración, ahí debe haber aprendido su papel de carcelero ya que en los 70, nuevamente Pinochet ahora usurpador del poder destinó a este puerto a mismo, cárcel lo único que le aumentó sus usos ya que allí muchos fueron ejecutados trasladar a los presos políticos, en ocasiones los prisioneros políticos fueron dejados ahí en el pueblo, es posible que nadie se haya escapado ya que no hay donde ir a menos que sea el desierto, quien se interne en él se empampará falleciendo deshidratado.
Mas acá Tocopilla, Tal – Tal y Chañaral puertos en donde la cesantía es preponderante sus habitantes han embanderado de negro por que están condenados a morir de hambre, muere por que no hay trabajo en los puertos, solo embarque de cobre ya que el salitre no funciona, en la misma zona se construye el megapuerto de Mejillones. Antofagasta otro puerto grande, Caldera y Vallenar puerto para el embarque de hierro, Coquimbo, Los Vilos, hasta este puerto llegan los anchos ductos por los que bajan las toneladas de material del mineral Los Pelambres, no hay ningún tratamiento del mineral, solo la molienda, el cerro o los cerros transformados en lodo mineral, llegará directo al barco y de ahí a otros países para ser refinados, en Chile quedarán solo los hoyos tal como quedaron los cerros de Bolivia en las minas de plata de Potosí y también en Méjico. Mas al sur; Quintero aledaño a Valparaíso, San Antonio, San Vicente en Talcahuano, Lota, Coronel y Lebu en la zona carbonífera y maderera, Puerto Montt y la misma Punta Arenas, debe haber algún puerto que se escape, pero, con todos estos puertos, solamente los habitantes de Valparaíso serán porteños.

El Gitano Rodríguez en la misma canción y en su inicio dice:

“Yo nunca he conocido de su historia
un día nace ahí sencillamente
el viejo puerto vigiló mi infancia
con rostro de viva indiferencia
por que no nací pobre,
y siempre tuve un miedo,
Inconcebible a la pobreza”.

Mas tarde cuando ya su canción era cosa ya popular, dice el gitano, que a la pobreza no se le teme si no que se le tiene rabia, y diría yo, simplemente la pobreza se vive.
Si, por allá por 1540 llegó por mar en la Santiaguillo desde el Perú el capitán Juan de Saavedra y ancló en Valparaíso, no hay acta de fundación, este capitán figura como su fundador, así que no se sabe cuando nació como ciudad, solo se fue completando desde el plan hacia los cerros, a la bahía de Valparaíso comenzaron a llegar las mercancías desde Europa y de Valparaíso a Santiago en carretas arrastradas por bueyes, varios días demoraba el viaje hasta la capital del reino de Chile hoy solo una hora y algo por la carretera 58.
Valparaíso, Puerto o Pancho, son los nombres que se da a este lugar de tanto contraste, (soy de Pancho gancho dicen los porteños) ciudad de cerros, quebradas, escaleras, ascensores pasajes y vientos; hasta 44 cerros se contaron 1876, quedando en 34 en el censo de 1962, es que en el tiempo se han ido reduciendo por que alguno a llegado a ser parte de otro, (pueda ser que con este temporal no desaparezca algún otro) con las quebradas ha ocurrido lo contrario, de unas diez en 1860 ha llegado a las 30 en el 62, los cerros y quebradas, han sido bautizados de acuerdo a sus características, algunos hechos, o por sus propietarios también. lugar de cerros, Nicanor Parra en su defensa a Violeta dice “hundido para arriba”, sus habitantes viviendo colgados de las faldas de esos cerros o en las quebradas, las casas colgando afirmadas de un madero, desafiando las leyes de la gravedad; de las ventanas cuelgan los jardines, de sus pilares cuelga todo tipo de receptáculo en los cuales se han ido colocando las plantas, las que colorean el paisaje: de un tarro que llevaba leche están los proletarios cardenales rojos o blancos, los pensamientos multicolores de alguna bota rota, de la bacinica rota que guinda en la ventana cuelgan los verdes hijos de la mala madre, claveles blancos o rojos metidos en una batea sin que tenga otro uso que el de jardín, clavelinas o chispeantes rayitos de sol de alguna paloma de cerámica con muchos colores, algunos cactus de la zona en algún envase de alguna mercadería llegada de algún puerto del oriente, toda una mezcla de aromas y colores de plantas, flores y océano, a comienzos del otoño amarillearan o blanquearan las grandes alcayotas que crecen a la buena de Dios de manera silvestre en los cerros, esfera tan parecida a las sandías, de carne blanca e hilachenta, las que peladas y cocidas en almíbar de azúcar dará tan sabrosa mermelada a la que le colocarán nuez de algún nocedal de Los Andes o algunas almendras que antiguamente se dieron tan abundante en El Almendral, que debe su nombre a los almendros que sus primeros habitantes plantaron allí.
Así como cuelgan casas y jardines, en los patios de las mismas casas, de sus balcones, ventanas o techos flamean al aire y viento las ropas recién lavadas que ondean de los alambres de cada casa, el arcoiris multicolor es mayor aun, junto a las blancas sabanas, las camisas y camisetas, calzoncillos cortos o largos (matapasiones le llaman los antiguos) los calzones grandes o pequeños (pantys en otros lares, pantaletas o cuadros como también les llaman acá) también alguna media de seda o nylon, media que añora la mano tierna, hábil o torpe que la quitó la noche anterior de la suave pierna femenina para acceder a los placeres del amor.
He regresado a esta ciudad una y otra vez. Hace ya cuarenta años y alguito mas bajé por primera en Valparaíso, en tren fue este primer viaje allí en la estación del Puerto caí, mirando con ojos grandes el nuevo paisaje, saliendo de los oscuros y sombríos andenes de la estación está el mar, el sol de la mañana esta en su esplendor dando al mar ese brillo que logra tener en cualquier lugar del mundo, sol arriba, en los malecones cientos de gentes mirando o las lanchas que llevarán a los turistas a dar una vuelta por la bahía paseando por entre barcos de carga y los buques de la Escuadra, gritan los conductores de las lanchas ofreciendo su viaje de poco mas de 15 minutos, a un costado y por una veintena de metros los pescadores de jaibas, los mismos que el gitano dice que “entristecen el paisaje de la costanera” ya no entristecen han dejado de existir ya que la gobernación marina ha cerrado el acceso así que no tienen lugar para lanzar sus chinguillos para sacar ese tipo de cangrejo que llamamos jaiba los chilenos, ¿por qué llegué al puerto? Como tantos días o noches tuve que salir de vuelo a comprar la vida para el padre, allí a Valparaíso lo mismo, a comprar los elementos para que el viejo trabajase en Quilpué que en Chile es uno de los pocos pueblos en donde el microclima generado permite a los asmáticos un mejor nivel de vida, llegué esa mañana solo y tuve que buscar los lugares indicados por el rucio para comprar, así que desde el primer viaje lo recorrí solo, no es grande, el plan ahí en el puerto mismo son solo dos calles, las transversales son mas, una vez realizada la compra de regreso a Quilpué, antes si, el recorrido para conocer la ciudad, todo nuevo, ahí estaba la ciudad incomprensiblemente hermosa, hoy patrimonio de la humanidad por lo que los antiguos edificios y zonas no podrán ser demolidos para construir edificios de vidrio y metal, queda en pie muchos lugares para conservar, muchas calles están pintadas de variados colores, algo ha quedado y lo que queda hará que siempre siga siendo este puerto, plazas con sus verdes arboles sus siempre ocupados asientos, edificios terminados en punta cual proa de algún barco anclado y encallado. Alguna farmacia que pareciera salida de una fotografía del siglo 20 por allí por 1910 o quizá desde antes, en los anaqueles, aquellos productos que han dejado de existir hace tanto, afiches publicitarios grabados con el sistema de litografía aquella técnica que se hacía grabando primero una gran piedra lisa, Mejoral analgésico, “¿para el dolor de cabeza? Mejor mejora Mejoral, rezaba el aviso radial, aun lo utiliza el laboratorio, junto a la publicidad perdida en el tiempo, frasquitos de colores, azules o café que alguna vez contuvieron perfumes o alguna droga, “La plaza de la Victoria es un centro social, Avenida Pedro Montt como tu no hay otra igual” “ tus mujeres son lindas margaritas, todas ellas arrancadas de tu mar” dice la canción. Allí en la plaza Victoria cerca de la Catedral, en un costado de la plaza la Biblioteca Santiago Severín, en el año 75 sumergido en los archivos pude encontrar metido entre los de ciencias naturales, la Dialéctica de la Naturaleza de Engels y Materialismo y Empiriocriticismo de Lenin, curiosidades de la cultura de los censores que quemaron la literatura marxista.
En el puerto la Iglesia de la Matriz, fue la primera iglesia construida en la zona la que aun conserva sus rasgos coloniales, cuando se ingresa a ella pareciera que el tiempo se ha detenido, a su lado o cerca, la Plaza Echaurren. A Valparaíso también se ingresa por la Avenida Ossa que une al puerto con Santiago en el inicio de la subida o al final de la bajada se eleva otra iglesia que no recuerdo su nombre, pero dentro en su patio, “La Casa Maldita” cuenta la leyenda que hubo una pareja de jóvenes que un día se comprometieron a unirse en matrimonio, construyeron su casa, una mansión grande y la completaron con los muebles dejándola lista para ser usada por ellos una vez que el sacerdote bendijese la unión, la fecha fue fijada, previamente comenzaron a llegar los regalos, llegó el día en que el santo cura los uniría en sagrado vínculo, llegó a la iglesia la familia de la novia, la novia, padrinos y el pueblo de la zona, finalmente llegó la novia con su blanco vestido y esperó, pasaron los minutos, el novio no llegaba, las horas pasaban él sin aparecer, hasta que los padres de la novia se cansaron de esperar y cancelaron la boda, jamás nunca se supo del novio, la casa se cerró se le pusieron gruesos candados para no abrirla jamas, luego la mansión quedó dentro los terrenos de la iglesia, aún cuando hay gente que dicen que la Iglesia fue construida con los muros de lo que fue la casa embrujada, historias, leyendas hay en todo Valparaíso, las quebradas guardan sus embrujos, los cerros sus calles y ventanas no hay rincón del puerto que no tenga sus aventuras, hasta en la patria nueva patente de corsarios se le otorgó a algunos marinos de acá para hacerse a la mar y dar dolores de cabeza a la armada real de los reyes de España
He regresado una y otra vez, una y otra vez se ve el contraste de sus cerros, el mar siempre el mar, verde, azul o café en las tormentas, café por las toneladas de arcilla rojiza que baja desde los cerros, “y vino el temporal y la llovizna con su carga de arena y desperdicio, por ahí bajo la muerte tantas veces, la muerte que enlutó a Valparaíso” el gitano cantó al puerto en toda su magnitud sea en su grandeza como en su tragedia.



Texto agregado el 25-08-2004, y leído por 1411 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
11-01-2007 Se nota que eres un chileno de tomo y lomo,estas empapado del FLACO CHILE,conozco Valparaiso; leer tu narracion es dar un paseo por todo el puerto.Esa cancion del gitano del que nos entregaste algunas estrofas me produce escalofrios, no me lo se explicar, entrega la magia que solo los grandes pueden mostrar. Hay que inferir :Un amor en cada puerto?Te sigo. pantera1
23-08-2006 Valparaiso se desgrana sobre el litoral anegado en sebastianas, ascensores y palacios de colores. El mar allí es sólo un pretexto para que sus calles existan. Pienso que algún día se perderá en el mar para seguir existiendo... aukisa
17-08-2006 Es impresionante lo que nos dejas, como lo cuentas. No te escatimas en contarlo como es tu estilo. Llegué a Valparaiso un día de lluvia, llegué a un cerro llamado "Polanco". Nunca lo voy a olvidar, puesto a que allí vivía un gran amor. Unos compañero de universidad cantaban una canción que decía: "Valparaiso de mi amor". Allí vi con asombro, que los cerros tienen ascensores. Aqui en caracas se rien cuando uno les dice eso. Un gran abrazo de hermano y amigo. Estrellas por montones... bohemio5
26-05-2006 Precioso, invítame a conocerlo... ***** SorGalim
20-05-2006 ******** laquesoy
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