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LA CASA DESOCUPADA

“… Creo que esta será la última carta que voy a escribir… Como en las anteriores repetiré lo que me ha pasado acá…Espero que esta vez alguien la lea antes que se la lleve el viento o la encuentre otro cartero y me la devuelva …”
Nadie del barrio supo de antemano que esta casa quedaría completamente deshabitada. Aparentemente sus moradores la habían abandonaron en forma sorpresiva dejando la puerta de calle abierta de par en par. Yo y esos amigos de lo ajeno se dieron cuenta enseguida, lo sé porque en una de aquellas noches los vi merodear sospechosamente y que finalmente entraron ahí… Al otro día denuncié esto en la comisaría, pero la única respuesta fue que ellos no tenían anuncio previo de ninguna mudanza, y que tampoco les correspondía averiguar porqué motivo abandonaron el lugar. Entonces menos en custodiar esa casa y aprehender a sus saqueadores, me dije…Y las cosas seguían así, hasta que un día me animé a echar un vistazo por esa puerta, mejor dicho desde la abertura que quedó porque al momento ese cerramiento no existía más. En primera instancia supuse que nada se hallaría todavía en ese lugar, sin embargo pude ver desde el umbral que en el living todavía quedaban algunos muebles acumulados. Bien acomodados en línea frontal a la puerta de calle un sofá, dos sillones y varias sillas de comedor. Seguramente un remanente del último saqueo a todo apuro, pensé, más no pude contener tanta curiosidad y entré a investigar cómo era todo eso, sin saber lo que me esperaba. Apenas traspuse el acceso me sobrecogió sentir como el calor de la barahúnda de afuera quedaba tras mi espalda nítidamente separado del frío silencio delante de mí a medida que avanzaba. Me detuve, pero ya superada esta rara sensación junté coraje y decidí inspeccionarlo todo porque de cualquier manera ya estaba adentro. Y pasé directamente al comedor, luego revisé el baño y los dormitorios, nada faltaba, nadie había sido robado ni destrozado algo, salvo esa puerta de calle que fue arrancada del marco ya que finalmente la encontré apoyada en una pared del patio trasero. Tanto misterio me colmó, me dio un miedo atroz y traté de ganar la calle lo antes posible. Más apenas llegada al living tuve que frenar mi carrera porque como la vi me impresionó en el acto. Era lo mismo de siempre pero bien distinto, seguía con su tránsito endemoniado y sus bocinas, el trajinar de la gente con su vocerío, los vendedores ambulantes con sus pregones pero todo ocurría de una manera acelerada, con otros tiempos, como si yo estuviera delante de una película muda con un sonido distorsionado acompañándola. Tan extraño era que se me cruzó por la cabeza que yo estaba dejando de ser yo, que no pertenecía a ese mundo y que no debía mezclarme ahí... No obstante parte de mi conciencia me decía que ese seguía siendo mi lugar todavía... Entonces con pasos indecisos traté de llegar hasta este inédito portal, pero ya a punto de traspasarlo ante mi sorpresa se borró de golpe. Esa abertura se cerró con un etéreo telón blanco borrando todo lo ya visto por mí. Ahora un insondable abismo horizontal parecía ofrecerme la única salida, un regreso o un escape,no lo sabía.Imposible entonces, y entre resignada y vencida retrocedí, lentamente sobre mis pasos, sin quitarle la vista a esa nada, y me senté en una silla que presentí vacía. Digo así porque todo ahí parecía verse desocupado, pero de sentirse, no tanto, había presencias…Tuve que aceptarlo enseguida, porque cómo comprendía yo que esa llave de la puerta que debía estar en su cerradura, estuviera sobre un posabrazo girando como ofreciéndose irónica a abrir de cualquier modo. Y que acto seguido, la lámpara del rincón también respondiera a mi estadía saludándome con un encender y apagar su luz varias veces seguidas. Y que más allá, bajo esa ventana bien cerrada, un cigarrillo se encendiera en el aire como convidándome a amenizar una larga espera en muy buena compañía... Desde ese momento no me moví. Y ahí quedé, como una estatua, en reposo, sin pestañar mirando ese infranqueable paso sin perder la esperanza de que algo, mejor dicho que alguien en algún momento decidiera entrar. Pero me parece que pasó mucho tiempo y que esto no es para todos, que la entrada está prohibida a todo ser viviente que no acepte aguardar con paciencia hasta un futuro lejano. Esto pienso y escribo, de acá no sale ni entró nadie. Apenas pudieron colarse cosas inanimadas, algunas cartas arrojadas seguramente por el cartero que nadie de aquí contestará, y otras mías que lanzadas a través de esa cortina regresaron cerradas del mismo modo. Como también una ahoja seca de un incierto otoño. Una sorpresiva brisa fresca del verano recalcitrante que le siguió. O el perfume de una primavera marchitada. Creo que rememoro sin un orden temporal, que en esta prosecución de los acontecimientos me extravío. Menos el sentido de la espera, esto, por suerte o por desgracia aún no lo he perdido. Y pienso en consecuencia que sigo y seguiré en esta espera eterna, aunque de vez en cuando me sobresalte ver que algún curioso asoma fugazmente su cabeza por el enmarcado blanco, eche una mirada y que se vaya calladamente... Ocurre que quien pasa ya está convencido de que acá no ha quedado nadie...
Es que desde esta puerta para adentro "no se ve ni un alma" escuché decir esta original frase la última vez... ...

Texto agregado el 13-01-2014, y leído por 277 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
28-11-2015 Me encantó tu relato. Felicitaciones, pese a la incertidumbre tiene un toque de paz, como si la casa hubiera ofrecido al protagonista lo que éste precisaba; quietud. Un abrazo, sheisan
16-01-2014 Atravesastes la dimension tiempo y no pudistes regresar y ahora...hasta el proximo cuento. jaeltete
13-01-2014 Eres un criminal! Rentass
13-01-2014 Tengo la impresión de que has dejado de existir. Rentass
13-01-2014 Escalofriante amigo, esos abismos insondeables seguro existen, tal vez el tiempo es una quimera... Cinco aullidos atemporales yar
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