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Breve introducción: Los personajes y escenarios de este texto son parte de una obra mayor que llevo años escribiendo, titulada “Los Guardianes de Morgón”
Este dialogo en concreto se da entre el Guardián del pueblo de Gorgona y su amante. Gorgona, un pueblo caracterizado por sus profusos conocimientos médicos y por su dedicación a sus disciplinas, es también célebre por ser una comunidad tipo “colmena”, en la cual no existen las relaciones de tipo familiar, ni la propiedad privada, el concepto de individuo/individualidad, o las interacciones de carácter sentimental –al menos, entendidas como tales-. Las relaciones sexuales son libres y esporádicas, no existiendo obligaciones de ningún tipo por ninguna de las dos partes.
Todo lo contrario a sus vecinos, los centaurinos, a quienes se hace referencia en este texto, cuyos lazos familiares son muy fuertes, y los afectivos, determinantes. Según sus tradiciones, sólo se pueden enamorar una única vez, y si no son correspondidos, se convierten en parias. Valoran y exaltan la fidelidad y el pundonor. Otra de sus costumbres dicta que, si uno de los cónyuges de un matrimonio muere, el otro también debe morir –sea en la propia pira funeraria, o por algún otro método-




Rutio recordó aquella mañana gris de su juventud en que despertó en el taller junto a su querida compañera Leafa. En ese entonces eran ambos muy jóvenes…

Llovía, y el repiquetear de las gotas filtrándose por la Gran Red golpeteaba incesante los pasillos entarimados que unían los edificios. Había pasado la tarde y parte de la noche ayudándola a estudiar, y habían dormido juntos, sumergidos entre unas suaves almohadas y mantas que ella llevó a su pequeño cubil y con los que habían cubierto el suelo. Tan a gusto se encontraba allí tendido, que, aún despierto, no quiso abrir los ojos.

Tras unos instantes disfrutando de aquella sensación de bienestar, noto que algo se movía delicadamente junto a él y que, al hacerlo, le descubría el torso. Inmediatamente, percibió una fina y fresca humedad bañando su cuerpo, trayendo consigo el aroma limpio del verde y del agua. Se giró y abrió los parpados apenas un poco. Y lo que vio hizo que esbozara una sonrisa gratificante y ligera; ante él se hallaba la espalda desnuda de Leafa, blanca y perfecta. Se estaba recogiendo el cabello con ambos brazos y no se había percatado de que él la observaba. La muchacha era muy hermosa, e invitaba a la serena contemplación; cualquiera que posara la mirada sobre ella quedaba sin aliento un instante, como si la sola vibración de la respiración pudiera alterar su belleza.

Cuando Leafa terminó de peinarse a su manera, se apoyó en uno de sus brazos y oteó el exterior por la ventana largo rato, perdida en sus reflexiones. La calma que inspiraba era indescriptible, y Rutio permaneció admirándola sin decir nada ni darle señales que le indicaran que estaba despierto. Sin embargo, llegó un momento en que no pudo soportar más tanta quietud y, sin mediar palabra, se abalanzó sobre su compañera, juguetón.

-¡Grrr!- Le gruño entredientes con su voz ahogada, y la joven reaccionó sobresaltada, dando un agudo chillido. Mas, cuando se dio cuenta de que su supuesto atacante era su compañero, y que éste se reía como un chiquillo, divertido con aquella tonta travesura, le asestó un suave golpecillo con los nudillos en la cabeza

-¡Rutio! ¿Es que nunca aprenderás a comportarte?- Se quejó maternalmente. Sus palabras le recordaron súbitamente las duras reprimendas de su mentor, pero, en el fondo, sabía que Leafa se lo decía con otra intención.

-Lo siento, no he podido contenerme…

-¿Y si nos oyeran? Sabes que va contra las normas dormir fuera de los dormitorios…

-Tranquila, Leaf… Aún es temprano, todavía no ha venido nadie al taller…- Quiso calmarla, abrazándola contra su pecho mientras intentaba acallar su propia risa. Sabía que estaba nerviosa por infringir las reglas y por su próxima Vista de Conocimiento, que podría darle por fin su nombramiento como Moc*1. –¿Me perdonas…?

-No hay nada que perdonar, Rut… después de todo, sólo ha sido una gracia.- Le respondió la estudiante, dulcificando el tono de su voz y volviendo a su agradable manera de ser. Aún así, el muchacho fue capaz de entrever en la expresión de su interlocutora un matiz opaco, de tristeza o quizás de incertidumbre. Pensó que la había importunado con su broma, aunque ella le hubiera quitado peso.

-¿No estás enfadada conmigo por asustarte?- Insistió, suspicaz.

-No, claro que no…- Le contestó en un susurro, acariciándole la mejilla con una de sus cristalinas manos.

-Entonces, ¿por qué estás tan seria?

-Es porque… algo ronda mis pensamientos últimamente, y me tiene sumamente… preocupada. Es algo que no logro comprender del todo.- Confesó ella finalmente, retrayendo su mano para entrelazarla con la otra, dubitativa al principio, pero con ansiedad tras haber decidido abrirse a su acompañante. Rutio, seguro de que se trataría de algún tema académico, algo en lo que él se sentía cómodo disertando, la alentó a hablar entre altanero y alegre.

-Dime qué te consterna, Leafa. De seguro te puedo ayudar a entenderlo. ¿Se trata del poder desintegrador del agua? Ayer noté que no acababas de comprenderlo del todo, aunque insistías lo contrario.

-No, no se eso.- Le dijo ella, evasiva. –Y sí, comprendí bien las propiedades corrosivas del agua; es sólo que estaba demasiado cansada anoche.

-Entonces, ¿qué es lo que te resulta complicado de entender?- La alentó el muchacho, ahora curioso por saber lo que afligía a Leafa. Ella se mantuvo en su posición esquiva, como si no supiera cómo exponer sus ideas, pero no tardó en formular una interrogante.

-Rutio, ¿tú crees en el amor?

-¿En qué?- Exclamó el joven Moc, elevando sus cejas y echándose hacia atrás. Le incomodaban las interrogantes a las que no podía dar una respuesta rápida y teórica. Aunque aquel vocablo le resultaba familiar, en ese momento no lograba contextualizarlo ni recordar las fuentes.

-El amor.- Repitió ella con suavidad.

-¿Qué se supone que es eso?- Quiso saber, frunciendo el ceño, aturdido al verse imposibilitado de dilucidarlo por sí mismo.

-Eso que une a dos personas para siempre, como me explicó aquella pareja tan amable de centaurinos que visitó nuestro pueblo hace unos días.

Si tan sólo Leafa hubiera evitado la última parte de su argumento, quizás Rutio lo hubiera tenido en mayor consideración. Pero la verdad es que, tras oírla, no pudo tratar el tema de otra manera que no fuera despectiva.

-¡Oh, Leaf!- Prorrumpió, molesto. –Es bien sabido que los centaurinos son idiotas. Son capaces quemarse vivos en una pira funeraria o abandonarse a sí mismos por costumbres estúpidas y absurdas naderías...

-Yo no creo que se trate de absurdas naderías...- Lo interrumpió Leafa, bajando la mirada. El joven Moc calló, consternado

“Lo está tomando seriamente… No bromees y di las cosas con tacto, Rutio.” Se dijo a sí mismo. Le tomó las manos y se las besó, y cuando ella volvió a levantar la vista, le habló con un tono más ameno e indulgente.

-¿Qué te hace pensar eso?

La muchacha se limitó a contestarle con otra interrogante.

-¿Por qué no has yacido con otras gorgonianas, Rut?

-¡Por la misma razón por la que tú no te has entregado a otros gorgonianos, Leaf!- Respondió él, perturbado, volviendo a romper en carcajadas, ahora nerviosas.

-Porque… ¿me amas?- Inquirió la joven, a lo que el Guardián contestó, rotundo y sobresaltado.

-¡No! Es sólo que… de entre todas las mujeres del pueblo, tú eres la única que me atrae…- Le dijo, acariciando su pelo. -… Y cuando estoy contigo me siento… bien.- Musitó, terminando su discurso besándole la mejilla, algo retraído, desconcertado por revelarle aquellos pensamientos que consideraba sólo suyos.

-¿Y no será eso precisamente el amor?- Volvió a arremeter la muchacha. Rutio, agobiado, suspiró elevando el rostro al techo y se excusó como mejor supo hacerlo.

-No lo sé, Leafa. Eso del amor es una… expresión que no comprendo…

-No es una expresión. Es un sentimiento...- Intentó corregirlo su compañera.

-¡Expresión, sensación! ¿Qué diferencia hay? Para mí sigue siendo incomprensible.

Supo al instante, cuando la gorgoniana apartó su mirada de la suya, que la había decepcionado con lo que había dicho. Sin saber por qué, la pena de la estudiante lo descorazonó, y sin pensarlo dos veces se abrazó a ella, rodeándola firmemente con sus brazos y piernas. La muchacha se movió con cierta dificultad dentro de aquel enredo, hasta estar completamente enfrentada a él, y también le estrechó con fuerza con sus miembros. Mientras se serenaba, Rutio repasó mentalmente la conversación que habían mantenido, y súbitamente sintió extrañeza por las mismas cosas que ella. Después de todo, tanto él como la joven tenían decenas de pretendientes declarados en el pueblo, deseosos de ganar sus favores. Y, sin embargo, sin motivo aparente, sólo se entregaban el uno al otro, y con nadie más entablaban una relación de intimidad. ¿Sería acaso eso que llamaban “decoro”? ¡No, de ninguna manera! Eso sería un comportamiento de centaurino, no de gorgoniano. Además, ni a él ni a su compañera les molestaba la presencia de otros cuando se aseaban o cuando se cambiaban de ropa. Por el contrario, a él le resultaba agradable que le dieran algún masaje o le frotaran la espalda en las duchas… Leafa era más reticente al contacto físico, pero no mostraba incomodidad cuando la medían para ceñirle las vestiduras. ¿Sería entonces miedo a experimentar cosas nuevas con otras personas? Podría ser eso; Pero la verdad era que él no sentía temor a lo nuevo… Leafa simplemente lo satisfacía, y no necesitaba nada más.

Pero aquellos razonamientos englobaban solamente sus propios estados de ánimo. El parecer de su compañera le resultaba una incógnita, y, al final, no pudo contener su curiosidad.

-¿Y tú, Leaf?- Le preguntó, tras un tiempo en que permanecieron mudos, hundidos sus rostros en el hombro y el cuello del otro. -¿Por qué no has estado con otro gorgoniano que no fuera yo?

La muchacha irguió la cabeza, gesto que él imitó, y sus pupilas quedaron fundidas en una mirada intensa.

-Anoche intenté imaginar qué hubiera pasado si tú no hubieras existido. Y no me costó vislumbrar a todos viviendo sin tu presencia. ¡Incluso pude ver a Branchio como Guardián en tu lugar…! El caso es que nadie dejaba de ser quién era, y nadie sentía ninguna carencia ni nada extraño… Todo era aparentemente igual que siempre y no había cambiado en lo absoluto… Mas, en lo que a mí respectaba, no pude hacer lo mismo… no podía hacerme a la idea de cómo sería mi vida sin ti. En aquella imagen que tejí en mi mente, no sólo faltabas tú. También faltaba una parte de mí sin la cual no puedo vivir ya…

No supo por qué, pero Rutio, al plantearse la situación que le describió Leafa, sí fue capaz de verla, y la curiosamente le pareció que sería feliz sin tenerlo a su lado. Pero cuando intentó figurarse un mundo sin su compañera, le aprehendió una angustia como pocas veces había experimentado. Por otro lado, saber de esa dependencia que Leafa decía tener de él, le heló la piel. No esperaba una contestación semejante cuando le lanzó la pregunta.

-¿Crees… que eso es el “amor”?- La interrogó al fin, desarmado.

-Yo… creo que sí. – Fue su respuesta, y cuando terminó de pronunciarla, le besó los labios.

No sabiendo qué pensar, y temiendo que su compañera fuera una sonty*2 como decían las malas lenguas, intentó evadirse de las ideas que había hecho germinar en su cabeza y se dejó llevar por los placeres a los que ella lo arrastró.





*1.- Moc: Una de las disciplinas gorgonianas. Las disciplinas son áreas de estudio bien definidas, que determinan los oficios médicos de los gorgonianos. Los Moc son aquellos especializados en los remedios, y son expertos en la botánica y la alquimia terapéutica. Las otras dos disciplinas son Docto (o conocedor de enfermedades y síntomas) y Locnorom (o sabedor de la anatomía y sus anomalías).
*2.- Sonty: Individuo nacido de la relación entre gente de distintas poblaciones.

Texto agregado el 02-01-2014, y leído por 296 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
06-01-2014 Lo leí pausadamente, el tema no es tan atrayente como en tu habilidosa pluma lo desarrollas; esa capacidad cinematográfica y detallista de ir dando cuerpo al texto es lo que primó para mí(no todo el mundo literario lo puede hacer), ir desgranando el choclo gajo tras gajo y crear un ambiente cálido y expresivo; te felicito y pondero. nonon
03-01-2014 Los dos personajes son intensos en su actuar, sobre todo, Leaf. Amo a la gente intensa porque me identifico con ella. La historia es de un encanto sublime; y la redacción, de perla. Fasinada salgo de tu casa. Un abrazo, querida. SOFIAMA
02-01-2014 Un texto exquisito. Denota sensibilidad. Y yo diría que es muy actual en estas sociedades materializadas donde parece haber perdido la esencia del amor. Los personajes son de sueño... Bueno, disculpa, solo que su descripción me conmovió. Saludos felipeargenti
 
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