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Bobby

Estoy cansado de escuchar siempre los mismos reclamos. Yo nunca los entendí : “que si estaba sucio“, “que mi alegría los incomodaba“, “que mi comida“, “que si se rompió la bolsa de basura“, “qué molesto“.
Por qué, por qué habré nacido como perro. Nacer como ese bigotudo es mucho más fácil. Duerme sobre acolchados, salta por donde quiere, liga tooodos los mimos y le dan todas las caricias, se pasea entre las piernas de los comensales. En fin sale de la casa sin permiso, camina por el patio, se cruza la calle, utiliza todos los rincones, todo le pertenece, es tooodo su territorio. Cuántas veces les pido a grito pelado que me lleven a pasear…y ellos…nada… me cierran la puerta, hasta mi cola no les sugiere nada, ¡Y mis ojos desesperados por compañía!
Por eso, yo quiero reivindicarme ahora que estoy en esta situación. Me aguanto todo: la mano que inyecta, el mal aliento del veterinario, la cosa que me pusieron en la cabeza. Todo, menos la indiferencia. Demás está decir que paso por este horrible momento por culpa de ese inescrupuloso, peludo y maullante ser, tan soberbio como su felina figura. Decí que no le agarré la cola, porque sino, no respondía de mi…Si quieren les cuento…ya sé que no tienen tiempo…bueno eso no es novedad para mi…ya sé que me estoy poniendo gediento, si lo sé, pero esta historia merece la obligación de ser escuchada.
“Todos los viernes, nuestra familia hace un asado, unmmm riquísimo (el olor, porque a mi me dan los huesos obviamente). Sí, sí continúo…el fin de semana pasado venían además unas visitas. Se imaginan que no hay peor cosa para un canino que las nuevas personas, algunos les gusta mi presencia y hasta la festejan pero para colmo ese día, Isaías, el pequeño hijo de los Fernández (o Rodríguez o algo así, siempre me confundo esos apellidos) les tiene terror a los perros…entonces -chápate “me encajaron la correa y el collar“. Todo iba bien, mientras el infante jugaba con sus autitos, y la familia se divertía con sus amigos…Yo, totalmente resignado, miraba toda la acción. Apoyada mi cabeza sobre las dos patas delanteras, descubro que ese hijo de la g.g. (ese gato malcriado) se hacía el tonto y se acercaba a las achuras, que estaban dispuestas y acomodaditas en la fuente, listas para ser asaditas a la parrilla.
Les juro que no fue furia, ni mucho menos venganza fue ese desgraciado que me hizo calentar, me refregaba con sus miau toooda su libertad. Y a ustedes que les parece, que yo me la iba a aguantar, me subía un fuego, y la garganta me apretaba. Me salió ladrar desesperadamente. Me gritaron -Bobby, calláte querés, qué te pasa perro loco.
Me callé, tampoco soy tan desubicado y cuando la gente se distrajo un poco con la charla y los preparativos, el bigotudo saltó arriba de la mesa y empezó a lamer las morcillas. Yo tiré de la correa, no cedía, ladré de nuevo, y nadie me dio bolilla (como siempre). En ese momento se soltó el collar y yo salí disparado a morderle el trasero a ese descarado. Bueno con tal mala suerte que mis patas se enredaron en el mantel, la mesa con caballete dio un vuelco y cayó sobre mi lomo las achuras, carne, pollo e inclusive los cubiertos. Pero eso no termina ahí…el guachín me miro desde el paredón, gozándome obviamente, y cuando salieron todos de la casa…en fin yo todo lastimado, envuelto entre los chorizos y relamiéndome de culpa y dolor, terminé humillado y pateado en un rincón, para mal de males uno de los cuchillos me lastimó la cabeza. Yo lloraba, por las dudas, para que se dieran cuenta… llamaron entonces al veterinario. Les arruiné el asado, ¡eso dijeron!, saben que bronca me corroía. Aunque debo destacar que encontrándome tan abatido Isaías se animó y me acarició, me dijo-Yo te entiendo Bobby -y me dio un huesito. Yo me porté bien, estaba asustado, por otro lado me sentí en las nubes, y para variar su mamá, ahora la recuerdo bien se enterneció y dijo:
-Me parece que el Bobby se lleva bien con vos, ¿viste?- el nene se sonrió y le contestó:
-Sí es lindo, y si nos lo llevamos a la quinta, mami…ahí puede correr sin problemas y de paso cuida la casa.
Estaba más que sorprendido porque yo, imagínense, siempre pertenecí al mismo lugar. La oferta tentó a la familia y aquí estoy recuperándome…en fin…la semana que viene me trasladan…tengo un sabor amargo y no crean que no entiendo lo que pasa, se quieren deshacer de mi…no sé, siento que tenía que narrarles los hechos tal cual sucedieron. Dicen que el lugar es grande…lo estoy escuchando… que allí hay una perra guardiana,…épa! que tiene mi edad y mi raza, ¡y dicen que podríamos hacer pareja!…épaaa ¡y lo mejor de todo!“Tania odia los gatos“…

Texto agregado el 15-12-2013, y leído por 115 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
15-12-2013 lindo enfoque desde la visión del perro, divertido y muy creíble, bueno!! adelsur
15-12-2013 Por perros y gatos. ¡Me gustó! Rentass
 
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