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Iba caminado por la calle como todos los días, como cada día.
Tenia que llegar al encuentro de alguien que me esperaría…como siempre.
Llegue a la plazoleta de un centro comercial, llena de gente… lo usual.
Tras unas materas que se hallaban en el centro formando una glorieta, se encontraban seis mesas de hierro forjado, cada una con dos o cuatro comensales…lo usual.
Me dirigí a una de las mesas que yacía vacía en una de las esquinas de la glorieta formada por las materas. Cuando me disponía a sentarme en una de las sillas de la mesa, en ese mismo instante, un pequeño niño vestido con un abrigo rojo se sentó en una de las sillas.

Tendría siete u ocho años el pequeño cuyo rostro resplandeciente contrastaba con el vivo color de su abrigo rojo.

Sin prestarle atención mas que a lo que acabo de anotar, me senté también a revisar algunos papeles.

Aquel niño, sentado en frente de mi, observaba con sus ojitos grandes y cándidos, la estatua de un caballo que se levantaba en la plazuela.

¿Un caballo de piedra?-exclamo el niño- da lastima el pobre…a mi me gustan los caballos de verdad. ¿A quien se le habrá ocurrido la tonta idea de hacer un caballo de piedra?

Levante la mirada hacia el pequeño algo sorprendida, pues pensé que hablaba consigo mismo, así que, continué con mis papeles.

¡vaya! ¿Acaso tu también serás de piedra?...porque estoy hablándote y no me contestas.

Un tanto turbada, levante nuevamente la cabeza, mire perpleja al pequeñito y con voz irreconocible-tanto que no parecía mía- solamente logre balbucear:

lo siento, decías algo…
¡si!, te preguntaba que ¿a quien se le ocurre una idea tan tonta como hacer un caballo de piedra?

Por un momento sentí que era una pregunta estúpida. Sin embargo, para el niño parecía una discusión sumamente importante. Así que le dije, siendo una respuesta bastante simple:

es obra de algún escultor, y es de piedra porque es solo un bonito objeto decorativo.
¿Decorativo?, ¿Qué pude tener de bonito un caballo que no se mueve? ¡Si su belleza esta en la libertad de sus movimientos!. ¡Es horrible, ese caballo parece un maniquí en un mostrador!

Todo esto era demasiado extraño: lo que decía, la forma como movía los pies allí sentado, su abriguito rojo; mas el insistía en el asunto del caballo.

un caballo necesita correr, así como los hombres necesitan caminar.
Así es- repuse- pero las estatuas no tienen vida por tal razón no se mueven
Tiene razón. Los muertos no necesitan caminar.
¡niño…que cosas dices! …a propósito ¿Quién te acompaña?

Como si nada hubiera dicho el niño ignoro lo que le decía.

sigo sin entender. ¿prefieren ver caballos muertos a ver caballos vivos? ¿prefieren estatuas de caballos cuyas almas se encuentran encadenadas en el interior de las piedras que los esculpen, a un alma en libertad? ¿De tal manera proceden ustedes con todo?
Mira niño- le decía yo algo ofuscada para entonces, aunque mas que ofuscada estaba confundida- la persona con la que viniste ha de estar buscándote. Dime donde pueden estar y allí te llevare… dime, ¿Cuál es tu nombre?

Ciertamente, estaba asustada, sentí pánico y baja presión. Observaba petrificada a aquel niño que de ninguna manera se inmutaba cuando le hablaba. Decidí recoger apresuradamente los papeles que tenia sobre la mesa como queriendo huir de semejante escena y continuar con lo usual. Esta reacción pareció molestar al niñito que, sin dejar de observar la estatua con sus grandes ojos y agitando los pies que colgaban de la silla en que se hallaba, casi con desdén y pretendiendo que dejara de importunarlo con mi actitud en su debate, decidió responder:

¡deja eso por favor! Vine aquí por mi cuenta…además, no puedo dar mi nombre a extraños. Si quieres que me marche para no continuar interrumpiendo tus asuntos, me marchare, pero antes dime, ¿Qué opinas de este caballo?
... ¿Qué pienso de ese caballo? ¿ que podría pensar?- era ridícula mi posición tratando de hallar una respuesta para concluir una conversación que en ningún espacio atrofiado de mi cabeza hubiera pensado sostener con cualquier persona- Es una estatua…es bonita…muy grande…y bien proporcionada…! Que mas quieres que te diga!
Es suficiente- por primera vez desde que llego el niño estaba realmente molesto- la imaginación y los sueños no son una cualidad que se posea a tu edad. Ustedes solo ven lo que quieren ver y se ocultan tras las imágenes irreales que recrean en sus ojos.

Como lo había prometido, luego de estas ultimas palabras, se levanto de la silla, metió sus manitas en los bolsillos del abriguito rojo y salio de la glorieta con paso decidido y sereno.

En el entretanto yo, lo contemplaba mientras se alejaba como un sueño confuso que se evapora lentamente, luego del cual, volvería de nuevo a la silla en la que sentada esperaba a alguien, mientras las personas circulaban regularmente por el centro comercial y la estatua del caballo muerto se mantenía erguida decorando la plazoleta…lo usual.

Texto agregado el 21-11-2013, y leído por 117 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
21-11-2013 Me encantó. :) MarceloE51
 
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