Quedaba un cuarto del cigarro que le compré al reo que se encontraba a la vuelta de mi celda, estaba amargo, creo que había absorbido humedad de aquella cama insalubre en donde él acostumbraba a intimar con su compañero de celda. De golpe me llegaron a la memoria unos fragmentos de unos libros que había leído acerca de la Alquimia, no específicamente de la transformación material, sino mas bien de la transformación de energías, la capacidad que tienen algunos seres humanos de transformar la energía negativa en energía positiva o la energía positiva en energía negativa, sin lugar a dudas ese es un Don que no todos gozan de poseerlo, mi intención era cambiar el ambiente de aquel lúgubre lugar.

Trataba de pensar en cualquier cosa para evitar recordar como era que había llegado a parar a este lugar infestado por drogadictos, asesinos y ladrones, Con los años el objetivo se había cumplido en gran parte, solo recordaba estar en el baño de mi casa y como una mujer (que creo resulto ser mi pareja o algo parecido) me gritaba que no hiciera una estupidez, en mis manos tenía una pistola.

Me llamaba bastante la atención como era que cada día venían a buscar a un prisionero y se lo llevaban para nunca mas regresarlo.

No recuerdo cuanto tiempo llevo aquí solo sé que cuando estaba en la sociedad me daban unos pesos por cobrar deudas de gente que no conocía, era infeliz, necesitaba un cambio.

Estaba muy sorprendido por el aspecto de mi nuevo compañero de celda, estaba muy pálido y tenía tajos en los brazos, y el al mirarme dijo con una voz oscura ‘’ creo que ya se donde estoy’’. Yo saque por conclusión que se encontraba bajo el efecto de alguna droga, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta que en este lugar nos encontrábamos solo delincuentes, en eso vi como se sentó y se puso a llorar con gritos desgarradores, esa noche como en muchas no pude dormir.

Creo que ya estaba amaneciendo, desde mi celda no existe la perspectiva para explorar el cielo como en otras celdas aledañas, en ese momento vinieron a buscarme, no recuerdo haber estado en ningún juicio antes, esta era la primera vez que me llevaban ante un organismo judicial. Me sentaron frente a un tipo que aparentaba un rango inigualable. Al mirar mi rostro dijo con voz serena que casos como el mío eran los mas comunes, que no había mucho que hacer al respecto, en eso toma una libreta y la timbra, me la entrega y dice con voz irónica suerte en tu estadía en el infierno, en eso miro mi reflejo en la ventana y aprecié como tenia mi sien totalmente destruida.