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Aparecí en un lugar extraño, al principio no supe en donde estaba realmente, me encontraba acostado, mi mirada se dirigió hacia el cielo, pues no había techo en ese lugar, vi las nubes de color blanco moverse con formas que no se me parecieron a nada que haya visto antes. Me levanté después de observar las nubes por unos instantes, observé las paredes, las toqué y me di cuenta de que estaban hechas de concreto, del que se usa en la actualidad para hacer las grandes construcciones; luego empecé a sentirme encerrado, creo que soy claustrofóbico, percibí que algo negativo me podía pasar si me quedaba quieto en ese lugar, por eso comencé a caminar, me demoré unos pocos segundos en percibir que me encontraba en un laberinto, eso me llenó de terror en el momento en el que lo descubrí, pero luego pensé que si me quedaba meditando no iba a lograr salir de allí.

Seguí caminando intentando encontrar una salida, oí unas personas cantando así que me dirigí hacía donde las voces me guiaban, encontré un lugar amplio en el que vi que estaba un grupo de religiosos en un culto, decidí acercarme a uno de ellos y le pregunté: ¿Qué están haciendo?, él me respondió con tranquilidad: estamos confiando en Dios para que nos diga cómo escapar del laberinto; me quedé pensando por un instante, y luego repliqué – pero lo que hay que hacer no es orar, sino buscar físicamente la manera de huir de éste sitio, nuevamente el hombre contestó – Ésta es nuestra manera de buscar la salvación, usted puede hacer lo que quiera-. Yo no me iba a quedar esperando a que una divinidad me mandara señales metafísicas, para saber cómo encontrar la salida, así que seguí en mi camino.

Di varias vueltas, por un momento pensé que me había perdido y que no iba a hallar nuevas personas, hasta que por fin pude localizar a otra caterva de bípedos, estos estaban encerrados en una edificación portentosa, golpee la puerta y luego noté que había un timbre, lo pulsé y me dejaron entrar, había una secretaria, le dije que si podía hablar con algún gerente de la empresa, me dijo que sí y me pidió que me sentara en una de las sillas contiguas. Tuve que esperar durante unos minutos, hasta que un señor salió de una puerta, la secretaria le indicó que yo venía a hablar con él, entonces entramos a un cuarto e inmediatamente yo le pregunté - ¿A qué se dedican ustedes? – Somos científicos, estamos estudiando éste sector llamado Tierra y también estamos estudiando sus alrededores -. Una vez yo quedé asombrado, le espeté – Pero estamos en un laberinto, necesitamos encontrar la salida, no dedicarnos a explorar éste lugar –. El señor volvió a hablarme – Ésta es nuestra percepción, usted puede continuar en su búsqueda -. Eso fue suficiente, para que yo decidiera salir del cuarto, me marchó de la construcción y volví a meterme en medio del laberinto.

La desesperación cada vez era mayor, sentí que daba vueltas en el mismo sitio, hasta que una vez más hallé a otra agrupación de terrícolas, me acerqué y me di cuenta de que eran mis padres, les dije – necesitamos salir ahora mismo de aquí – Ellos sonrieron, mi padre me respondió – Te trajimos al globo terráqueo para que seas feliz – Yo me aterré, los abandoné y continué trasladándome. Caminé por muchas horas, estuve en todos los rincones del lugar, supe que estaba en la Tierra, atrapado y sin saber qué hacer, frustrado regresé. Mis progenitores habían muerto por su avanzada edad, los científicos se habían matado entre ellos y lo mismo había pasado con los religiosos.

Una mujer se me acercó y me dijo – ¿te gustaría tener un hijo conmigo? Radicalmente, le dije que no, pues los religiosos y los científicos se habían matado entre ellos, no le veía ningún sentido al hecho de dar vida en éste laberinto de la vida. Ahora, al saber esto, sólo quiero dejar que pase el tiempo hasta que supere mi esperanza de vida, mientras tanto trataré de mostrarles a los que más pueda que la vida es un laberinto sin salida, mientras envejezco, pues cuando llegue a la ancianidad, me pienso suicidar.


Texto agregado el 27-10-2013, y leído por 177 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
27-10-2013 "Soy el que pese a tan ilustres modos de errar no ha descifrado el laberinto...", como diría el viejo Borges. Sea el arte, y particularmente el sublime arte de las letras, una forma de desenmarañar sus filigranas. Genial, un abrazo. bamaka
 
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