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El árbol de los milagros

Aquella tarde caminaba sin rumbo fijo por el espeso bosque. Se oían los cantos de los pájaros. El viento mecía rítmicamente los árboles haciendo más bella la naturaleza. Pero a mí esto no parecía interesarme. Era tal la angustia que me embargaba, que mis ojos empañados por el llanto, no podían apreciar tan divino espectáculo. De pronto escuché una dulce voz que me llamaba:
_Noraya, por qué lloras?
Busqué por todas partes y no vi a nadie. Entonces volví a escuchar la voz.
_Aquí estoy, Noraya, soy el árbol.
Fue hasta en ese momento que reparé en aquel hermoso y extraño árbol. Jamás en mi vida soñé con mirar una belleza como la que tenía ante mí. Su tronco era tan grueso, que ni diez hombres con los brazos extendidos habrían podido rodearlo. Adornado con las hojas más fantásticas que ni en mis sueños pudiera haber imaginado. Realmente resultaba imposible describir su hermosura. Yo lo miraba arrobada. Deseando que quedara grabado para siempre en mi mente. Anhelaba no alejarme nunca de él. Ahí me sentía tranquila. Como por arte de magia mi pena había desaparecido. Poco a poco me fui olvidando del mundo. Como si de repente, me volviera nada. Todo giraba a mi alrededor, pero algo extraño ocurría , pues pese a todo, yo no sentía dolor, al contrario a medida que me perdía en la nada, una sensación divina me invadía. En eso una ráfaga de luz me envolvió y ya no supe de mí. No tengo idea cuanto tiempo transcurrió desde aquello. Cuando abrí los ojos quedé sorprendida al ver el lugar donde me encontraba. Realmente era hermoso! Parecía traído del cuento jamás imaginado, ni por la mente más fantástica existente. Había miles de árboles, flores, pájaros que entonaban los más bellos cantos, mariposas de colores no conocidos en la tierra y digo esto porque aquel lugar era tan distinto a nuestro mundo, que no creí que perteneciera a él. Preciosas fuentes, que poseían el agua milagrosa. Agua que al ser tomada, cubría de paz el corazón más angustiado y pesaroso. Agua que atraía como un imán las alegrías. Un cielo azul acompañado de un sol brillante y lindo daban el toque final a tan divina belleza. Esto sin tomar en cuenta, no porque no fuesen dignos de admirarse, las imponentes montañas, que parecían ser la línea divisoria entre la fantasía y lo real, sino porque mis palabras resultaban poco apropiadas para describir tanta maravilla. Sentí deseos de explorar todo aquello. Sin embargo, de súbito, me asaltó el temor.¿ Por qué me encontraba ahí?.¿ Cómo había llegado, quién era yo?Pues ni mi nombre recordaba. Como si adivinará mis pensamientos la dulce voz se dejó escuchar.
_Tu nombre es Noraya. ¿Cómo llegaste? No importa. Lo único que debes pensar es que aquí serás muy dichosa. Puedes recorrer todo mi reino. Imagina que es tuyo, sólo tuyo.
Yo no me había atrevido a hablar. Pero el recuerdo del por qué caminaba tan desolada por el bosque, y sabiendo que ellos sufrían la más tormentosa de las miserias, llegó a mi mente y dije tímidamente al árbol.
_Hermoso, árbol, no puedo aunque deseo con toda mi alma quedarme en este encantador sitio. Tengo que regresar a casa. Ellos me necesitan. Por favor dime como volver. Quiero estar a su lado.
_No debes preocuparte por ellos, Noraya. Su problema ha desaparecido. Yo les he enviado todo lo que necesitan. En este preciso instante podrás verlos y escucharlos.
Y en efecto pude mirarlos y lo más maravilloso aún escucharlos. Se les veía extrañados por los cambios que había en casa, pero aún así pude notar una gran tristeza en sus rostros. Con timidez le pregunté al arbolito.
_¿Qué es lo que les sucede? Los veo muy tristes.
_Sufren por ti porque no saben en dónde estás. Te buscaron desesperados, y como no pudieron encontrarte regresaron un momento a casa y al ver el cambio operado en su hogar se quedaron desconcertados por un instante. Pero no te aflijas haré desaparecer su angustia y podrán disfrutar felices, de todo. Ahora prométeme que tú dejarás de acongojarte. No quiero verte sufrir.
_Te lo prometo, querido árbol.
Ignoro qué haría, sólo sé que en sus ojos vi la paz que da sentir alegría verdadera.
_¿Estás tranquila ahora, Noraya?
_Sí y gracias! ¿Puedo hacerte una pregunta?
_Noraya, olvídate de las interrogaciones. Vive los momentos de felicidad que se han destinado para ti. Tal vez no vuelvas a tener la oportunidad que se te presenta. Serán instantes inolvidables, que en tu corazón quedarán grabados para siempre. Harás lo que te digo, verdad?
_Sí, y nuevamente te doy las gracias.
Un ruido me hizo volverme y vi un enorme pasillo de plata que conducía, al parecer, al fondo de aquel lugar. Yo me quede inmóvil, no supe qué hacer.
_Entra por el pasillo, Noraya.
Lentamente me encaminé. El pasillo era largo y como lo imaginaba , conducía al fondo de aquel increíble sitio. Cuando por fin, después de recorrerlo en su totalidad, apareció de pronto una puerta metálica, que se abrió o cuando menos eso creí, entré a una gran sala que tenía paredes de oro. El techo era de mármol. En el centro estaba un comedor de cristal. A su alrededor seis hermosas sillas tapizadas con terciopelo rojo brillante. Servidos seis platos de exquisitos alimentos. Eran comidas muy extrañas, pero despedían un aroma apetitoso que invitaba a saborearlas. Yo me sentía desorientada por todo lo que estaba ocurriendo. La voz del árbol interrumpió mis pensamientos.
_Noraya, toma asiento. En unos momentos te haremos compañía.
Hice lo que me ordenó. Y temerosa me senté.
No bien lo había hecho cuando se escuchó el leve ruido que produjo la puerta, que hasta esos instantes,no se encontraba ahí, al abrirse para dar paso al árbol acompañado de una flor, dos pajaritos y una mariposa. Yo me quedé anonada al verlos. ¿Cómo era posible que caminaran la flor y el árbol? ¿Qué sucedía en ese extraño lugar? Sin duda hice visible mi desconfianza, pues la flor con voz conciliadora me dijo:
_No temas, Noraya. No te haremos daño. Mi esposo, mis hijos y yo, sólo queremos que seas feliz.
Iba de sorpresa en sorpresa. ¿Cómo un árbol era esposo de una flor y cómo éstos tenían por hijos dos pajaritos y una mariposa? Por más que trataba de entender nada lograba. Me resultaba todo incomprensible. Cada uno tomó su lugar y como por arte de magia la comida de sus respectivos platos , que era igual a la que yo tenía para mí, se transformó en lo que de acuerdo a su naturaleza comería cada uno. Así para el árbol y la flor se convirtió en tierra y agua, mientras que para los pajaritos en alpiste y agua y para la mariposita, mielecita de los mirtos. Encantados tomaron sus alimentos. Yo tratando de hacerme creer que era normal lo que me estaba pasando, también intenté comer. Cuando terminamos se levantaron y el árbol me dijo:
_Síguenos, Noraya.
Los seguí y entramos por la misma puerta que habían llegado. Ahí se encontraba una alcoba que tenía paredes de brillantes y rubíes. El techo formado con hermosas esmeraldas. Pude ver seis reconfortables y aterciopeladas camas, que invitaban al descanso.
_Esa será tu cama.-dijo la flor señalando a una de ellas.
Como en la comida, nuevamente se presentó aquella prodigiosa transformación. Las camas del árbol y de la flor se convirtieron en verde césped cubierto de rocío. Las camas de los pajaritos en dos cálidos nidos. Y por último la cama de la mariposita en una verde hoja. Tiempo después todo era silencio. Ellos dormían profundamente. Pero yo a pesar de tanta tranquilidad sentía cierta preocupación y no me explicaba por qué. De pronto recordé a mi familia y experimenté gran regocijo al poder mirarlos. Dormían plácidamente. Esto me tranquilizo un poco. Empecé a hacer un recuento de lo sucedido desde el inicio. Así con mis pensamientos me quedé dormida sin darme cuenta. El sol que penetraba por la ventana me despertó. Me encontraba en mi humilde hogar. Llegó a mi mente la experiencia vivida. Me dije tristemente.
_Qué sueño tan hermoso!!! Pero fue sólo eso un sueño.
Sin embargo, estaba equivocada, pues cuando me levanté vi cosas extrañas en casa. Realmente estaba diferente. Se había convertido en una hermosa casita rodeada de un jardincito. Ahora teníamos lo necesario para vivir. Mi familia estaba dichosa, aunque sorprendida por el cambio operado. Sólo yo lo sabría. Mi corazón me decía que todo se lo debíamos al árbol de los milagros. Y cada vez que salgo al jardín me parece ver al árbol, acompañado de su graciosa familia y digo emocionada.
_Gracias, árbol de los milagros, por brindarnos felicidad!

Romie

Texto agregado el 25-10-2013, y leído por 853 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
08-08-2014 Que buen cuento. Me recordó a Alicia en el país de las maravillas por sus personajes, pero definitivamente le imprimes mucha más simpatía y ternura a ellos!. elites
26-10-2013 Muy bien escrito. filiberto
26-10-2013 Hermosa historia, notable relato.***** girouette-
25-10-2013 Felicito la redacción, la historia y el mensaje. ZEPOL
25-10-2013 Hola, Romie. Un mensaje que cambia el color con que miras y todo a través del lenguaje de la naturaleza personificada en un árbol. Qué milagro más hermoso que ésta no comprende, nos conoce y nos consuela. Somos parte de ella. Te felicito. Fue un gusto leerte. cieloselva
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