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Ya hacía varios años que trabajaba en la misma oficina, todo el mundo me conocía y conocía a todo el mundo. Admito que el trabajo era rutinario y a mi la rutina no me va muy bien, pero en esta época de mi vida necesito un poco de tranquilidad, aunque a veces piense que es demasiado; además tengo algunas deudas que pagar y eso es lo mejor para mantener quieto mi espíritu aventurero. Pero paciencia, alma mía ya volarás!.
Volviendo al trabajo, sí era bastante aburrido, todo el día con papeles, formularios para esto , memos para aquello; todo duplicado, triplicado y firmado. Un poco burocrático además de rutinario. En la oficina éramos pocos, unos pobres diablos que, bue todos tenemos nuestras deudas que pagar, pobres diablos resignados muchos a morir dentro de estas cuatro paredes con la misma vieja Olivetti delante suyo. Pero no yo, yo no, yo me voy. Un mes más, uno solo me queda, un mes más y termino con las deudas..
Mientras tanto acá estoy, fotocopiando este memo no sé para que pero me pagan para ello. Paciencia ya falta poco, cada vez falta menos para ir hasta allá cruzar la puerta del despacho del incompetente de mi jefe y cantarle cuatro frescas y luego tener el placer de ver su cara cuando le golpee la puerta en sus narices cuando me vaya. Bueno, en realidad me la voy a perder porque pienso salir sin mirar atrás, sin volver a mirar ese escritorio gris viejísimo con la maquina de escribir que se traban las teclas por fin voy a dejar de lastimarme los dedos con esa maquina del demonio!, las bandejas llenas de papeles, totalmente inútiles. Sin ver la caras atónitas de mis compañeros, sin poder creer en lo que yo hacía. Me gustaría veles la cara pero es un placer del que me puedo privar la cuestión es no volver la cabeza y desde ese instante olvidar . Un dia cada día parezco un preso contando los días que le faltan para salir en libertad.
Un día estábamos en la oficina y como presentimiento de mi huida, llegó reemplazo, bueno no reemplazo mío, para cubrir una vacante ya existente, supongo que se necesitaban más copias de formularios.
Era toda una visión, delgada, alta, etérea con una cara angelical que hacia que te preguntaras como diablos había terminado en este rincón perdido de la burocracia argentina. Me sorprendí al verla no es que anduviera mirando a mis compañeras, pero había algo en ella que me llamaba la atención un halo que la envuelve. Muy perturbante, imposible dejar de percibirlo. Extraño y a la vez intoxicante, embriagante, aditivo, esa es la palabra.
No entendía lo que me sucedía, no tenía ningún tipo de explicación para esta turbación que sentía crecer en mi. A medida que pasaban los días no disminuía como pensé que sucedería. En su momento lo atribuía la novedad de tener nuevo compañero y encima que era mujer .Algo loco si se lo pone a pensar.
Comprendí con el paso del tiempo que esa turbación era recíproco, lo sentí en sus miradas, en sus comentarios hacia mi. Sentí una especie de persecución por parte ella, algo muy sutil casi imperceptible. A pesar de todo no poseía la fuerza necesaria para escapar.
Hubo un momento en que la turbación fue tal que corrí hasta el baño para tomar un poco de aire y despejar mi cabeza, estaba yo en los lavabos de espalda a la puerta cuando el ruido de la misma me indicó que alguien había entrado cuando la vi en el marco de la puerta me sorprendí pero a la vez fue como una especie de, como decirlo, como un respiro profundo, un suspiro de alivio de que sea ella y no cualquier otro.
Me miró y yo tontamente me quede petrificada, inmovilizada contra los lavabos, sin atinar a nada, mirándola hipnotizada, todo pasó en un segundo pero yo tenía la sensación de que el tiempo estaba detenido. Caminó hasta mi, me tomó de la mano y me llevó a los excusados. Allí dentro, en un cubículo tan pequeño, me sorprendí que entráramos, tuve el mejor sexo de toda mi vida. Fue algo sorprendente porque no cruzamos ni una sola palabra ni ella, ni yo el silencio fue tácito, pero lo más raro de todo es que fuera con otra mujer.
Al tiempo me fui, no la volví a ver. No es que lo quisiera, pero tampoco fue fácil olvidarla, de vez en cuando su rostro vuelve a mi desde las tinieblas de mis sueños.
Que quede claro no soy homosexual, no fui ni antes ni ahora. Si me preguntan que ella, ella no fue nada; solo ella.

Texto agregado el 19-08-2004, y leído por 172 visitantes. (0 votos)


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