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“No sabés, boludo, estaba abrazada a Sebas cuando el que te dije me estaba mandando mensajitos. Yo tenía miedo se despertara y quisiera ver pero por suerte estaba bien dormido. No sabés, boludo, Rober está re fuerte, lo conocí el sábado en el boliche.
Ah, boludo, está tarde con los pesitos que me quedaban me fui al super y me compré unas birras. Había pensado comprarme unos Fernandito pero me iban a pegar mal. Ya me había tomado cuatro latas de birra de las grandes. Sebas medio se enojó, boludo, me decía que era temprano y ya estaba medio en pedo. Sabés, bolu, el Sebas me cumple cuarenta. Está bien, salvo la pancita, pero es un bajón. Yo tengo veintiocho, me lleva doce el chabón. Pero estamos bien, boludo, no me jode. Ahora, boludo, estoy yendo a Morón a encontrarme con un amigo. Ahí me está llamando, pará, pará. Hola, cómo estás, si estoy en cinco, ya estoy llegando. Hola, estás ahí boludo, ya está le dije estoy en cinco aunque voy a tardar unos quince, que me espere el chabón. Qué hacés, vas a salir bolu? No sé, más tarde te digo, llamame boludo”.
Esta pretendida conversación, porque yo oía sólo una parte, salía de la chica sentada a mi lado en el colectivo. Calzas negras brillantes y muy ajustadas. El brillo casi no me dejaba verla en conjunto además de la dificultad de tenerla a mi izquierda. Al otro lado del teléfono, aparentemente estaba bolu o boludo, porque nunca le dijo ningún otro nombre.
No sería una émula de Tato Bores hablando sola como lo hacía el cómico de América cuando llamaba “Pink house, may I speak with the President” y del otro lado hacía como que estaba el dictador Videla (me da cosa hasta respetar la ortografía y ponerle mayúscula al apellido de esa m….) o “Presidente Menem, cómo le va!!!” y del otro lado parecía estar el gran gestor del desastre argentino de fines de los noventa?.
También ha sido célebre Carlitos Perciavalle “hablando” por teléfono con los más increíbles personajes. Con sus monosílabos que valían más que una frase entera. Era más lo que no decía pero se entendía perfectamente que lo que realmente decía.
Pero esas eran épocas de teléfonos de línea, ya en decadencia actualmente. Hoy los teléfonos celulares no paran de superarse para poder vendernos uno nuevo cada mes.
Hasta gente con pocos recursos le da más importancia al celular nuevo que a cubrir necesidades básicas. O ya el celular es una necesidad básica tanto o más importante que comer o vestirse? Pasa que necesitamos estar comunicados. Encima ahora nos dan números gratis para hablar. O sea que, como nos sale lo mismo, por qué no hablar todo el tiempo con mis números gratuitos. Llamarnos cada cinco minutos. Mantener conversaciones de horas, como la que relaté al principio, pero es una más de todo lo que se va escuchando en cualquier colectivo. O los pasajeros de un taxi, que indican donde van entre medio de su conversación telefónica y se bajan pagando sin decir siquiera buenas tardes y sin haber detenido un instante su comunicación telefónica.
Ahora voy a usar yo la palabra, pero si hiciéramos una montaña de las boludeces gratuitas que se dicen en los teléfonos celulares (total no se pagan), otra que el Everest, creo que llegaríamos a Plutón sin necesidad de naves espaciales.
A veces me crispa los nervios escuchar hablar, hablar, hablar, además parece que en cada conversación siempre una de las partes lleva la voz cantante y habla el noventa por ciento del tiempo. Y siempre me tocan al lado mío!!!!
Y ya están el Facebook y el Whats App para seguir usando el celular sin parar un momento. Eso sí, cuidado, si querés hacer una llamada por trabajo a un número no regular, te va a salir una fortuna. Y en muchos abonos te van a aparecer adicionales por bajadas de Internet no incluidas en tu abono. Y a protestarle a Mandinga!!! Preparate a gritar un poco cuando consigas superar una cola de dos horas en la oficina de Movistar o cuando consigas que una operadora de Personal, que muy probablemente esté por América Central, te llegue a atender para tratar de disuadirte de cualquier protesta y, por supuesto, no tenga un supervisor para poder atenderte, te tomará un número de reclamo, te lo pasará (tené un cuaderno a mano para anotar todo el número porque es más largo que el que cualquiera puede retener en su memoria) y esperá que nunca! te van a contestar.
Las compañías de celulares han armado un oligopolio tal que la competencia no existe y ejercen un poder dictatorial sobre sus clientes. Las quieren obligar a competir entre ellas, a que el cliente pueda elegir la compañía con su número, portabilidad numérica que le dicen, pero, tenés que estar doce o más meses en la misma compañía desde que compraste el celular, y si te cambiaste de plan para beneficiarte empezá a contar de nuevo, y si cambiaste el aparato, empezá a contar de nuevo…. Y si querés comprar un aparato libre te va a salir tres o cuatro veces más que uno con una línea (y la obligación de quedarte en la compañía…). Hecha la ley hecha la trampa, que le dicen, pero las compañias de teléfonos celulares son eso, una gran trampa “caza boludos”.
Pero a mí no me van a cazar, yo tengo el celular sólo porque lo necesito para el trabajo y porque ando todo el día en la calle y si no no me pueden localizar. Es un arma de trabajo nada más. Yo no les ando poniendo ring tones nuevos todo el tiempo ni usando para hablar pavadas todo el tiempo. A mí no!!
Uy! Está sonando mi celu, con la músiquita que bajé el otro día, es una dulzura… Hola, Martín, que tal bolu?

Texto agregado el 15-09-2013, y leído por 132 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
23-09-2013 Muchas veces he pasado del celular, es mi rebeldía ante todo el come coco que nos inunda sin piedad. IMST
16-09-2013 Genial, muy bueno- jaeltete
 
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