Hoy Elvira se despierta contenta. Anoche dejó atrás todas las penas en aquel pringoso suelo de bar.
Ayer hizo suya la máxima de "Sex, drugs and Rock&Roll".
Bailó hasta caer rendida, bebió hasta dejar de coordinar el paso y los movimientos.
Se folló a aquella chica -no recuerda su cara, ahora borrosa entre la nébula de alcohol, ni siquiera su nombre- en el sucio agujero que tenían por baño en aquel antro.
Cuando se la presentaron pensó algo gracioso, ¿qué era? Recuerda que era un nombre fuerte, que la comparó con la barra del bar, regada de alcohol y con un billete siempre encima. Libertad, ahora recordaba.
Había dicho que era modelo, o algo parecido, aunque después de echarle un vistazo no le pareció de ese tipo. Demasiado delgada, demasiado andrógina... tal vez sea cierto.
Se la llevó a casa y follaron nuevamente en el sofá, tras fumarse uno de sativa.
Ahora sólo quiere verla marchar. El vacío de su pecho volvía a sentirse latir hasta la sien. Es una taladradora haciéndose paso hasta el pecho. ¿Con qué intención? Aquella era una zona yerma ya.
La tormenta había provocado grandes desperfectos en la casa. Pero Elvira últimamente no estaba concentrada. No paraba más de cinco minutos en el mismo lugar de la casa, no terminaba una tarea que ya había saltado a la siguiente, dejando todo a medias.
Salía todas las noches, bebía y se drogaba en cualquier garito atestado de gente. Lo suficiente, como para no recordar por qué había ido a parar allí.