Pensé en contestar su misiva, prontamente, porque veo que ya tiene usted clasificado en literarias figuras nuestros encuentros. Seré concreta, cuántos extraños parajes recorrimos con nuestras charlas. Cuántas ciudades remotas vislumbramos con la simple compañía de un vino tinto, un sahumerio y una cama.
Usted me sorprende, se acuerda cuando yo, una dalila intensa, improvisé mi cocina como barbería, y al son de Lila Down, tan luego nos fundimos en arpegios indescriptibles.
Pienso, ¿es erotismo puro?, no lo creo.
Al menos sé que es lo que yo siento, eso era amor.
Demás describir nuestras caminatas apuradas por las calles de San Isidro, que tienen ese no se qué, vos y yo desafiábamos al mundo.
Lo siento, cuestión de enfoques y de enroques.
Jaque mate, la reina murió.
Hasta la próxima carta