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Inicio / Cuenteros Locales / ocastells / Las zapatillas deportivas de una princesa

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Hoy en día existen otro tipo de princesas. Lejos de aquellas que calzaban zapatos glamurosos, ahora lo que visten sus pies aristocráticos no son sino zapatillas deportivas. Yo conocí a una de estas princesas, una bella y encantadora princesa que una vez, por despiste o por costumbre, quien sabe, se dejó sus zapatillas deportivas en un rincón de mi armario. Suele acontecer de ordinario que las princesas siempre llevan una vida ajetreada y repleta de protocolos estresantes, y ésta no era una excepción. Así que, llevada por sus asuntos y sus empresas, largo tiempo estuvo alejada de un servidor hasta que un día, no hace demasiado, reapareció la bella y encantadora princesa en mi casa reclamando sus zapatillas deportivas, pues sin ellas, esgrimía la susodicha princesa, no se sentía tan cómoda como con la infinidad de pares de zapatillas que guardaba su aristocrático y amplio armario sin fondo. Yo, que de tonto solo tengo lo justo para estos menesteres, la hice pasar demostrándole mi gran alegría por tan inesperada visita, y tanto contento hubo en este feliz reencuentro que la noche pasó fugaz cual tiempo vivido por amantes que gozan dichosos en cuerpo y alma de aquello que suelen los amantes gozar. A mucho pesar nuestro, tanto para la princesa como para mí, el día sucede a la noche y así ella, bella y encantadora tuvo que partir a la primera luz sonrosada del alba. Mas la dejé marchar no sin pena, pues el destino de una princesa, cuya clase aristocrática nunca se debiera estipular por su rango social ni por su herencia familiar, consiste en esencia en su libertad más absoluta para ir de aquí a allá, según dicte el destino y su libre albedrío. Así pues, marchó ella y yo aquí me quedé, al resguardo de un sol ardiente que todo lo invadía excepto la estancia donde ella y yo yacimos la noche anterior. Y entonces, en la penumbra de esta estancia, ¡iluminóse mi corazón!, pues permanecían en un rincón de mi armario las zapatillas de la bella y encantadora princesa, garantizándome aquellas, sin duda, una pronta visita sine die de ésta.

Texto agregado el 01-08-2013, y leído por 238 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
02-08-2013 Podrías hacer como el gato con botas... apretjando un poco las uñas de los pies... stracciatella
02-08-2013 Ta bien. filiberto
 
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