En la columna que hoy nos aguarda y que nuevamente hurto a Barrasus, deseo hablaros de todos aquellos animales que a lo largo de nuestra vida se han ido convirtiendo en héroes y heroínas; baste nombrar a Lassy, la mula Francis, Milú, rintintín etc... pero el caso que traigo a colación no es ficticio, es la historia de Conchita.
Hace unos meses acudí a la casa de campo de un amigo que por derroteros de la vida había perdido de vista y casualmente me encontré en la calle, como os digo, nos invitó a mi esposa y a mí a pasar un día relajado y allí conocí la historia de Conchita...
Cuando llegamos al lugar nos impresionó la increíble mansión de Ernesto, una casa de estilo andalusí de dos plantas con patio interior, cuyo frescor emanaba gracias a un complicado sistema de canales de agua y fuentes provenientes de un manantial que subyacía bajo la casa. A continuación nos mostró los alrededores, bellos jardines y pasajes de bosques de ribera, un verdadero deleite, y por último llegamos a una pequeña granja doméstica que poseía para soslayo de sus hijos, allí tenía patos, ovejas, cabritas, un burrito moruno y Conchita... una inmensa cerda de la raza durox de Yersey de unos cuatrocientos kilos, es decir, más de cuarenta arrobas, lo que nos sorprendió no fue su descomunal tamaño ( en el congreso de los diputados se ven especies mayores), sino que Conchita tenía una pata de palo. Créanlo, es verdad, uno de sus jamones o patas traseras, en concreto la derecha, era un jamón de palo, y así paseaba ella por su pocilga con una graciosa y coqueta cojera. Sorprendidos no más, preguntamos a Ernesto el motivo y situación de dicha patorra de palo:
“ Amigos, Conchita es una heroína, salvó la vida de mis hijos. El año pasado y por motivos que aún desconocemos, la casa salió ardiendo cual pira, de abajo a arriba y de lado a lado con mis hijos dentro, pero ahí estaba Conchita, de un salto sorteó la puerta de la pocilga, llegó a la casa, derribó la puerta principal, accedió a la planta alta donde estaban ellos, los subió a su lomo, bajó las escaleras entre llamas y consiguió llegar hasta el jardín, gracias a ella nuestra familia existe”. Quedamos anodadados, solo se nos escapó un escueto ¡ coño!. A continuación le pregunté que como una cerda de estas características pudo hacer todo eso, y me dijo que no lo sabía pero que pasó tal cual nos contó, pero mi curiosidad como comprenderán , al igual que la vuestra, era la pata de palo, a lo que pregunté: ¿ Ernesto, y la pata de palo a qué se debe, se la quemó y quedó inservible de ella?
“ ¡Que va Jorge, salió entera y sin magulladuras! Lo que pasa es que la apreciamos tanto y le estamos tan agradecida que decidimos no hacer la matanza que estaba prevista con ella, así que este año le hemos quitado un jamoncito que con eso nos aviamos, y el año que viene ya le quitaremos otra cosita, lo que pasa es que la ortopedia en madera de encina es cara, miralá, miralá, ¡que te queremos Conchita, ole mi chochete porcino!
Como comprenderán salimos huyendo de allí, no fuera que saliera la casa ardiendo, salváramos a alguien y nos lo quisieran agradecer. Y encima Ernesto era socio de ADENA,¡ ay estos ecologistas aburguesados...!

Jorge Barrasa.2004.Burguillos.