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Cartas

Los días pasaban y lo sospeche desde el principio. Mi hermano es gay. Pero debido a la sociedad y a mis padres que no aceptaban la realidad él no se decidía a “salir del closet”

Al paso del tiempo mi hermano aceptó su sexualidad sin darle explicaciones a nadie, un día llegó con mis papás y presentó al que era su novio.

Mi hermano Adrián y su novio Sebastián se casaron. En un cumpleaños de mi hermano fuimos a comer a un restaurant muy lujoso donde yo conozco al gerente.

Soy gerontóloga. Y tengo sentido humano por la gente mayor que hace referencia a mi carrera. En el restaurant nos sentaron en una mesa céntrica, íbamos un amigo de la familia con su esposa y su hija, el esposo de mi hermano, el festejado y yo. Ordenamos la comida, el gerente y dueño del restaurant es un amigo mío y nos mandó una buena botella de vino.

Casi al terminar mi amigo Benjamín pidió un brindis por mi hermanos pero al terminar el brindis se dio algo que para muchos es una cochinada y para otros es algo normal, Sebastián y mi hermano Adrián se besaron los cariñitos terminaron hasta que una de las personas que se encontraba en una de las mesas del lugar llamó al gerente y algo le dijo, que yo ya me sospechaba de lo que se trataba, el gerente nos dijo que teníamos que retirarnos del lugar por cuestiones que ya sabíamos. ¿Cómo? ¿De qué se trata?

-disculpa. Perdón que los interrumpa pero la persona que está en la otra mesa se siente incómodo con la actitud del joven.
-¿qué actitud? – Grité – ¿perdón se refiere a mi hermano? – de nuevo grité
-bueno no es para tanto – dijo el gerente.
-¿qué? ¿Me estas corriendo? – y me levanté de la mesa y me dirigí a la mesa del señor que se encontraba con su esposa y tres jóvenes como de 20 años de edad. – perdón ¿pero al señor le molesta que mi hermano se bese con su novio? Déjenme les aclaro a todo que me corren de este lugar por homofobia. Y déjeme decirle que estos tres muchachos saben más de sexo que todos nosotros.
-la casa invita – de nuevo dice el gerente y hoy ex amigo.
-pues solo me faltaba que me cobraras. ¿Y sabes qué? Que te deseo lo peor – le dije y me fui.

Mi hermano se sentía muy mal de saber que a todos los lugares a los que va no puede ser libre. Los días pasaron y un amigo mío que es psicólogo y su esposa se fueron de viaje y me dijeron que me dejaban encargado el consultorio pues trabajo con ellos, soy la doctora que ayuda a los adultos mayores. Un día al llegar la secretaria me dijo que había un par de cartas que había dejado una persona para que yo las leyera y después lo atendiera con una terapia. Me senté en mi escritorio y una de las cartas decía lo siguiente.

“doctora no tengo el gusto de conocerla pero vi que usted me puede ayudar. Soy un hombre de 64 años de edad. Siempre fui un hombre déspota lleno de amargura, siempre fui muy presumido pero me enamoré y esa mujer me hizo ver la realidad y me bajó los sumos. Con los años me volví un hombre vulnerable, no era capaz de tomar decisiones, y mucho menos de llevar un hogar. Me casé con una mujer déspota que siempre me trató mal con la que tuve cuatro hijos, pero uno de ellos es gay y a mí en casa mis padres me enseñaron que eso es malo. Y cuando nos habló de su sexualidad lo corrimos de la casa y lo dejamos desamparado. Y actualmente no sé nada de él. Sin embargo al igual que mi hijo yo también soy rechazado por mi familia. Mi esposa me dice que huelo feo, no sirvo de nada, no tengo sexo con ella, no La beso, dice que soy como un costal de papas. Y mis hijos me dicen que me calle cuando los regaño que soy un estorbo. Pero para lo único que sirvo es para darles dinero, y pagarles sus excesos. Quiero que me ayude.”

“un saludo sincero, Gabriel.”

Fueron más de 10 cartas la que me mandó contándome todo referente a su vida sobre el rechazo que recibió su hijo por parte de ellos y el rechazo que el mismo sufre.

Y llegó la hora de conocerlo ese día dejó una carta la cual no leí por falta de tiempo y el señor llegó se sentó en el sillón y cuando entré al consultorio vi a un señor con una de las caras más tristes que he visto en toda mi vida. Pero se trataba nada más y nada menos de la misma persona la cual pidió que nos corrieran de aquel restaurant. Fue tanta la sorpresa por parte de los dos que no supe que hacer, al paso de la terapia el señor fingió haber recibido una llamada y se fue, pero ya no supe nada de él. Estaba muy confundida que esa última carta la guardé en mi cajón. Días después en mi casa vi a Benjamín y le dije lo sucedido y no lo podía creer.

-no puedo creer lo que me estas contando – dice Benjamín
-imagínate cuando lo vi sentado.
-pues te tengo una noticia. – dice él.
-¿qué pasa? - pregunté
-¿te acuerdas de Roberto castillo?
-mmm… creo que sí. ¿Es el dueño del restaurant aquel donde ya sabes qué?
-sí, ese. Pues ayer me lo encontré y me dijo que cerró su restaurant. Que llegó como una maldición. Se le fueron varios meseros, el chef. Era muchos asaltos afuera del lugar, la comida ya no era de la misma calidad. Y el pobre está terrible y ayer mismo pasé por el lugar y está en ruinas.

Un día por error abrí ese cajón y encontré la última carta que mandó Gabriel
“hace unos meses por error pedí que corrieran a unas personas que se encontraban en un restaurant, dos de esas personas eran hombres y se besaban y pedimos que los corrieran. Lo hice porque uno de ellos es mi hijo Sebastián. Espero que donde se encuentre me perdone.” De inmediato le pregunté a Sebastián del porque no había dicho nada de que el hombre que nos corrió era su padre. Y él dijo que no valía la pena recordarlo después de que lo había rechazado su familia. Le dije que su padre también era rechazado por la familia, en diciembre en el periódico apareció que se había encontrado el cuerpo de un hombre de unos 65 años aproximadamente lo que indicaba es que esa persona se había suicidado. Dieron el nombre de la persona y se trataba del señor Gabriel. Sebastián reconoció el cuerpo de su padre y le dio santa sepultura sin que su familia diera una pequeña señal de interés por él.

¿Pero qué necesidad tenemos de no aceptar lo que los demás hacen? Creo que si fuéramos un poco más tolerantes y respetuosos este show sería distinto.

Texto agregado el 30-06-2013, y leído por 156 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
23-07-2013 a veces vivimos en la ipocrecia y en las apariencias,pocas veces aceptamos la realidad. muy bueno, me gusto. jaeltete
 
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