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EVARISTO

El día que el hombre invisible llegó a mi pueblo, ni yo me enteré. Fue recién el veinticinco de mayo de mil novecientos sesenta y seis, cinco días después de su llegada, cuando estaba disfrutando de la tradicional carrera de sortijas, que veo con estupor, a un tipo en bolas bajo el arco por donde pasan los caballos. Pero la mayor sorpresa fue, constatar, que a ninguno de los asistentes les parecía extraña esta presencia. Primero pensé que entretenidos como estaban con el espectáculo de destreza criolla, no se habían percatado del hecho, luego, que yo estaba en pedo, estado no muy infrecuente en mi, pero no, no había tomado una sola gota de alcohol desde el día anterior. Repasé rápidamente los momentos previos. Me había levantado más tarde que de costumbre, de eso estaba seguro, es decir no estaba soñando y había tomado un mate cocido con galleta, había ido al corral a ensillar el alazán, me acordaba patente que pisé una bosta de vaca, fresca y me tuve que cambiar las alpargatas nuevas, que había comprado para ir al pueblo, por las viejas con bigotes... ¿ Y qué más ?...Ah sí...me había pegado un baño, en homenaje a la fecha patria.¿ Sería eso ?...Lo descarté, pero seguía preguntándome si no era una alucinación, o estaba medio colifa, porque aparentemente, solo yo lo veía. Un tipo en bolas y con ese frío!... Pero parecía no sentirlo...Su cara no me parecía conocida, tampoco era una cara demasiado común como para confundirla con otra, en un pueblo de trescientos habitantes en que nos conocíamos todos, hasta por el grosor del pelo. No me cabía duda de que el tipo era forastero. Medio rubión, de pelo largo, orejas puntiagudas, ojos claros, cuerpo musculoso y alto, exageradamente alto, como de dos metros. No le podía dejar de sacar los ojos de encima...Cuando de pronto veo que un paisano con el caballo a toda carrera, parado en los estribos le va tomando puntería a la sortija, y el muy guacho, cuando la va a ensartar, se la hace a un lado. Ole!!!...Me cagué de risa. El paisano no lo podía creer, le habrá echado la culpa al viento!... Solo yo y él sabíamos la verdad. Esta joda la repitió varias veces. Yo me fui acercando, no fuera cosa que me perdiera la oportunidad de saber quien era. Cuando estuve a su lado, no sabía como interpelarlo, le extendí la mano y le dije. _ Disculpe paisano, soy Juan Tapera, le ofrezco mi poncho si tiene frío, yo vengo bien abrigado...Me miró soprendido y me tendió la suya, en un franco apretón.- ¿ Usted me está viendo, amigo?... No lo puedo creer, es la primera vez que me pasa...Le agradezco el poncho, pero cualquier cosa que me ponga me daría volumen y esta gente es supersticiosa, se imagina si vieran un bulto flotando...Aparte soy atérmico.... Registro mi cara de ignorancia y aclaró.-Que no siento frio ni calor...Y perdone que no me presento, porque no tengo nombre, llameme como guste, amigo. ..
.-Bueno, entonces, Evaristo,..¿ Le parece Bien?...Asi se llamaba mi padre, al que nunca vi.
.- Y...Si no tiene otro mejor?...Sonrió.- Evaristo entonces.
Nos fuimos, de las carreras y lo llevé en ancas hasta las casas. Yo me hice unos churrascos, él no quiso comer nada, dijo que se alimentaba de la energía que le mandaban desde su planeta, que hacía un par de meses que lo habían desembarcado en la tierra, que su misión era haber si quedaba algún descendiente de unos Evaristos que llegaron a la tierra unos miles de años atrás. Que andaba al boleo y así llegó a Blaquier el veinte de mayo, colado en el colectivo que viene de Ameghino, y andaba por la zona porque sintió como una premonisión de que iba a hacer contacto con algún pariente. Nos quedamos charlando la noche entera. A la madrugada se fue. Al despedirse me dijo y me explicó que abriera un correo a mi nombre en internet, para comunicarse conmigo.
.- Debo continuar mi camino, hermano Evaristo. Me dijo, nos abrazamos y se perdió en el horizonte.
Pasado un tiempo comencé a notar, que los conocidos y amigos no me saludaban, pasaban a mi lado como si no existiera, el alazán corcoveaba cuando lo montaba y ni los perros me reconocían, así que me fui del pueblo, a recorrer caminos de polizonte, hasta que te encontré a vos, Evarista.

neco perata

Texto agregado el 01-06-2013, y leído por 240 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
02-06-2013 Un texto cargado de humor que me ha recordado y con tu permiso e repito: El chiste de el hombre invisible, superman y superwoman, el hombre invisible mantenía relaciones sexuales con superwoman, en ese preciso momento superman realizaba un vuelo rasante ante la ventana de los susodichos y la visión que captó fue a superwoman sobre el lecho en una postura y actitud...que el bueno de superman interpretó como una invitación y entró a "matar", (nunca se supo la cara que puso el hombre invisible) elisatab
01-06-2013 entretenido, con humor, bien relatado, me gusto. jaeltete
01-06-2013 Original , divertido a la par que inquietante relato . autumn_cedar
 
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