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Soy José, Joselito para los amigos. Mi madre quiso tenerme teóricamente antes de decidirse a que el coito me diera origen. Era una práctica de su grupo llamado Madres Ideales (MI). Yo hubiera preferido nacer de la forma antigua. Así soy yo. Entre mis pares sólo algunos compartimos este deseo de cambiar el pasado. Aunque debo reconocer que el hecho de que mi madre Aurelia me hubiera planeado con tanta anticipación me trajo beneficios que no todos solían tener al momento de nacer como tener una inflada cuenta de ahorros y seguridad social.
A pesar de estos beneficios, nosotros –los inconformes- estamos peleando por algo más importante que todos nosotros. Una reforma agraria. Una reforma que pudo ser y nunca fue. Mi madre y otras más en su grupo no fueron capaces de ver la importancia de ella. Entre ellas, sólo hubo una que se atrevió a plantear esta poderosa idea que hubiera traído enormes beneficios a las generaciones que hoy estamos aquí sobre este planeta. Ella se llamaba Josefina. Un histórico 7 de abril ella convocó a junta de Madres Ideales con miras a conseguir algo que habría beneficiado a todos los hijos e hijas no nacidos ni nacidas. Pero nadie acudió.
Eventualmente ella tuvo a su imaginada hija Teresa. La realidad fue distinta y la niña nació con un trastorno de bipolaridad. Eso obligó a Josefina a dejar de lado su loable misión, hasta el día en que Teresita (como la llamábamos los amigos) se lanzó desde lo alto del edificio de apartamentos en donde estaba lavando su ropa. Enojada y dolida, Josefina desempolvó sus teorías y reunió a un grupo de adolescentes ingenuos a quienes les enseñó las ventajas que una reforma agraria traería a sus vidas.
Tres años más tarde metió la cabeza en el horno para leer los poemas de Sylvia Plath mientras los gases apagaban su cerebro.
Su muerte nos ha inspirado y hoy decidimos levantarnos en armas e iniciar una revolución.
Capturaremos a todas las Madres Ideales que no apoyaron a la visionaria mujer, a todas aquellas que no vieron y aún no ven los beneficios de esto. Entre ellas buscaremos a aquellas que tengan a alguno de sus padres vivos, los llevaremos al pasado y los disuadiremos de engendrarlas. Sabemos que algunos de nosotros hemos de desaparecer así, pero es un sacrificio que estamos dispuestos a asumir. Todo por enseñarles una lección a las Madres Ideales de entonces. Así, las Madres Ideales de hoy podrán hablarle a sus hijos futuros de cómo las madres del pasado ambicionaron muy poco cuando pudieron soñar mucho más para sus hijos posteriores y que eso llevó a sus padres anteriores a un cambio de destino. Un destino que no habría de haberse movido si la falta de una reforma agraria no hubiera metido este odio en nuestros seres.
Si esta es la última vez que saben de mí antes de no nacer, espero que entiendan la importancia de dejar constancia escrita de nuestras negligencias. Tú, que no creíste y lo pusiste por escrito, vamos primero a por ti.

Texto agregado el 16-04-2013, y leído por 185 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
17-04-2013 Los grandfes anhelos de la humanidad van muy por delante de la realidad simasima
16-04-2013 No sé, de pronto se me hizo como leer a Isabel Allende, con su realidad mágica. drricaldi
16-04-2013 Genial la mezcla. Me recordó la literatura de anticipación de los soviéticos, que imaginaban un futuro más ideal que el presente. Lo tuyo es = pero en regresión para mejorar lo mal hecho por generaciones pasadas. NeweN
 
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