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RELATO CORTO; EL PRINCIPE
En el Castillo de aquel príncipe cuando se celebraba una fiesta, tanto los nobles
como los siervos, y gente del servicio, absolutamente todos, comían en la misma estancia.

La mesas se ponían, todas dentro del mismo espacio, separadas por pocos, metros. Sin apreciación de clase social.
Una extravagancia de la Nobleza, era el comentario que corría entre la gente de alta alcurnia.
Entre la gente humilde era una generosidad de aquel príncipe, demasiado bueno con ellos.

El plato estrella de aquellos banquetes era los camarones, camarones en salsa verde.
Camarones a la pimienta, camarones picantes.

Era el plato favorito de aquel príncipe, generoso que le gustaba invitar a comer.
Tanto a siervos como a nobles , le gustaba que todos comieran los camarones, que el mismo
pescaba entre los aplausos de sus súbditos, y acompañantes.

Aquel príncipe generoso, solo tenia un defecto, no soportaba, que nadie despreciara
sus camarones, al último, que lo hizo fue tirado por un acantilado.
Después de la comida todos bajaban al bar de la cantina, todos se mezclaban.
Nobles y siervos, el príncipe los miraba, y se reía, le parecía estar mirando.
El mayor esperpento, que sus ojos nunca podrian llegar a ver, patético, cómico y gracioso.

A la mañana siguiente, todos estaban inconscientes, la mayoría de la gente
humilde se salvaba de ser descuartizado, eran separados, en está ocasión
por clases, los humildes escuálidos y la mayoría enfermos, era llevados a sus
aposentos. Los Nobles cebados y lustrosos eran separados, y amontonados,
en la bodega de aquel castillo.


Ese día bajo con sus empleados a la bodega de su castillo.
Quería el mejor cebo para sus camarones, alguien le dijo que el mejor cebo
era la carne humana.
Y el pensó, que la mejor carne humana sin duda era la de la Nobleza.

Sus celebraciones, siempre eran discretas, y entre Nobles en disputas
con otros Condados, la desaparición de sus cuerpos.
Eran siempre justificada, por alguna que otra emboscada de sus supuestos enemigos.

Esto atraía la curiosidad de la clase Noble, que siempre,aceptaba la invitaciòn
de aquel generoso príncipe, y que cómo es lógico, nunca regresaban a su dominios

Texto agregado el 18-03-2013, y leído por 115 visitantes. (0 votos)


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