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Inicio / Cuenteros Locales / sullivan074 / El payaso taquero (parte 1 de 2)

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El Payaso taquero
Gildardo iba en su camioneta por el boulevard, conducía rápido pero sin sobrepasar el límite de velocidad permitido, esa tarde era viernes casi fin del mes de febrero, eran días en que la tristeza subía a la cabeza y se apoltronaba reclamando como suya esa propiedad. Pasaba por un sector del camino donde iniciaba una de esas colonias populares que se establecen en las periferias de las grandes ciudades, a los lados del boulevard por el carril de baja velocidad se amontonaban puestos y más puestos de comerciantes informales que ofrecían los más diversos productos, desde comida, artesanías, mascotas, discos, artículos de electrónica; para no seguir nombrando se podría decir que en esos mercados se conseguiría de todo.
Gil, como le decían sus amigos, se dirigía a su departamento después de una jornada de trabajo en la agencia de comercio aduanal en que laboraba desde hacía 10 años; había quedado en salir con una compañera de trabajo que le presentaría a su prima recién llegada a la ciudad y que según ella; estaba ansiosa por conocerle.
-La gran frontera te recibe- decían entre bromas cuando hablaban por teléfono, y ese era el día en que habían quedado en salir a cenar los cuatro: su amiga, el novio de ella, la prima y el.
Iba pensativo tratando de poner orden sus pensamientos, sintiendo dentro de su corazón como el pesar y la pena se hacían los dueños y señores, siempre, recrudecía en esas fechas, iniciando en noviembre y aunque realmente no se le quitaba del todo, si sentía un relajamiento durante el verano.
–Es la nostalgia de los días de navidad- le decía Gladys su amiga, pero Gil sabía que era algo más que eso; era algo que lo perseguía desde que era un chaval, un pecado del pasado que no lo dejaba tranquilo.
Cuando paso por uno de los puestos que estaban a la orilla de la vía, le pareció percibir una figura rechoncha con una gran peluca en color rojo y el cabello enchinado, utilizaba unos enormes pantalones verdes abombachados, sostenidos por unos tirantes de color marrón que se cruzaban sobre un pecho cubierto por una camisa amarilla con enormes botones rojos. Con un sobresalto en su pecho volteo para enfocar aquella silueta que tanto lo había alterado , para confirmar que su visión era en realidad un enorme ‘trompo’ de carne en color amarillento con una pina en la parte superior, hacia contraste con una pantalla verde que anunciaba “Tacos, pase a los ricos tacos” .
– cielos- pensó, mientras retomaba la vista sobre el camino
– no puede ser que aun lleve este remordimiento- y recordó ….
–Han pasado más de 20 años-
Ω












Diciembre 22 de 1993
Eran cuatro chavales, alegres, ligeramente bravucones pero eran chavales.
- Por Dios! Los niños son así, a veces pueden ser crueles- . Ese era el argumento con el que seguidamente eran etiquetados aquellos rapaces.
Braulio, Tomas, Ángel y Gildardo, se conocían desde el primer grado del preescolar y ahora que estaban en el primero de bachiller hacían de su amistad un alarde, chanceando a los más pequeños y bromando a todo aquel que se cruzara en su camino.
Esa tarde habían decidido que pasarían a la plaza del centro, a un lado de la gran catedral había una explanada donde las palomas se daban festines patrocinados por ancianos que se reunían por las tardes a recordar sus tiempos mozos, mientras lanzaban migas y granos a las aves.
Los cuatro bribones esperaron ansiosamente a que el grupo de aves se amontonaran a los pies de los viejos comiendo vorazmente el alimento, y cuando estaba el piso repleto de pájaros se lanzaron con su patinetas haciendo que levantaran el vuelo intempestivamente; algunos de los palomos en su vuelo golpearon a los viejos tumbándoles las gorras y a otros los lentes para el regocijo de los pequeños bandidos, que entre carcajadas se retiraban mientras los ancianos les recordaban a sus madres y otras lindeces que solo se aprenden con la edad.
Así era la vida y el entretenimiento de los cuatro, a veces le quitaban los helados a los pequeños que tenían la des fortuna de pasar por donde ellos, otras ocasiones le retiraban dinero del sombrero al ciego que se sentaba a pedir caridad a la salida de la iglesia; quizá el ciego veía más de lo que aparentaba porque de vez en cuando él si había logrado darles un par de buenos bastonazos en la cabeza cuando intentaban despojarlo.
Ya estaba cayendo la noche cuando Braulio les dijo
– tengo hambre –
Ángel y Tomas solo gruñeron mientras seguían acostados en la hierba a un lado del sendero que rodea la plaza.
– Vamos a lo del payaso -dijo Gil -A ver si nos fía unos taquitos -
Rascándose la panza con la mano derecha mientras la izquierda la mantenía cruzada bajo su cabeza Braulio le contesto:
-Chale! Gil, tu nomas piensas en gorrear- las risas de los otros dos hicieron que Gil se sintiera un poco ruborizado pero captando enseguida el sentido de la ironía les replico:
-No, si ustedes tienen pinta de ricos - mientras se levantaba, se unió al coro de risas.
Los tacos del payaso eran así conocidos porque el dueño tenía un trabajo de payaso por las tardes, cuando había tenido evento, llegaba con prisas a abrir el puesto y no le daba tiempo de desmaquillarse mientras encendía los carbones y preparaba las carnes, la gente que le compraba le esperaba porque él los entretenía haciendo bromas y magias mientras estaba la carne a punto para preparar los tacos. Era un señor ya un poco mayor que a veces o la mayoría de las veces no tenía tanta paciencia con los niños a pesar de ser su público mayoritario, perdía seguido la paciencia especialmente cuando no tenía puesto el disfraz .
Llegaron los cuatro amigos en su patinetas y pidieron de cenar, comieron y se refrescaron con unas gaseosas, mientras le hacían bromas al payaso que solo se limitaba a gruñirles un poco y les hacia una mueca de sonrisa silenciosa cada vez que los chamacos le hacían una chanza. El proceder del dueño era porque tenía otros clientes mayores que eran buenos clientes, de no ser por eso desde hacía buen rato hubiera puesto en su lugar a los renacuajos como se refería a ellos en sus pensamientos.
-¿En que se parece un taquero a un payaso?- Pregunto Gil de pronto. Mientras devoraban los tacos los otros contestaron:
–No sabemos, dinos- Pues en que son la misma persona gorda - contesto Gil soltando una risotada que taladraba la cabeza ya a punto de estallar del dueño del local.
–No, eso no tiene chiste - replicaron sus amigos.
–Mejor hubieras contado un chiste de gordos esos si le quedan al payaso- agrego Tomas con otra carcajada.
–A ver payasito, cuéntanos un chiste- le decían burlonamente al taquero que ansiosamente atendía a los demás clientes.
Cuando los otros clientes, pidieron la cuenta y se fueron, se quedaron solos con el payaso que silenciosamente se les acerco y les dijo primero muy quedo
- Chicos! Acérquense les voy a contar algo gracioso.- todos se agruparon casi juntando sus cabezas y entonces el taquero sorpresivamente les grito:
-Ya me tienen hasta la madre cabrones!! Páguenme los tacos y váyanse a la mierda!!-
Asustados por la inesperada reacción del payaso los cuatro se echaron atrás y se miraron entre incrédulos y divertidos , soltaron la risa y tomaron su patinetas yéndose del lugar sin pagar los tacos.
-Páguenme cabrones!! – gritaba el taquero mientras seguía a Gildardo y sus amigos
Velozmente en sus patinetas ellos huían y se burlaban del gordo payaso y no se detuvieron ni cuando el viejo se llevó las dos manos a su pecho y cayo de rodillas. Con una mueca de dolor y odio se les quedaba viendo, mientras los chamacos risoteaban y bailaban haciendo dengues a su alrededor .
En un intento por agarrar a Gildardo el payaso extendió su brazo y por poco lo atrapa, pero en cambio perdió el equilibrio y pesadamente cayo con la cara al suelo mientras un ronco y extraño sonido salía de su pecho. Así fue el fin del taquero payaso.
Ω

















Sumido en sus cavilaciones casi se pasa de la salida que debía tomar, haciendo una maniobra un poco apresurada y ganándose a pulso los cinco melódicos bocinazos del automovilista que detrás de el iba, s e encamino a la vía secundaria que daba al complejo de apartamentos en la zona residencial del bosque.
Eran ya la 10 menos cuarto y Gildardo se disponía a salir rumbo a la cita de esa noche, pasaría primero por Iván el novio de su amiga Gladys y luego los dos irían a por ellas. Estaba cerrando la puerta de su casa cuando sonó el teléfono celular - Si bueno?, ahhh! Hola que tal como estas? – decía a quien le había llamado -Mmmmm.. que mal plan!,, de veras cuanto lo siento - continuo. –Mira hoy me es imposible pero mañana temprano paso a visitarlos, de verdad cuanto lo siento - y se despidió. Con una actitud de preocupación y miedo consiguió guardar el teléfono mecánicamente en la bolsa de su saco sport.
Así ensimismado en sus pensamientos llego a la casa de Iván y fueron pro las chicas.
-¿Qué te pasa Gil? Estas muy callado- le reclamaba su amiga Gladys.
-Casi ni le has hecho platica a mi prima y mira que ella quedo encantada contigo pero síguele así como vas y lo echaras todo a perder.-
-Lo siento Gladys es solo que acabo de recibir una mala noticia y me siento un poco mal, pero tienes razón Mayra no se merece pasar un mal rato por mis problemas.
- Hombre anímate un poco y platícale a mi prima, suéltate, recuerda que el hecho de que alguien te escuche tus problemas te ayuda a resolverlos o por lo menos a ver otro enfoque.-
-Si quizá sea así-
-Mayra! Ven acá- le grito Gladys a su prima por encima del ruido de la música en aquella discoteca de moda.
-Atiende a este muchacho que necesita terapia, - dijo riendo y agrego- mira gil por si no lo sabes o no te lo ha comentado mi prima aquí presente es licenciada en psicología así que si tienes uno que otro tornillo flojo ella te lo puede apretar - entre risas se alejó dejándolos solos.
-A que mi prima tan bromista- dijo Mayra.
-Si, en efecto así es, y así ha sido desde que la conocí-
-¿hace cuánto que se conocen?-
-cuando yo entre a trabajar hace diez años ella ya trabajaba ahí pero realmente comenzamos a relacionarnos casi después de 2 años lo cual si las matemáticas no me fallan sucedió hace 8 anos. - Gilberto tomo un sorbo d ela botella de cerveza que sostenía en esos momentos.
-Oh! Perdona ¿te puedo invitar otra margarita?-
-Gracias por ahora está bien así-
- Oye Mayra y es verdad eso que dice Gladys de que eres Doctora?-
-jajajajaja no que va no es una carrera de medicina estudie psicología aplicada a las relaciones industriales, aunque la psicología humana cubre y aplica para casi todos los ámbitos.
- Entonces ¿tú me puedes orientar en algo?
- Mira aunque técnicamente si puedo, el hecho de estemos sosteniendo una plática social e informal me limita un poco a darte un diagnóstico, pero te puedo recomendar con un muy buen amigo mío.
-Ehh! no, está bien no te preocupes estaré bien, no es nada, digo no es tampoco que este así como para que me aten o me encierren en una celda acolchada jejejeje - rio por lo bajo Gildardo
-Mira cuéntame que te ocurre sin que sea una plática profesional quizá te pueda ayudar-
-Es solo algo que paso hace mucho tiempo y aun me causa problemas, hay veces que no puedo dormir, y cuando logro conciliar el sueño, me despierto con pesadillas- Gildardo hizo una señal a un mesero que pasaba cerca y ordeno otra ronda de bebidas y envió otras a la mesa en que estaba Gladys y su novio besándose y pasándola bien.
-Si es tu deseo puedes contarme - le dijo Mayra con suave voz, mientras le tomaba la mano, cubriéndola con la suya; pequeña y blanca de recatado manicure con solo aplicación de barniz transparente.
-Quizá en otra ocasión – soltó Gildardo mientras continuaba tomándola de la mano y llevo a sus labios esa suave y perfumada piel dándole un pequeño y seco beso mientras le decía
– Hoy quisiera que nos divirtiéramos juntos, gracias por venir y estar aquí conmigo, ¿Sabes? No he tenido oportunidad de decirte que eres muy bella.- ella solo sonrió coquetamente y con la mano suelta se acomodó el cabello detrás de la oreja, era una manía que siempre le daba cuando estaba nerviosa.
Ω

Texto agregado el 23-02-2013, y leído por 353 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
28-02-2013 Estupendo...Me ha atrapado la historia, leeré la continuación... ***** pintorezco
24-02-2013 muy buen escrito. TRUSTY
 
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