TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / Gemdariel / Vidas Cruzadas (Cap. 05 Pérdida)

[C:516505]

Cap. 05 Pérdida…

Cuando los Saint-Claire llegaron a casa, Phillipe ordenó que Sophie fuese bañada, alimentada y metida en la cama, y una vez que las doncellas le informaron que sus órdenes se habían cumplido, subió a verla.

- Padre no estoy enferma -- protestó la niña -- ¿Por qué debo quedarme en la cama?

- Porque no quiero que enfermes -- le dijo él -- estuviste toda lo noche sometida a temperaturas muy bajas, de modo que te quedarás aquí hasta asegurarnos que estás bien.

Aunque Sophie estaba en total desacuerdo con su padre, y no era precisamente dócil, decidió no darle mortificaciones y se quedó en la cama como se le había ordenado. Anne-Marie fue a verla al igual que Cecile, pero Desiree ni se asomó por allí, y cuando Rachell lo hizo, fue para mortificar a Sophie.

- Definitivamente eres más parecida a un animal salvaje que a una niña -- le dijo -- además de que no tienes nada de juicio, mira que andar por ahí en medio de una tormenta y pasar la noche sola en el bosque, es un milagro que…

- No estaba sola -- la interrumpió ella y Rachel la miró con malicia

- Claro, supongo que tus “amigos” te hicieron compañía ¿no?

Rachel solía burlarse cruelmente cuando Sophie se refería a sus amiguitos, por lo que la niña había aprendido rápidamente a no referirse a ellos en presencia de sus hermanas.

- Estaba con Kendall y con Dylan.

Ahora Rachel abrió los ojos francamente sorprendida, pero enseguida decidió que debía ser otro de los cuentos de su hermana.

- ¿Ahora le pones nombre a los conejos y demás bichos? -- preguntó con maldad

- No, ellos son niños, como tú y como yo - dijo Sophie muy molesta

- ¿Niños?

Rachel hizo un rápido inventario de los chicos hijos de los sirvientes, y aunque se mantenía muy alejada de ellos, no recordó ninguno de esos nombres.

- ¿Sabes lo que le sucede a las personas que comienzan a creerse sus mentiras?

- ¡No son mentiras! -- exclamó la niña con indignación -- Kendall es el hijo de Lord Arlingthon, y Dylan el de Lord Danworth

- ¿Cómo has dicho?

- Me escuchaste perfectamente Rachell

Y ciertamente lo había hecho, pero sus pensamientos iban a velocidades abismales. Casi inmediatamente cambió su actitud hacia la niña.

- Supongamos que te creo -- dijo -- ¿Cómo son ellos? -- y la niña adoptó una expresión de extrañeza -- Descríbelos -- Sophie lo pensó un momento antes de contestarle

- Kendall es rubio y Dylan moreno.

- ¿Eso es todo? Que simple eres niña -- dijo Rachell con exasperación -- ¿No podrías ser más específica? Estatura, color de ojos, apariencia… -- e hizo un gesto con las manos que indicaba interrogación

- Bueno, Kendall tiene los ojos azules y es alto, pero Dylan lo es mucho más y tiene los ojos verdes.

A Rachell se le dibujó una sonrisa en los labios. A pesar de que no tenía trato con los sirvientes ni con sus hijos, había escuchado a hablar a Rosie y a Alice, las doncellas del piso de arriba, y según ambas, Lord Arlingthon era un chico muy guapo, pero según podía recordar, era un año menor que ella. Mientras que Lord Danworth, futuro Duque de Livingstone, tenía su misma edad y a pesar de que Kendall Arlingthon sería el futuro Duque de Darnley, las posesiones de los Danworth eran mucho mayores, y pertenecerían exclusivamente a su único hijo, mientras que Kendall tenía un molesto hermano. Lo que restaba saber, era si el tal Dylan era tan apuesto como decían que era Kendall, y aunque no fuese así, tenía sobradas ventajas que suplirían aquel detalle, en opinión de Rachell.

Sophie era pequeña aún, pero algo en la expresión de su hermana la hizo comprender que lo mejor que podía hacer era guardar silencio. Pero Rachell no era de las que se daba por vencida tan fácilmente.

- ¿Son guapos?

- A mí no me lo parecen, creo que Tommy es más guapo -- dijo con descaro

- ¡Sophie! ¡Thomas es el hijo de un palafrenero!

- ¿Y qué? Tú pediste mi opinión, y no creo que por el hecho de ser un sirviente, sea menos guapo.

- ¡Ah! ¿Qué vas a saber tú?

- Entonces no me preguntes.

Rachell abandonó la habitación para tranquilidad de Sophie, pero siguió dándole vueltas al asunto, después de todo una chica tenía que preocuparse por su futuro, pensó. Aún faltaban tres años para su presentación en sociedad, pero si las cosas podían arreglarse antes, mucho mejor.

A las chicas no se les permitía asistir a bailes ni reuniones de ningún tipo antes de ser presentadas en sociedad, de modo que no le serviría de mucho fastidiar a su padre para que invitase a los Danworth a su casa. Así que tendría que idear otra forma para que Dylan Danworth se enterase de su existencia, y si la tonta de su hermana lo había conseguido de forma tan sencilla, con toda seguridad ella también lo lograría.


Al día siguiente y en vista de que Sophie estaba bien, Phillipe le permitió salir de la cama. Lo primero que hizo Sophie, fue ir a ver a su madre, pero eso le causó una gran tristeza, porque Daphne había empeorado de nuevo. Pasó casi todo el día en la habitación de su madre, solo bajó a comer y volvió. Sus hermanas también habían estado allí, pero no se habían entretenido mucho, la que se quedó más tiempo fue Cecile, pero finalmente también se marchó.

Ya era muy tarde cuando Phillipe le dijo a la niña que fuese a descansar. Sophie se inclinó, y le dio un beso en la frente a su madre.

- Buenas noches mamá -- Daphne apenas abrió brevemente los ojos y trató de sonreír a su hija, la niña hizo lo mismo y luego marchó hacia la puerta -- Buenas noches padre -- se despidió

- Que descanses linda -- dijo él dándole un beso en la frente

La niña entró a su alcoba, se cambió, se metió a la cama, y a los pocos minutos las lágrimas comenzaron a escaparse de sus ojos porque sabía que acababa de despedirse de su madre para siempre. No supo cuando se quedó dormida, pero le parecía que acababa de hacerlo cuando escuchó murmullos a su alrededor.

- Es una pena, milord tan joven y ya viudo -- decía una voz

- Y con cinco niñas que cuidar.

Sophie sintió un profundo dolor en su corazón, porque aunque ya lo sabía, escucharlo era otro asunto. Fingió seguir dormida porque no se veía capaz de enfrentar a nadie con aquella nueva realidad, y mucho rato después que las doncellas abandonaran la habitación, ella seguía con los ojos fuertemente cerrados. Y así permaneció hasta que Phillipe entró y se acercó a la cama.

- Sophie -- llamó con suavidad y aunque ella no quería abrir los ojos, finalmente tuvo que hacerlo

Mientras había permanecido allí sola, había pensado sensatamente por un lado, que no podía quedarse allí para siempre, pero por el otro, que no tenía un motivo para levantarse. Sin embargo, cuando abrió los ojos y vio los enrojecidos de su padre, supo que sí tenía un motivo para continuar.

- Linda…

- Ya lo sé padre -- dijo ella y se abrazó a él -- Pero ya ella está descansando y no sufrirá más.

Phillipe se sintió miserable, se suponía que debía ser él quien estuviese consolando a su pequeña hija, y casi era lo contrario.


Se hicieron los arreglos para el funeral y la casa se llenó de gente. Pronto se convirtió en un desfile de hombres y mujeres extraños casi todos, que les daban fríos besos y condolencias carentes de verdadero sentimiento. Pero un personaje no esperado, fue el que mayor impresión causó en las pequeñas Saint-Claire.

Era un individuo alto, de cabellos negros, fríos ojos azules y vestimenta clerical. Sophie fue consciente de dos cosas, la primera que aquel sujeto no era una buena persona aunque vistiese ropas que lo identificaban con un oficio que era por definición, el paradigma de la caridad, la compasión y el amor hacia el prójimo, sus ojos decían o más bien gritaban, que no había nada que le importase menos que sus semejantes. Y la segunda, que su padre no sentía ningún aprecio por él.

- ¿Qué haces en mi casa Louis?

- He venido a presentar mis respetos a tu fallecida esposa.

- No seas hipócrita. Sé perfectamente la opinión que tenías de ella, así que ahórrate el teatro.

- No voy a fingir que aprobaba su conducta, pero sigues siendo mi hermano.

- ¡Vete al infierno!

La mirada ya de por sí muy fría de Louis Saint-Claire, se endureció aún más. Sin embargo, el largo ejercicio en el arte del fingimiento, lo hizo ocultar con maestría sus sentimientos. Las niñas no habían escuchado el diálogo entre los hermanos, pero fue obvio para ellas la mutua antipatía que se profesaban.

- Quiero que te vayas de mi casa ahora mismo.

- Eso no sería bien visto Phillipe. Eres mi hermano y tu esposa acaba de fallecer, todo el mundo sabe que estoy en Inglaterra, de modo que como comprenderás, no puedo hacer tal cosa.

- Me trae sin cuidado lo que la gente pueda pensar.

- Sí, recuerdo eso -- dijo Louis con sorna -- pero a diferencia de ti, a mí sí.

Pero aunque Phillipe tuviese mucho más qué decir, tuvo que callar porque venían llegando los Arlingthon.

- Lamentamos mucho lo sucedido Phillipe -- dijo William estrechando su mano

- Gracias.

- Cualquier cosa en la que podamos ser útiles Lord Saint- Claire, no dude en acudir a nosotros -- dijo Brenda

- Muchas gracias mi Lady

Los dos niños estrecharon su mano, y luego se vio forzado a presentar a su hermano.

- Es un placer conocerlo Su Eminencia, aunque lamento que sea en tan tristes circunstancias -- dijo William, pero en su frío saludo se notaba la total ausencia del mencionado placer

Aunque Louis había extendido su mano a la espera de que besasen el anillo, ninguno de los Arlingthon lo hizo, y después de los saludos pasaron al Salón.

- Creo que has venido al lugar equivocado si quieres recibir los inmerecidos honores a los que estás acostumbrado -- dijo Phillipe con satisfacción

- Una de las virtudes que he cultivado es la paciencia hermano -- y acercándose a su oído -- Esa estúpida mujerzuela no vivirá para siempre.

Por supuesto, si aquella frase hubiese sido escuchada por las personas equivocadas, Louis Cardenal Saint-Claire, habría sido acusado inmediatamente de alta traición y condenado en forma sumaria a ser decapitado. Lo que llevó a Phillipe a preguntarse qué demonios hacía un cardenal de la Iglesia católica, en la anglicana Inglaterra. Porque era un hecho que Isabel I no profesaba ninguna simpatía a los católicos, entre otras cosas porque no olvidaba el importante papel que habían jugado éstos al poner todas las trabas posibles para legitimar el matrimonio de sus padres, ni que habían sido piezas clave para que tanto su hermana María como ella, fuesen declaradas ilegítimas una vez que Enrique VIII contrajo nuevas nupcias y naciera Eduardo. Así como tampoco podría olvidar toda la conspiración en donde estuvo involucrada su prima María Estuardo, y que finalmente le costó su cabeza, que estuvo orquestada igualmente por ellos. Pero conociendo como conocía a su perverso hermano, Phillipe estaba seguro que nada bueno sería lo que lo había llevado allí, y ciertamente no quería enterarse.

- Supongo que aquella multicolor variedad de criaturas, son las que llamas hijas ¿no? -- dijo Louis, sacándolo de sus pensamientos

- Son “mis hijas” y te juro que si les dices algo desagradable, no tendrás tiempo para arrepentirte -- siseó Phillipe

- Eso depende de lo que consideres desagradable.

- Escúchame bien Louis -- le dijo asiéndolo por un brazo -- Sea lo que sea lo que te ha traído aquí, y que ciertamente no me interesa, te sugiero mantenerte alejado de mi familia, porque te convendría recordar las razones por las que abandoné mi país.

- Hasta donde sé, la principal razón será enterrada en breve -- dijo él de forma por demás inmisericorde

- No, la principal razón es que tengo habilidad para sacar de mi camino a los individuos que me estorban, y sin duda tú calificas en ese renglón.

Dicho esto lo soltó, le dio la espalda y se alejó para recibir a los Danworth que venían llegando en ese momento.

Las niñas habían estado observando con diversos grados de interés al hombre que conversaba con su padre, hasta que Anne-Marie ahogó un grito.

- ¿Qué sucede? -- preguntó Cecile

- Es el tío Louis -- susurró la chica

Rachell prestó atención pero la verdad no tenía demasiados recuerdos de él. Los Saint-Claire habían abandonado Francia cuando Sophie tenía un año, y mientras vivieron allá, el hermano de su padre no las visitó muy a menudo, ya que hasta donde sabían, vivía en España. De modo que la que tenía algo más de recuerdos de él era Anne-Marie y tampoco era que fuesen muchos. Vieron al sujeto aproximarse a ellas, y lo miraron con curiosidad.

- Señoritas -- saludó él, y ellas hicieron una ligera reverencia

Louis ni se molestó en extender su mano, estaba más que seguro que su hermano no había criado a sus supuestas hijas con las enseñanzas católicas, y sería mucho esperar que aquellas pequeñas salvajes tuviesen ni la más mínima idea de cómo tratar a un dignatario eclesiástico. Sin embargo, las miró con atención. Estaba bastante seguro de que al menos la mayor era su sobrina, pero cuando paseó la vista por las demás, aunque hermosas todas, estaba igualmente seguro de que ni una sola gota de sangre Saint-Claire corría por sus venas. No obstante, cuando llegó frente a la menor, no pudo evitar una exclamación.

- ¡Por todos los cielos!

Las niñas lo miraron con extrañeza, e incluso Anne-Marie examinó rápidamente la vestimenta de Sophie, ya que estaba acostumbrada a que su hermana con su manía de andar jugando en el jardín, siempre estuviese sucia o rompiese los vestidos, pero aquello era imposible porque Sophie no se había movido de allí. Mientras tanto, Sophie había mantenido su mirada fija en los fríos ojos azules que la miraban casi con horror, y por alguna razón, aquello causó regocijo en la niña.

- ¿Sucede algo malo? -- preguntó

Pero Louis nada dijo, sino que les dio la espalda y se marchó apresuradamente. Mientras se alejaba iba pensado que debía modificar sus pensamientos, porque sin duda alguna, aquel pequeño demonio era una Saint-Claire.


Después de mucho rato las niñas se dispersaron, ya estaban cansadas de estar de pie en aquel lugar, y la única que se quedó en su sitio fue Anne-Marie.
Rachell y Desiree miraban con atención, la primera a los Danworth, al menos las dudas se habían despejado en cuanto a la apariencia del futuro Duque, y si antes Rachell estaba decidida, ahora lo estaba mucho más. Mientras que Desiree miraba a los Arlingthon, en su opinión Kendall Arlingthon parecía la representación de un ángel. Sin embargo, tuvieron que suspender su indiscreta observación cuando Lady Danworth se giró.

Cecile se había retirado a la Biblioteca, se sentía cansada y deprimida, y para empeorar la situación, tenía dificultad para respirar de nuevo. De modo que había decidido alejarse un rato de la gente y sentarse allí.

Sophie, a quien Phillipe había pedido expresamente que no saliese de la casa, fue a sentarse al pie de las escaleras. Seguía preguntándose la razón por la que el hombre que Anne-Marie había dicho que era su tío, le tuviese esa antipatía. Pero no encontrando un motivo, decidió desecharlo.

- Bueno, yo no le he hecho nada -- dijo para sí misma

- Hablar solo no es una señal de cordura señorita Saint-Claire.

Levantó velozmente la cabeza, y se encontró con los ojos de Dylan.

- Hola Dylan -- lo saludó

- Lamento lo de tu madre.

- Gracias

Casi de inmediato apareció Kendall también en compañía de su hermano menor.

- Hola Sophie -- luego del saludo le dio sus condolencias y después presentó a su hermano -- Este es Arthur, mi hermano menor

- Señorita Saint-Claire -- saludó él formalmente y ella inclinó la cabeza, pero notó que el menor de los Arlingthon parecía sentirse incómodo, cosa que quedó en evidencia con su comentario posterior -- Creo que deberíamos volver con nuestros padres.

- ¿Por qué? -- preguntó Kendall

- Y ciertamente yo no quiero volver con los míos -- dijo Dylan

- No me parece apropiado que estemos aquí… -- hizo una incómoda pausa y luego agregó -- importunando a la señorita.

Kendall y Dylan entendieron de inmediato la indirecta, a pesar de que ellos eran mayores que Arthur, el chico siempre había mostrado el mayor apego a las normas del buen comportamiento social, y sin duda que tres chicos estuviesen solos con una joven damita, por muy pequeña que esta fuese, no sería bien visto. El único problema, era que a los dos mayores los traía sin cuidado aquello, especialmente a Dylan. De modo que para incordiar aún más a Arthur, se sentó en la escalera al lado de Sophie.

- Veamos -- dijo mientras se aflojaba la corbata y quitaba el ultimo botón de su camisa, que sentía que lo estaba ahogando -- ¿Te incomoda nuestra compañía señorita Saint-Claire?

- No -- contestó ella con simpleza

- ¿Lo ves? -- dijo Dylan mirando a Arthur -- Si tantas ganas tienes de volver al lado de tus padres, hazlo, yo me quedo aquí.

- Y yo -- dijo Kendall sentándose al otro lado de Sophie

Sin embargo, Arthur no tuvo ocasión de protestar, porque en ese momento escucharon una voz detrás de él.

- ¡Sophie! -- exclamó Rachell -- ¿Qué crees que estás haciendo?

- Nada, simplemente estaba cansada de estar de pie y vine a sentarme un rato

Pero Rachell se había olvidado que estaba riñendo a su hermana, porque miraba de reojo a Dylan, y Sophie pareció recordar sus buenos modales.

- Es mi hermana Rachell -- le dijo a los chicos que se habían puesto de pie -- Rachell, ellos son Kendall y Arthur Arlingthon y Dylan Danworth

- Encantado señorita Saint-Claire -- dijo Kendall -- y permítame expresar mis más sentidas condolencias por el fallecimiento de su madre.

- Gracias milord -- dijo Rachell mientras hacía una breve reverencia

Arthur le dijo aproximadamente la misma cosa, mientras que Dylan apenas abrió la boca.

- Señorita -- fue lo único que dijo

Y no hubo tiempo para mucho más, porque enseguida hizo acto de presencia Lady Danworth, saludó a los niños y le pidió a su hijo que la acompañase.

- ¿Podrías hacerme el favor de acomodarte la corbata Dylan? -- le susurró con ira -- Pareces un…

- No madre -- al interrumpió él -- no tengo ningún deseo de morir asfixiado.

Y zafándose del brazo de Helen se alejó hacia las puertas de entrada.

- Joseph -- dijo en cuanto estuvo al lado de su marido -- Creo que el señor James es del todo inútil.

- ¿Y ahora qué sucede?

- Mira a Dylan, ni siquiera es capaz de vestir apropiadamente.

- Helen, tiene catorce años déjalo en paz

Pero a pesar del tono terminante de su marido, ciertamente ella no tenía ninguna intención de dejarlo en paz.




Safe Creative Código: 1211052633415

Texto agregado el 11-02-2013, y leído por 93 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
11-02-2013 5*... pero cuándo entra el gato?, es decir el protagonista =X/ Salem_the_Cat
11-02-2013 Una fina lectura. Reitero lo dicho inicialmente Espero lo que sigue. Saludos Gemma felipeargenti
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]