PASEO NOCTURNO

Dormía profundamente cuando me sobresaltó la fuerte impresión de que algo extraño estaba pasando en el pueblo esa misma noche…Y me levanté de un salto para averiguar, así como estaba agarré la bicicleta y me eché a recorrer el barrio. El rocío nocturnal sobre el asiento había mojado mis calzoncillos, y yo sin darme cuenta. Por un momento tuve la leve sensación de haberme convertido en un fantasma que vagaba. Las calles eran cintas transportadoras de plomo gris o yo me desplazaba sobre ellas sin tocarlas ni pedalear, y todo en un silencio que nada decía. La brisa esquivaba mi cara y no sentía frío, era invierno y con la camiseta me alcanzaba, A mi paso los perros no ladraban y con un cielo sin sol, ahora los focos de la calle negaban mi sombra. En los árboles me esperaban estáticas las hojas, y por ahí arriba, los pájaros muertos de oscuridad fulminante.
Todo me resultaba como ajeno en la noche. Ningún vehículo cruzaba las esquinas aún con semáforo amarillo permanente, sólo yo me animaba. Ni siquiera a los agentes del patrullero les llamó la atención que un tipo en bicicleta y en paños menores paseara por el pueblo a esas horas.
En el camino de vuelta quedé convencido que en la noche las cosas son distintas. Que se ponen un poco locas, pero por suerte al llegar el nuevo día todo se acomoda y vuelve a la normalidad. Con esta tranquilidad entré a mi casa, traspuse la puerta todavía cerrada de mi dormitorio, y en la oscuridad me vi durmiendo placidamente bajo las pesadas frazadas. Para reconfortarme. Sabía que en pocas horas, afuera encontraría lo habitual, y en perfecta armonía. Ya solo me faltaba meterme en mí y descansar del imprevisto paseo en ese cuerpo reposando ahí… Más después de un rato, cuando apenas sentí mi calzoncillo seco sobre mi piel caliente, fue cosa de cerrar los ojos y nuevamente sumarme a otro sueño que recién comenzaba…