La loca Emilia era todo un personaje. Nunca he visto a persona alguna que hiciese reflexiones más profundas que ella. Cuando se desesperaba decía:-¡Estoy a punto de enloquecerme! Se la veía contando monedas que sacaba de un tarro que era su alcancía a una velocidad que nunca le vi ni a los cajeros de banco. Para leer el periódico lo leía cogiéndolo al revés y leía de corrido con pausas como si fuese una locutora. Era una delicia escucharla leyendo sentada en un café porque leía y paraba para hacer comentarios obscenos y apuntes muy graciosos. Las monjas teresitas ponían muchas quejas de ella en la administración municipal porque se paraba en la entrada del colegio femenino y se levantaba la bata y siempre estaba sin calzones y les decía a las monjas cosas obscenas sobre el sexo y a las niñas del colegio también. Decían que era cuando había luna llena que se volvía insoportable. Las señoras de las damas de la caridad hicieron gestión y la llevaron a un manicomio muy famoso. El manicomio de San Cansio. Allí se convirtió en auxiliar muy valiosa para los siquiatras porque en un patio especial estaba Bartolomé el cual no era un loco agresivo pero le tenían miedo porque a todo el que entraba le hacía una premonición de mal agüero. A un siquiatra le dijo que se accidentaría y quedaría en silla de ruedas y se lo dijo con pelos y señales, día y hora exacta. A una enfermera le predijo la muerte de su señora madre en circunstancias horrorosas. Nadie en el manicomio se atrevía a estar en presencia de Bartolomé. La llegada de Emilia fue la salvación porque fue amor a primera vista…. ¡Santo remedio ¡ Para atender la medicación de Bartolomé se le indicaba a Emilia y ella se entendía con él. Incluso se violaron todos los protocolos médicos ya que Emilia armo su cama al lado de Bartolomé y todo el mundo lo sabía pero de los males el menor, pensaban los galenos.