Chuang Tzú tuvo un sueño. Soñó que estaba despierto y que hacía un esfuerzo sobrehumano para dormirse. Cuando conseguía dormirse empezaba a soñar que estaba despierto y entonces volvía a esforzarse, nuevamente, en conciliar el sueño, pero cada vez le costaba más y siempre volvía a soñar lo mismo. Así estuvo días y noches, enredado en ese sueño, y tardó mucho tiempo en despertarse. Cuando por fin lo consiguió, encontró el suelo de la habitación lleno de alas de mariposas manchadas de sangre y ya, nunca más, quiso volver a soñar.

JUAN YANES