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Inicio / Cuenteros Locales / carampaima / El chistoso karma de un extraterrestre

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El karma es un tema exóticamente extraño para todos los de su colegaje espiritual. Nadie de ellos tiene karma alguno entonces pagar un karma es tan extraño como volver a comer carne o tener que volver a ser caníbal en el seno de una civilización porque se ha comprometido acompañarla e impregnarla energéticamente para que los seres “ se calienten “ y se acelere su desarrollo espiritual. Eso sucede con Darío. Ël está aquí acompañando y es como un pedazo de acero al rojo cereza que se deja tirado en medio de un reguero de piezas de hierro a temperatura normal. Su temperatura es tan alta que todas las piezas se calentaran y, la de menos, quedará tibia. No puede hacer ninguna intervención directa aunque casi todo lo que observa le parece loco sabe que no tiene la autonomía para opinar ni para modificar. Sólo está para impregnar energéticamente. Ha visto algunos parecidos a él y se maravilla que ninguno tenga consciencia de lo que son porque en la transferencia al cuerpo físico no se transfiere la identidad.
En realidad Darío pertenece al seno de unos seres espirituales que están en una etapa post_tecnológica y por ello no puede decirse que pertenece a cierta civilización. Civilización significa cultura y cultura implica tecnología y ellos ya no tienen ni cuerpo ni tecnología. Crean con la mente. Por eso ya no utilizan naves ni cosa parecida. Eso es cosa del pasado remotísimo. Darío se afincó en la tierra un día que entre dos niños hubo una disputa a pedradas y el uno mato al otro con tremenda pedrada que dio en su cabeza matándolo en el acto. Darío refaccionó, un poco al niño difunto y arranco llorando para su casa a desempeñar su papel sin que nadie lo notase. Para él ese asunto era sencillo.
Darío se sentía en el nuevo cuerpo como un cirujano cardio_infantil operando pero con guantes de boxeo puestos. Eso era tremendamente cómico y un poco incómodo. El cuerpo que había ocupado era sumamente resistente pero lleno de limitaciones. Se sentía en él como un adulto calzando zapatos de niño. Pese a todo había logrado desarrollarle una inteligencia superior a uno de los estandartes de esa civilización, un tal Gohete. En otras materia ese cuerpo estaba cagado pero con el agua a kilómetros.
Lo que más asfixiaba a Darío era pagar unos karmas pequeños que tenía el dueño del cuerpo que recogió pero que aunque pequeños eran tremendamente ridículos. Uno de ellos era el karma económico, el otro el karma emocional tan pendejo que cargaba. Le habían causado risa los dolores físicos y las enfermedades que lo obligaron a hospitalizarse en manos de unos médicos presumidos y ridículos. El veía como improvisaban tratando de adivinar con unas máquinas chistosas la enfermedad que aquejaba a ese cuerpo físico y que era de origen karmico. Le hubiese gustado especializarse en la historia de las civilizaciones que, entre otras, era demasiado cómica. Esa sola ocurrencia ya era impensable y demasiado ridícula.

Texto agregado el 16-11-2012, y leído por 286 visitantes. (0 votos)


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