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FISRT CLASS
(PART ONE)

Viajar no es cosa fácil. Lógicamente, hay personas que tienen mayores posibilidades económicas que otras, para invertir en un viaje. Hablemos claro, hay gente muy adinerada que puede comprar prácticamente todo lo que quiera; lo necesario y hasta lo innecesario, e fin, todo aquello con lo que no cuenta la mayoría de los mortales, para hacer su viaje más placentero.
Ta vez este relato de la impresión de ser una queja contra los que tienen más recursos económicos, contra aquellos que sencillamente tienen mayores posibilidades monetarias que yo, pues no debería ser solo una impresión: ¡Es así! Es la verdad, me molesta. No… me arrechan tantas brechas entre los seres humanos.
La cosa va más o menos así. Desde antes de iniciar la tortuosa faena de un viaje, ya se notan inmensas diferencias entre los mal llamados primera, segunda, tercera y hasta cuarta clase de pasajeros. Cuando vas al chequeo, el cual debe ser tres horas antes para los vuelos internacionales, tú; cuarta clase, económico, turista o como sea que te llamen, llegas cinco o más horas antes, esto con el fin de chequear temprano y tomarte un tiempo en buscar ofertas en el Dutty Free… ya sabes que fuera del país no conseguirás nada barato. Eso era antes, cuando la Venezuela Saudita. Ahora na nai… además, debes pagarlo en moneda extranjera, cosa difícil por estos días… pero nada, luego de estar tres largas horas en cola para retirar tu pase de abordo, llegan los first class y ¡Zuas! como un rayo los pasan por una línea especial para ellos, con alfombra, usualmente color azul, y sin más ni más, desfilan a tu lado arrastrando una maleticas tan chicas y ridículas que piensas en que tu podrías perfectamente llevarla al hombro.
Generalmente hay una persona uniformada con los colores de la línea aérea en cuestión. El más perfumado que se encuentre de turno en la línea, conduce a los first class a cancelar los respectivos impuestos, pero perdón, ellos esperan en un ladito, donde no los pisen, mientras los olorosos les cancelan las tasas. Tú, si no te mueves rápido, te gastas el resto de las horas tratando de pagar los dichosos aranceles.
Cuando vas a cancelar el bendito tax, caes en cuenta que no te alcanzan los billetes, no sueles cargar efectivo encima y lo que tenías, se lo diste al ladilloso del embalador que te agarro la maleta desde el estacionamiento sin preguntarte siquiera y la llevó directo a la máquina. Aunque cobra 20 Bolívares, tú de buena vaina y viendo que el tipo le echo bolas levantando esa maleta donde llevas media casa, le diste 10 bolos más, justo lo que ahora te falta frente a la caja.
_ ¿Acepta tarjeta de débito? Preguntas con cara de pánfilo al despachante.
Ella, que esta buenota y solo trabaja allí para pasar el rato _ya que esta empatadisima con el General que comanda el Aeropuerto_ te responde simple y llano:
_ No.
Insistes tú.
¿Y crédito? Ya imaginabas la respuesta, pero osaste preguntar. Ella te responde con su carita de lado:
_ Tampoco, mi cielo. Sólo efectivo. Cero plásticos.
Te molestas. Piensas que esa mujer se está burlando de ti. …”Cero plásticos”, dijo. ¿Y es que acaso esas tetas son de acero? De lejos se le nota que son operadas…Reaccionas, buscas tranquilizarte. Ella no tiene la culpa de nada y la cola tras de ti se hace inmensa.
_ ¡El siguiente! Grita la tetona acerada de cabello ensortijado. Grrrrrrrrrrrrrr.
Más tú no tienes tiempo para el morbo. La observas como grabando su imagen. Necesitas una referencia para mirarla luego, cuando traigas un fajo de billetes en mano y entonces compararías el trato. El cajero electrónico es tu próxima parada.
A esta altura del viaje, que por cierto no ha arrancado propiamente dicho, has hecho cola para embalar, cola para chequear, cola para pagar tasa y ahora cola para el cajero electrónico. Es tu turno pero, qué horror, solo está dando papelitos de saldo. Nada de billetes. Rápidamente te pasas al cajero de otro banco, no es el tuyo pero bueno, ¡Que carajos!… Sin saldo. Sigues avanzando, la tercera es la vencida, piensas. Efectivamente, lo has logrado. Ya tienes 400 Bolívares en mano. Un detallito, el cajero viejo y maltrecho, no te regresa la tarjeta. Un sonoro mentón de madre nace a borbollones del torrente de tu alma y en una estridente palabrota que no te es usual, inunda con un eco infinito el espacio: Coñodesumadre dre, dre, dre…
Y pensar que de ese cajero no hay un banco allí en el Aeropuerto. Pues nada, tocará solucionarlo al regreso. Dinero en mano te diriges a la taquilla. Entre la deuda y el deseo bajas a todo tren las escaleras mecánicas que acaban de apagar. Mientras esto haces, ya los Fisrt Class llevan par de wiskis por el buche y se alistan a dar una vuelta por el Dutty…

Llegas con los 140 bolos en mano, piensas que si quiere la cajera quedarse con los 2,50 del vuelto, que le eche pierna, total, ella está trabajando y tú viajando. Lavas con ello tu loca conciencia. Estás de afán, pasa el tiempo y no te conviene. Lamentablemente afrodita con sus encantos postizos se ha marchado y ahora la vieja gorda que la suplanta, te indica que debes hacer la cola.
Mientras te achicharras allí de pie en una columna interminable de desesperados por ir al Dutty Free, tragas grueso e intentas mirar a través de los cristales que te separan de inmigración a ver cómo está el movimiento allí dentro, pero es imposible, alguien tuvo la sádica idea de colocarle papel ahumado a los cristales, de manera que esas largas despedidas de enamorados, de borrachos o de hijas exiliadas, ya no fuesen posibles.
Bueno, ni modo, te mamas tu colita one more time, pero la docena de Señoras de rostro lozano pero no natural que tienes por delante con franelitas moradas del campamento de cosméticos y vainas de esas, devuelven el eco a tu mente: Dre, dre, dre… Ya. Lo lograste. Eres libre. Avanzas raudo y veloz cual Meteoro en su Mach 5 en pista libre. Tan libre que no hay nadie cuidando la entrada en el torniquete. ¿Y ahora qué hacer?…. La espera de nuevo. Miras a un lado, al otro y no llega nadie para atenderte. Te atontas y un grupo de 15 árabes se colocan delante de ti. La mente vuelve a volar, esta vez gira en torno al 11 de septiembre aquel… ¿Un coñazo de carajos como estos estuvieron involucrados en lo de las torres gemelas? ¿Verga, te imaginas ese peo en Venezuela? ¿Para dónde irán esos tipos?… Ojala no vuelen conmigo. Zaperoco.
Pensando tanta paja, la cola se hizo realmente larga. Se te han colado alemanes, franceses, italianos, gringos, primeros justicieros, globovisionistas, y una parranda de carajitos que tienen pinta de ir con sus caucásicos papis Disney World. Por fin reaccionas pero que va, ya los Fisrt Class se tomaron el tercer trago y van camino a la Nike. Si no hubiese sido por uno de estos carajitos que se dio cuenta que pasando el nuevo código de barra que es el impuesto de salida y desbloqueaba el torniquete, todos hubiesen en perdido el vuelo. Pero bueno, gracias a los cyber niños, esto no pasó. Das gracias a Dios por los mocosos, pero en realidad no les perdonas que las únicas imágenes que tienes de Mickey es el las comiquitas que viste de chamo en la tele. Listo, ya estas adentro. Solo debes hacer la colita para los rayos X de la maleta, luego la otra de los rayos X para ti y posteriormente la de inmigración, que aunque no vez los rayos X, estoy segurísimo que te escanean otra vez. Listo, no más cola… Si, como no.
Ahhhh. Gracias a Dios, dices iluso. Luego de media hora, caes en cuenta que has hecho la cola que corresponde a los extranjeros. El ya popular eco no viene a tu cabeza, pero es tan negra la palabrota que entre dientes bramas, que mejor la callas. Bueno no saliste tan mal ya que el afrodescendiente que está dando las rondas se percató de tu caso y te pasó directo al stand, no sin antes sugerir lo obvio: ¡Hay que estar pendientes para evitar retrasos! Todos te miran con cara de criminal, pero tú no das merito a eso. Total, por fin le ganaste una al sistema, aunque el negro de verga ese, perdón, el afrodescendiente, te haya llamado la atención y recriminado en público. Piensas para ti, pero muy para ti…este pajuato es más salido que una gaveta y más bocón que Chaka Zulu…NJ. Te tranquilizas pensando que gracias al hijo de King Kong, que es cuartoclasero, como tú, no perderás tu vuelo.
Ahora sí. Listos de verdad. Metes todos los documentos en tu bolso de mano, el cual llevas medio vacío para llenarlo en el gran Dutty….ahí lo ves, tan cerca, tan colorido. Vas a él, pero alguien con voz de narrador de bingo por el alto parlante hace el llamado al abordaje. Dre, dre, dre… Que mala suerte. Te reprimes, pero ni modo, al regreso pasaras al Dutty, por ahora lo importante es abordar. A paso firme pero sin mayor prisa te diriges al Gate 14. Esa es tu puerta. La sabes de memoria desde que te entregaron el borrding pass. Llegas allí y piensas que hay un error. Es tan larga la cola, que no parecen caber todas esas personas en el avión. Lógicamente quedas entre los últimos de la fila. Una hora de pie esperando entrar al avión, son suficientes para hacerte recapacitar y repensar sobre tanta viajadera. ¿Vale la pena el esfuerzo? Bueno no es momento para filosofar. Hay que estar mosca con los coleones… como si les fueran a quitar el puesto. Allí estas entre tropezones de leves a moderados, pero sin perder la compostura. Por una lado te pasan los first class exhibiendo sus lindas y a veces ridículas maletitas, sus Jackes Tommy Gilfiger, sus calzados Niké Evolutions, sus perfumes última colección de By Kenzo, Armani, Herrera, y el que te gusta más: Bulgari… Pero nada, esa agua de colonia Colombiana Armando que compraste en la Hoyada, te servirá igual…
Ok. Está bien. Piensas que ellos han pagado mucho más que tú y que lamentablemente así es la vida. Son vainas del imperfecto capitalismo, el cual, con la mira puesta siempre en el billete, clasifica al ser humano en una, dos, tres, cuatro y N cantidad de escalones. Te niegas a filosofar, lo aceptas más no lo apruebas. Luego vienen los casos especiales: personas con discapacidad (Que han llegado posteriormente a las clases), luego unos gringuitos que parecen mormones tipo Alí Babá… dices, por lo del numero cuarenta, no por lo de las fechorías….Posteriormente le siguen las damas de los cosméticos, luego unos maracuchos Fisrt Class que estaban esmollejando unos cobres en el Dutty y al fin, comienzan a pasar los de tu grupo, que a esta altura del viaje no sabes que clase son.
Más cansado que maratonista en el Sahara, hiperventilando por el susto por aquel guardia nacional en el pasillo antes de entrar a cabina quien te toqueteó hasta que se sintió realizado y te pregunto hasta del mal que murió tu bisabuela, (lo más jodido de estos guardias es que te miran con ojos de acero, te hacen una pregunta cualquiera a ver si se quiebra tu voz mientras te zarandean y te hacen sentir un criminal aunque no lleves ni un corta uñas encima) llegas desesperado buscando esa butaca que te haga sentir un viajero, un pasajero y más que eso, una persona. Estas deseoso de sentarte en tu pequeño trono y con la satisfacción de haber logrado aquella briosa hazaña de abordar a tiempo un avión en Maiquetía, con un destino preestablecido, esbozas una gran sonrisa al ver que de los cuatro asientos, dos están vacíos.
Están allí esas cuatro butacas de cuarta categoría o de quinta ya que el respaldar da contra las paredes de los baños, pero no importa. Este viaje será mejor que el último. Solo un detallito cambió tu sonrisa por una mueca lastimera. Tu bolso no cabe en compartimiento superior y por las dimensiones de este, aunque esté vacío, debe ir en la bodega del avión. El sobrecargo te lo pide una vez dulcemente, una segunda vez insistente y la tercera, cuando vuelves en sí, ya ha entrado en la escena un caballero sobre cargo, ha tomado tu media maleta y la lleva consigo. No te dieron tiempo siquiera de sacar el libro seleccionado para leer durante el vuelo, el cual dura en promedio nueve y media a diez horas.
La experiencia te dice que ha sido un grave error no haber tomado tu libro, si por lo menos portases tu imitación de Ipoh Nano, pero no, se lo dejaste al niño para que calmara la llorantina que formó por enésima vez al saber de tu partida. Ahora tendrás que calarte la oferta de TV, Music and Movie, pregrabadas, o si no, mirar de adelante hacia atrás y viceversa 100 veces, las “ofertas” anunciadas en la revista “A bordo”. Puedes probar con aprenderte de memoria la ficha técnica del avión con sus respectivas indicaciones de seguridad, ya que, por más que te la han explicado en los innumerables viajes realizados, aún no entiendes como colocarte bien el bendito flotador amarillo y menos como echarlo a andar…Pero no debes afanarte, debes conformarte que no todos llevan tu misma suerte, unas doscientas setenta y ocho butacas delante de la tuya hay un selecto grupo de seres humanos especiales con unas maletitas costosas, unos perfumes del Dutty y con media docena de tragos finos en el cerebro, que se pueden dar el lujo de leer The New York Time, The Daily Journal, The Washington Post, and other Internacional New´s, los más globales y menos desprendidos leerán uno que otro artículo de opinión del Universal o el Nacional, Diario Vea o Ultimas Noticias. Pero la mayoría está más pendiente de ojear revistas a granel como National Geográfic, Glamour, Seventeen, Peaple´s, Big Star, y pare de contar, porque de sufrir no lo harás…
Tratas de relajarte en tu cuchitril y buscas sin éxito acomodar tu humanidad en aquel taburete de preescolar. Piensas en cuál será la mejor estrategia para soportar los tornillos invisibles que ya sabes taladraran tu trasero durante aquella pesadilla que llaman viaje y encuentras una palabra apropiada. Resignación. No es una linda palabra, no es positiva ni mucho menos de triunfadores, como tú, pero eso es lo que hay….pero quieto, pasajero número 9, no todos están pasando roncha, no seas pesimista e inconforme que allí mismo, a unas doscientas setenta y ocho butacas delante de la tuya hay un selecto grupo de hermosos congéneres con sus sweater Tommy Hilfiger o chaquetas Louis Vuitton o Timberland, unas mantitas azules muy acogedoras, sus respectivos Ipoh Touch de 160 Gb. Con media botella de wisky en la mente, que pronto dormirán como corderos en sus poltronas de piel. Claro, ellos también tienes sus propios problemas, imagina, seguramente a cada momento les molestaran las aeromozas (las más lindas) para darle que si una toallita caliente, agua mineral Perrier o Evian, un vino de su preferencia, frutas secas, cookies o como dirías tu: Galletitas… unos brownies, la antesala, el primer plato, la sobremesa, mas bebidas y hasta la baba les secarán… ¿Quién puede viajar así? Eso es un fastidio…
Te das cuenta que todos tenemos problemas. Unos porque más otros porque menos, pero al final, en algún momento de tu tránsito por la vida TODOS PADECEMOS EL FENOMENO FIRST CLASS. No puedes más que encomendarte a Dios, colocarle los forritos a los audífonos reciclables que luego te arrancarán de las manos, ponerlos sobre tu atolondrada cabeza y comenzar la faena de buscar como un condenado algo que valga la pena oír, mientras acallas aquel eco que se ha convertido en tu sombra: Dre, Dre, Dre…

Francho - Atayo

Texto agregado el 15-11-2012, y leído por 173 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
13-12-2012 Ha sido una narración muy entretenida y que te hace pensar. Eres muy bueno escribiendo. Felicidades. elpinero
15-11-2012 He pasado un buen momento leyendo tu desopilante inicio de viaje, no quiero ni pensar lo que será el viaje completo para tu personaje!. Un beso y mis estrellas. Magda gmmagdalena
15-11-2012 ah! y muy divertido, claro! me pregunto si a los de First class echan ese aerosol obligatorio para entrar a Argentina, por ejemplo. Un relato delicioso. mechitagarcia
15-11-2012 Este relato es de lo más de interesante que he leído en los últimos tiempos. Me gustan los matices y en particular algunos momentos como este: "Tragas grueso e intentas mirar a través de los cristales que te separan de inmigración a ver cómo está el movimiento allí dentro, pero es imposible, alguien tuvo la sádica idea de colocarle papel ahumado a los cristales, de manera que esas largas despedidas de enamorados, de borrachos o de hijas exiliadas, ya no fuesen posibles." Felicitaciones! mechitagarcia
 
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