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Uno se entrega al silencio donde se emborracha uno mismo con sus mismas ideas dormilonas. Mientras el segundero recorre una vez más esa circunferencia para reafirmar la teoría de la eternidad repetitiva y la vida lineal.
Tomo un cigarrillo, lleno mi vaso de scotch y dejo de ver la luz de mi casa, apago todo y solo me acompaña el brillo fluorescente de mi monitor.
Las preguntas se manifiestan como gotero en techo averiado. Como uno puede dejar que todo lo que a uno lo rodea se desplome?
A veces me gustaría caminar en mi colonia y buscar la muerte para lograr así, y por un segundo tener algo de paz y satisfacción de esa que todos quieren pero tienen miedo de no volver a escuchar su corazón latir después de ella. Esta satisfacción personal, egocéntrica y antipática que solamente te beneficia a ti y a tu envidioso interés de satisfacer algo muy tuyo.
Caminar y adentrarme en un supermercado con una pistola y buscar a uno de esos clientes que compra demasiadas cosas. Tantas cosas repetidas y excesivas. Buscar a uno de esos clientes que tiene la estúpida costumbre de llenar su carrito de supermercado hasta que nada, ni si quiera un cuarto de leche quepa más.
Seguirla a lo lejos por entre pasillos interminables de productos y marcas. Seguirla o seguirlo a él o a ella y a sus miles de hijos que la rodean, y estiran las manos como tentáculos a los gabinetes y toman un numero interminable de cosas, caprichos. Para luego ser depositados en el carro mientras la madre sigue en el chisme en el maldito celular.
Después de varios pasillos encontrarme atrás de ella en una caja de paga esperando a que la cajera le registre su centenal de artículos, cosas, comida. Para después ver como de su bolso ella saca una tarjeta de gobierno para pagar todo ese exceso de comida que terminara la mitad en la basura.
En ese momento de mi bolsa tomare mi pistola y le diré a la señora esto: “disculpe, creo que debería de comer más sano usted y su familia. No creo que sea necesario comprar 6 galones de mantequilla ni 10 de leche para mantener a sus 5 hijos.” Y le agregaría, “si me hace el favor de tomar nada mas lo que se va a comer por favor”, mientras zarandeo la pistola en su cara y en la de la cajera.
Se, que después de varios minutos mucha gente se asustara y empezara a propagarse el miedo. Pero después de unos segundos, muchos de los que están comprando consientemente observaran lo que estoy haciendo y simplemente le diran a los que empiezan a hacer alboroto que bajen su voz. “Shhh… no ahí peligro” diran.
Despues la señora simplemente dejara casi todo lo del carro, y solamente tomara 1/3 de lo que llevaba y yo le ayudare a llenar las bolsas y a ponerlas en un carro vacio para que pueda irse a su carro.
Estara en miedo, pero entre ese medio algo en ella despertara. Algo que ella creía cuando era chica pero el destino le había ensenado de otra manera.
Sus hijos, unos llorando otro con la misma actitud vale madrista gritaran, pero ella ira a ellos y los nalgueara en público. Los tomara a dos por las manos y los estirara hacia ella. Después de pagar, yo pondré mi galón de leche de soya en la caja, pagare y me iré.
Todos estarán en silencio, y muchas de las gentes que tenían sus carros de mercado llenos preferirían dejarlo y buscarse a otro para solamente comprar lo indispensable.
Nadie llamara a la policía, el guardia me abrirá la puerta y yo le daré una sonrisa de regreso.




Texto agregado el 04-09-2012, y leído por 167 visitantes. (1 voto)


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