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Mi cuerpo arde, estoy enferma, la temperatura aumenta día a día. He tenido grandes cambios en mis jóvenes años, pero esta vez me enfrento a algo que no puedo manejar. Estoy segura de que en cualquier momento voy a perder la conciencia. Soy Gaia, La Tierra, Pachamama, estoy a punto de morir.

El efecto comenzó a notarse a comienzos del siglo XXI, para 2012 la tendencia era irreversible. En escasos quince años la temperatura promedio del planeta subió ocho grados centígrados. El frágil equilibrio ecológico colapsó.
Los polos liberaron trillones de toneladas de agua dulce a los océanos. El nivel del mar subió más de dos metros, modificando el contorno de los continentes. Ciudades como New York, Buenos Aires, Tokio, Hong Kong, Sidney, Calcuta, El Cairo, Ámsterdam, quedaron total o parcialmente sepultadas bajo las aguas. La salinidad del mar bajó modificando el hábitat de miles de especies, la temperatura y la incorporación de agua dulce proveniente de los polos modificó las corrientes marinas, lo que a su vez produjo cambios climáticos en todo el planeta.
En pocos años miles de especies desaparecieron, las primeras afectadas, curiosamente, fueron las más evolucionadas, el hombre entre ellas.
Las áreas de cultivo se convirtieron en páramos. Incendios, sequías, tormentas eléctricas, erupciones volcánicas y terremotos sacudían toda la superficie del planeta.
Poco pudo hacer el hombre, con toda su sabiduría, salvo discutir entre ellos de quien era la culpa. El efecto era irreversible, se estaba asistiendo a la muerte de la tierra. La franja entre los trópicos se volvió inhabitable.
La falta de agua potable, de alimentos y las altas temperaturas obligaron a los hombres a migrar hacia los polos o a las montañas buscando climas más benévolos. Todo fue inútil. Para 2030 el hombre había desaparecido del planeta, o al menos así parecía.

2015 - Extinción

En el verano de 2015 la humanidad huía del calor, los gobiernos se hallaban incapacitados para ejercer el poder y el orden sobre sus pueblos. Simplemente no tenían las herramientas para resolver los grandes problemas a los que se veía expuesta la sociedad. El calor creciente, la falta de agua para sostener cultivos, ganado y hasta la propia vida, y como consecuencia de todo ello sobrevino el hambre.
Palabras como producción, economía, mercado, transporte, energía, perdieron su significado.
Los gobiernos de los países ubicados en los extremos norte y sur del planeta sostuvieron estériles luchas defensivas con sus ejércitos para controlar las invasiones de países y pueblos provenientes de zonas tropicales o subtropicales. Esta situación, fuera de control, llevó al caos y acelero el proceso de extinción. El hombre urbano, incapaz de proporcionarse su propio sustento fue el primero en desaparecer.
Las ciudades y los grandes centros urbanos se convirtieron en monstruosos cementerios.
El incendio del Mato Grosso, el más gigantesco pulmón del planeta lo transformó en cenizas en menos de cuatro meses, elevando más aún la temperatura del planeta.
La combinación de calor más agua elevó los niveles de humedad, pero así también la actividad de tormentas eléctricas, huracanes y actividad volcánica. El planeta moría entre estertores.
Desde el espacio, La Tierra se asemejaba cada vez más a su hermana Venus. Una gigantesca nube cubría el ochenta por ciento del planeta, haciendo imposible distinguir los continentes. En la zona nocturna los rayos brillaban descargando su furia sobre la superficie.

Los García, oriundos de la Patagonia eran la cuarta generación de campesinos criadores de ovejas, en la Estancia Tapi Aike, al sur de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz, Argentina.
En realidad, su apellido, es lo único que les queda de su ascendiente europeo, ya que por sus venas corre sangre indígena, son auténticos descendientes de Tehuelches, Mapuches y hasta algo de Onas. Aunque instruidos y educados, (Así lo dispuso hace dos generaciones el abuelo Nahuel entonces Cacique del clan) todavía conservan los conocimientos de sus ancestros, los relacionados con religión, idioma y artes son transmitidos por las mujeres; en cuanto a los vinculados a la caza, pesca, siembra y supervivencia por los hombres de la familia. Lo primero que aprende un niño es el nombre de su raza, “Mapu” es Tierra y “che” es pueblo, pertenecen al “Pueblo de la Tierra”.
El clan familiar siempre se comportó como una pequeña tribu, sus componentes, unas cuarenta personas, están todas emparentadas entre sí. El resto de la comunidad laboral de la estancia la componen otra docena de familias criollas y mestizas, sumando unas doscientas treinta almas.
A medianoche del doce de diciembre del 2015 el anciano Catriman García es despertado de la cama por insistentes golpes en la puerta.
Al asomarse por la ventana ve a sus tres hijos mayores
- Padre, disculpe la hora
- ¿Qué ocurre hijos?
- Los patrones se han ido
- ¿Cómo?, ¿A dónde?
- No lo sabemos, Chaura los vio partir cargados en sus vehículos, la estancia está abandonada.
El viejo, mira a sus hijos con preocupación. El más joven afirma:
- Estamos solos
El viejo les sonríe con tristeza.
- Siempre lo estuvimos, somos Mapuches y tenemos sangre Tehuelche, Estamos en paz con la Tierra, ella nos protegerá, mañana veremos qué hacemos.
Una semana después, la estancia comienza a ser invadida por personas de a pie, la agresividad es proporción directa de la cantidad de invasores. Buscan ovejas, las matan y en algunos casos las comen crudas. Algunos están armados y disparan contra los habitantes de la comunidad.
El Cacique, Don Catriman, luego de reunirse con los jefes de familia decide llevar la comunidad a un valle en la alta montaña fácil de proteger y de difícil acceso. Una pequeña parte del rebaño, carros, y algunos caballos son todas las pertenencias que llevan consigo.
Ocultos y provistos de agua potable de un glaciar que se derrite lentamente en la sombra de las altas montañas, sobreviven por varias generaciones.

Deliro, no sé si he muerto y mi espíritu sueña o es mi alma todavía atada a mi cuerpo que refleja imágenes en mi mente. La pesadilla se repite, el calor me abrasa, la vida se me extingue.


2095 – Supervivencia

La tierra produce cambios a una velocidad vertiginosa. Los movimientos tectónicos, parecen acelerarse, los temblores y la actividad volcánica azotan al planeta. Curiosamente la evaporación del mar ha llevado a la atmosfera toneladas de agua. La alta temperatura permite que grandes cantidades de agua escapen de la atmósfera cristalizándose en el espacio. Los niveles de los océanos han vuelto a bajar. El agua que una vez fuera almacenada en forma de hielo en los polos, hoy se encuentran en la atmósfera o ha escapado para siempre de la Tierra.
Al sur de la Patagonia el estrecho de Magallanes ha desaparecido uniendo la isla de Tierra del Fuego con el continente.
El choque de las placas tectónicas del Pacífico y el Atlántico han hecho emerger buena parte del sumergido arco andino del sur.

Aukan García es bisnieto del Cacique Catriman y ha llegado a la mayoría de edad. Es el día más importante de su vida. El Kloketem o rito de iniciación exige que muestre sus habilidades cazando un guanaco, el problema es que los guanacos han desaparecido.
Aukan es alto aún para su raza, con sus jóvenes quince años parte a la alta montaña provisto de una lanza, boleadoras y de su arco y flechas a buscar a un animal extinto. Por días busca rastros en las aguadas y escasos arroyos de los valles entre montañas, La temperatura tropical, aún en pleno invierno lo agota, el aire caliente lo obliga a buscar la sombra en los escasos arbustos.
El mundo está cambiado, insectos de todo tipo pululan donde antes solo había hielos eternos. Variedades de pájaros y roedores han invadido las montañas ahora cubiertas de musgo verde y extrañas variedades de grama huyendo del infierno de las llanuras. Un nuevo y frágil ecosistema comienza a constituirse donde antes no existía la vida.
Aukan acaba de cazar un pequeño roedor, al borde de una laguna. Mientras lo faena, todos sus sentidos se mantienen atentos. A lo lejos, del otro lado de la aguada, una figura aparece por el rabillo de su ojo izquierdo. Una hembra de guanaco se asoma precavida. Aukan no da crédito a sus ojos. Se mantiene inmóvil pero ya es tarde, el animal lo ha visto y huye hacia el oeste.
Hace más de una semana que Aukan busca un guanaco para cumplir con la tradición. En realidad el último cazado por la tribu fue hace muchos años y el cazador fue su padre para su propia iniciación. Desde entonces todos los jóvenes antes que Aukan han vuelto con las manos vacías y avergonzados. Su padre al despedirlo le dice.
- Aukan, no es una deshonra, vuelve pronto. El guanaco ha desaparecido de la tierra.
Pero no, al menos queda uno. Aukan se ha propuesto no volver derrotado. La sangre le hierve en las venas, recoge sus armas y rodea la laguna velozmente. Al oeste y frente a un desfiladero encuentra lo que buscaba, excremento tibio de guanaco, un poco más grande que el de las ovejas. Por horas Aukan busca un refugio para esperar al animal. En una saliente alta y protegido de la vista del desfiladero Aukan se acomoda a esperar su oportunidad.
La noche cae, y con ella el sueño. Aukan lucha por mantenerse despierto. En la duermevela de la larga noche invernal Aukan piensa en su guanaco, en su honor, en la admiración de su prima Sakin. El sueño finalmente lo vence.
Un sonido cercano lo despierta, un pájaro se mueve en una rama, apenas comienza a clarear. Aukan mira al desfiladero, allí, desconfiada y sedienta aparece nuevamente la hembra guanaco. Aukan prepara su arco, elige su mejor flecha y tensa la cuerda. La hembra gira la cabeza hacia atrás, Aukan maldice por lo bajo, entiende que ha sido descubierto, pero la hembra no se mueve. Al trotecito un guanaco de pocos días de edad se acerca a su madre.
La cuerda se tensa, la transpiración de sus cejas cae sobre sus ojos o quizás son lágrimas. Es ahora o nunca.
- Nunca - dice Aukan aflojando la cuerda.
No puede matarla, algo le dice que probablemente sea la última de su especie, quizás igual que su propia gente. Deberá enfrentar la derrota a menos que… Aukan desata silenciosamente de su cintura las boleadoras.

Cuatro días después, los niños de la aldea gritan de felicidad.
- ¡Aukan ha vuelto!, ¡Aukan ha vuelto!
Todos salen a recibirlo, y para la sorpresa de su gente Aukan no ha vuelto con las manos vacías. Trae atada del cuello a una hembra de Guanaco seguida por su cría.
Aukan cabizbajo dice.
- No pude matarla pero logré capturarla, no se si es la última de su especie, El espíritu de la Tierra no me lo permitió, la nombré Mapu.
Su padre lo abraza orgulloso, mientras su madre llora de felicidad, El Cacique Caipillan, su abuelo, lo mira sonriendo con admiración. Su prima Sakin, que en la lengua Mapuche significa “preferida”, le toma la mano tímidamente con veneración.

Cuarenta años después Aukan y su esposa Sakin liderarían la migración de su pueblo a los márgenes del otrora Lago Fagnano en la Tierra del Fuego.

Tap… tap, tap,tap.
Me despierto de un sueño de muerte. En realidad ha sido como un desmayo prolongado, un coma que me ha tenido inactiva, y con la mente llena de imágenes.
Tap… tap, tap,tap.
Las gotas de agua hirviendo caen sobre mi cuerpo como una bendición, apenas tocan mi piel se evaporan con un siseo, pero es agua, es lluvia… recuerdo la lluvia.
No estoy muerta, la fiebre me ha tendido en un letargo sin sueños, sin recuerdos, sin dolor. ¿Cuánto tiempo he estado así?. Miro a mi alrededor, si bien mi cuerpo ha cambiado mucho calculo que sólo ha sido un breve momento, en tiempo humano apenas unos doscientos años. Mi cuerpo apenas soporta algunas formas de vida.. He sobrevivido a la fiebre, pero estoy muy débil. El cansancio me vence. Me vuelvo a dormir.


2220 - Repoblación

Quizás por efecto de la cubierta de nubes, quizás por la desaparición por largos años del anhídrido carbónico producido por el hombre, quizás por el aporte de ozono de la actividad volcánica o quizás simplemente, por la voluntad de vivir de nuestra “Gaia”, lo cierto es que, en los últimos años la temperatura promedio ha comenzado a bajar. La lluvia ha vuelto a regar la tierra reseca, nuevos cauces de agua comienzan a surcar los continentes y los inviernos han refrescado al punto de que en las altas cumbres de las montañas ha vuelto a aparecer la nieve y el sol.

- ¡Huelet!, ¡Huinao!, ¡Vengan para acá!
Los mellizos son los consentidos de la comunidad. Su pobre madre vive pendiente de ellos, mientras su padre sonríe orgulloso con sus travesuras.
Huelet y Huinao son los tataranietos del legendario Cacique Aukan. La comunidad marcha nuevamente, esta vez al norte. Guanacos y caballos acarrean las cargas mientras los perros arrean las ovejas. Se encuentran en las afueras de lo que una vez fuera la ciudad de Río Grande.
Los niños escarban entre los escombros de unas extrañas viviendas destruidas por el paso del tiempo.
Sonrientes vuelven con el resultado de sus excavaciones, en sus manos tienen unos extraños objetos.
El Cacique los mira frunciendo el ceño.
- Niños, ¿qué traen ahí?
- No sabemos que son, abuelo
El Cacique sabe que el mal se originó en esos asentamientos humanos, ya fue advertido por sus ancestros acerca de los hombres de las ciudades.
- ¡Tiren todo!
- ¿Por qué abuelo?
- Porque nada bueno puede salir de esas ruinas y porque yo lo ordeno… ¿Alguna otra pregunta?.
El Cacique los mira ceñudo, fingiendo severidad. Los niños asustados tiran al piso los objetos.
La tribu de los García, retoma la marcha rumbo norte.
Sobre el sendero abandonado el sol brilla sobre un teléfono móvil Nokia, una cámara digital Canon y un reproductor Sony MP3.


Me siento mejor, estoy convaleciente, pero me recupero rápidamente, hago un rápido recuento de mis seres vivos; muchas especies se han extinguido algunas nuevas han aparecido y otras se han adaptado.
Comienza una nueva era, el hombre, mi preferido, gracias a Dios no ha desaparecido. Sé que casi causa mi muerte, pero al mismo tiempo no puedo dejar de amarlo. Tanto como una madre ama sus hijos. Tanto como para dar la vida por ellos. Nuestras vidas están nuevamente atadas, juntos tendremos una nueva oportunidad.

Texto agregado el 17-06-2012, y leído por 314 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
26-06-2012 Es muy profundo su contenido, y una reflexión de vida para tomar acción. Es un escrito bien llevado y da gusto leerte. Te felicito, Musitas. Un abrazo. SOFIAMA
26-06-2012 en los tiempos mejores... (quise decir) girouette
26-06-2012 Un viaje ficticio muy interesante, aunque de alguna manera, todos pensamos que no estamos en los tiempos para nuestro planeta. Tus relatos tienen son siempre ágiles y optimistas.***** girouette
23-06-2012 Me gustaría tener el poder de colocar alas a estos relatos tuyos. Que todos los lean y detengamos a tiempo lo que nuestra irresponsabilidad produce en la Madre Tierra.Conmovedor. Te felicito. pantera1
17-06-2012 El intenso monólogo final es un grito a la esperanza de la oportunidad, que particularmente yo creo aún posible. Aparte de comprometido el cuento es hermosísimo. Saludos y ***** lider_de_masas
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