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El aroma del café de esa mañana hizo que Xochitl cayera en cuenta de que no podía seguir viviendo con su marido. No había nada de especial en ese café, en realidad, era igual que el café de la mañana anterior, y a su vez igual que el de la anterior, pero precisamente es esta rutina gris y nublada que la deja cabizbaja lagrimeando ante su café.


Separarse le quebraba el corazón y pensar en ello enjugaba sus ojos, sin embargo, estaba decidida. No había manera de darle vuelta al asunto, era una idea que había considerado por un largo tiempo, pero no se había decidido hasta esa mañana.


Para Xochitl, no era cuestion de amor, seguia perdidamente enamorada de su esposo. Aun cuando le ve, siente que su corazón se acelera y su piel se ruboriza. Cuando le ve pasar, se siente enamorada y piensa en lo atractivo que es su esposo, con su barba torpe y desaliñada. Pero, se necesita mas que amor para que una relación funcione, una verdad que le dolía fuertemente.


Bernardo -su marido-, es un hombre bueno y responsable. No tiene ningún vicio, mas que su sentido de responsabilidad y su ambición de superarse. Un hombre serio, de pocas palabras y formal. Pero fueron estas buenas características distintivas de un caballero, que dejaron un sismo de soledad entre Xochitl y Bernardo.


Xochitl se sentía ahogada en labores domésticas. Atrapada entre el dormitorio y la cocina. Después de tanto año de matrimonio se impuso al hábito de irse a dormir y despertar en una cama vacía. En la madrugada, tentaba a un lado de ella para asegurarse que Bernardo llegara bien, no era hasta entonces que podía descansar en paz y dejarse caer en un sueño profundo.


Bernardo, trabajaba largas horas como supervisor de control de calidad, en una empresa maquiladora que le quedaba a una hora y media de distancia de donde vive. Tres horas de su día se iban solo en ir y venir del trabajo. Una vez en la fábrica, se daba a la tarea de inspeccionar los millares de arneses de automóvil que ahí se producían. De haber un algún producto con imperfección, tenia que detener y corregir toda una línea de producción. Cada vez que pasaba esto, se requería que Bernardo se quedara tiempo extra hasta resolver el problema, lamentáblemente, esto pasaba todos los días y hasta dos veces por día. No se diga, de sus superiores que le presionaban constantemente para que sacara el numero de productos diario que debían entregar. Todo esto, hacía que Bernardo llegara muerto de cansancio a su casa, como zombie imposibilitado de hacer alguna otra cosa mas que dormir.


En esas raras ocasiones, en las que Bernardo llegaba a tener un tiempo libre -fines de semana y días feriados-, lo utilizaba para resolver todos los asuntos domésticos y personales que necesitaban de su atención. Pagar recibos, lavar su camioneta, cortarse el pelo, arreglar la puerta del closet, barrer la calle, pintar la casa, etc. Un mundo de responsabilidades, que a su ver, no se podían ignorar.


Xochitl, miraba a su esposo preguntándose ¿Como un hombre puede ser tan cumplido con las cuentas, esforzado con su trabajo, paciente y perseverante con las trivialidades del día a dia, pero tan descuidado como amante? Xochitl, hubiera preferido mil veces, tener el cuerpo desnudo de su esposo entre sus brazos, sentir el calor de su piel cubrirle de pies a cabeza y disfrutar el olor de su cuello mientras esta le recorria a besos, pasar el fin de semana encerrada con su esposo haciendo el amor a oscuras y sin agua, en bancarrota, que dejar de disfrutar esos momentos juntos.


-Tal vez - pensaba Xochitl-, me ha dejado de encontrar atractiva.


Que golpe mas duro para cualquier mujer, es el sentir el deseo de ser acariciada por alguien que considera mas importante cambiarle las bujías a la camioneta. La impotencia y tristeza de querer que alguien te vea con la paciencia e intriga con la que Bernardo veia un cajón descompuesto. Al menos, le hubiera gustado a Xochitl, que Bernardo le viera como ella lo veia a el, ahi con sus brazos fuertes y sudorosos girando un tornillo. Se sintió tonta, pensando en lo mucho que le hubiera gustado ser ese tornillo.


Indispuesta a creer semejante situación, corrió al centro comercial a comprar de esas fajas de cuerpo completo que meten la panza, levantan los pechos y resaltan en el trasero. Llegado el domingo, esperó a que su esposo se levantara a hacer sus rutinarios quehaceres. Naturalmente, Bernardo se levantó temprano a lavar a profundidad su camioneta. Xochitl, aprovecho para bañarse, depilarse, maquillarse, y amarrarse como tamal con la faja. La incómoda faja, que le impedía dar pasos largos y respirar bien, pero ¡que cuerpazo le dejaba! Se puso tacones altos y el vestido rojo rabón. Se armó de una buena excusa para que Bernardo la viera y salió a encontrarlo. Caminaba nerviosa e impaciente de contonear sus caderas frente a su marido. Imaginaba, que ese vestido y esos tacones, eran la combinación perfecta para lograr llamar la atención de su esposo. Imaginaba, que no podría siquiera dar tres pasos antes de que Bernardo la tomara entre sus brazos y la llevara directo a la habitación. Eso imaginaba.


-Bernardo, ya regreso, iré a visitar a mi mamá.- Le dijo, mordiéndose el dedo torpemente tratando de parecer sexy.


Bernardo voltea y la mira de arriba a abajo. Xochitl, lo ve agitado y sudoroso. “Que irresistible” pensaba para sus entrañas, comiéndoselo con la mirada.


-Esta bien.- Le contesta Bernardo, volteándose a sus trapos y botes con agua.

Ni una sola reaccion, nada. Derrotada, permaneció unos segundos parada ahí, detrás de el esperando una reacción diferente. Titubeó para irse, pero mejor corrió hacia su auto antes de estallar en lágrimas. Bernardo no notó reacción por parte de su esposa. La pobre Xochitl, lloró todo el camino hasta casa de su madre. El volante se había puesto resbaladizo de tanta lágrima. Tuvo que orillarse un par de veces para limpiarse las lágrimas y poder ver con claridad el camino. Bernardo le había roto el corazón a su esposa, y ni cuenta se había dado.


Una vez en casa de su madre, le explicó de toda la situación con Bernardo.


-Que te puedo decir mija, es un buen hombre. Mira cuanta mujer golpeada y abusada hay allá afuera. Hombres alcohólicos e irresponsables que no pueden traer un cheque decente a su hogar. Mírale el lado bueno a las cosas -dijo empática la mamá de Xochitl buscando consolar a su hija.


-Lo se mamá, eso lo se. Me siento culpable por ese lado. Pero por otro, no dejo de ser mujer y Bernardo no me hace sentir como tal -contestó frustrada Xochitl.


-Pues, es muy bien sabido que a un hombre se le conquista por el estómago, eh- le dice la mamá limpiándole las lágrimas a su hija.


Xochitl, sonrió esperanzada con la idea que le había dado su mamá. Tomó el libro de recetas que había permanecido como un tesoro familiar y corrió al supermercado. Corrió en tacones por los pasillos, emocionada de ser esta la solución a su problema. Escogió nada menos, que los mejores ingredientes. Cada tomate que escogía, lo hacía pensando en el tanto amor que tenía por su esposo. Sonreía imaginando como Bernardo la tomaba entre sus fuertes brazos y la besaba. Cuando llegó a la casa, ya de noche, encontró a Bernardo, dormido ante un televisor prendido. Amorosamente, Xochitl le echó una cobija encima y apagó el televisor. Se dirigió a la cocina, se agarró el pelo con un chongo y comenzó a cocinar. Sabía que la comida de la empresa era un porquería, y Bernardo se atenía a comer lo primero que alcanzara a agarra de la casa. Así que, le preparó una rica lasaña, para que se llevara de lonche el siguiente día. La puso sobre un contenedor de plástico y lo metió dentro de una bolsa térmica. Para completar el detalle, le pegó una pequeña nota al contenedor que decía:“Recuerda que te amo, mi amor, que tengas un excelente día”. Le dejó la bolsa sobre la mesa del comedor, para que Bernardo la encontrara antes de irse a su trabajo.


Al día siguiente, cuando despertó Xochitl, bajo a toda prisa a la mesa de comedor. Encontró una nota que decía: “Gracias mi amor, yo también te amo”. Xochitl, por primera vez en años se sintió feliz y correspondida. Inmediatamente, después de esto se puso a investigar diligentemente mas recetas y platillos que pudiera prepararle a su esposo.


Esto, fue algo que formó parte del día de ambos. Esta rutina continuó por tres años hasta esa mañana. Xochitl estaba convencida, que esta acción llevaría a Bernardo a cambiar de hábitos, a que fuera mas atento, que no estuviera ausente y frío como solía estarlo. Cansado todo el tiempo por su trabajo. Pero, para su mala fortuna, no hubo mas respuesta de Bernardo, que la nota matutina de gratitud por su tan delicioso lonche. Entendió entonces, que Bernardo solo estaba respondiendo cortésmente, no debería esperar algún gesto mayor que unas palabras amables en un papel.

Fue entonces, que después de leer la nota, se preparo un café y llego a la conclusión que debía dejar a su esposo. Terminó su bebida, se alistó y partió en busca de un buen abogado. No habiendo hijos de por medio , el proceso legal seria rápido y sin complicaciones. La repartición de los bienes le era indiferente a Xochitl. Tan sencillo le resulto que tres días después, Xochitl manejaba a su casa con los papeles de divorcio en mano.


Encontró a Bernardo barriendo la calle. Al notar que su mujer se acercaba en el auto, fue presuroso a dejar la escoba sobre la pared, acomodó el cuello de su camisa y se fajó. Esperó a que Xochitl se estacionara y saliera del auto, parado enfrente de la puerta de entrada de la casa.


-Bernardo, tengo que hablar contigo- le dice Xochitl en un tono serio.


-Ahorita, primero... entremos a la casa.- responde Bernardo emocionado.


-No Bernardo, tengo que decirte algo muy serio.- le dice entregándole el sobre manila con los papeles del divorcio.


-¿Que es esto?- responde confundido.


-Los papeles del divorcio- dijo Xochitl con voz quebradiza.


Los ojos de Bernardo se nublaron del shock. Su cuerpo entero quedo helado. No hizo mas que mirar fijamente a Xochitl mientras hablaba. Sus dedos apretaban fuertemente los papeles. Su garganta había quedado hecha nudo. Quería hablar, impedirlo, rogarle a Xochitl que no se marchara. Pero simplemente no pudo articular palabra alguna.


-Tienes que entender que aun te amo, y que sinceramente hice todo lo posible por que fuéramos felices. Discúlpame. Pero, la verdad es que ya no soy feliz a tu lado... - estas palabras de Xochitl, fueron la daga que se clavó en el puño palpitante de sangre dentro del pecho de Bernardo. Después de decir esto, Bernardo se perdió en un sordo y vacío estupor. Ausente perdido en su propia cabeza. Esto duro toda la platica de Xochitl hasta el punto donde subió a su auto y se marcho. Bernardo permaneció mudo parado donde mismo.


Cuando volvió a la realidad, se metió a su casa. Caminó hacia la mesa del comedor y apagó las velas que había encendido. Tomó los platos de camarones a la diabla, que había preparado para ella y tiró la comida a la basura, puso los platos sucios sobre el fregador y los comenzó a lavar. Tomó la escoba y comenzo a barrer los petalos rojos que formaban un caminito de la cocina a la habitacion. Sacudio los petalos de rosa que estaban sobre la cama, echandolos al piso para barrerlos, apago las velas que estaban sobre el tocador, tomo los dos boletos de primera clase con destino a Paris y los puso dentro del cajon del buro. Una vez terminado de recoger esa parte de la habitacion, volteo y miro la pared frente a su cama donde había pegado todas las notas que su esposa le había dejado todos los dias junto con el almuerzo, alrededor de unas mil notitas cubriendo su vista. Comenzó a quitar todas, de una por una, con el cuidado y precisión de un cirujano. Las empezó a acomodar en orden de fecha, en el álbum donde las guardaba celosamente.

Una vez acabada la limpieza de la sorpresa que había preparado para su esposa, Bernardo se sentó al pie de su cama y reflexionó. Mientras lo hacia, lloró. No perdió su postura erguida, ni hizo alarido alguno. Solo con el gesto serio, característico suyo, dejo cubrir su cara de lágrimas.

Cada vez que Bernardo pensaba en acercarse a su esposa y decirle un “te amo”, se le hacia nudo la garganta y sus labios se sellaban. Simplemente no era la manera en la que había sido criado. Bernardo consideraba que tenía mas peso demostrar su amor con acciones que con palabras. ¿Pero como explicárselo a Xochitl? ¿Como explicarle que le es todo en la vida? ¿Como hacerle entender que esta era su forma de amar, y que no conocía alguna otra? Desde el momento en que puso los ojos en Xochitl, jamas tuvo ojos para ninguna otra mujer. Como el día en que se había puesto ese vestido rojo con esos tacones ¡Que mujer! Había pensado Bernardo, así que ese día recorto y delineo todo el jardín y cada uno de sus arbustitos. Reacomodó los armarios, clavando nuevas maderas y anaqueles para que Xochitl pudiera acomodar su ropa de mejor manera y no tuviera que batallar tanto tiempo en encontrar sus zapatos. Bueno, fue tanto el esfuerzo que había hecho, que terminó rendido en el sillón ante la tele.


-Cuando llegue -se decía emocionado Bernardo-, se va a dar cuenta de todas las cosas que he hecho por ella y se va a poner muy contenta. Va a sentirse muy orgullosa de su marido, que la consiente y le tiene una casa muy linda.


En vano, ya que Xochitl difícilmente notaba esos detallitos. No por desamor. Simplemente, el orden en el que tenia sus zapatos no era algo que le mantuviera despierta por las noches. Bernardo, se entristecía ver que Xochitl anduviera ausente en otras cosas, que no apreciaba todos los esfuerzos que amorosamente hacia por ella.


Hasta que finalmente llegó el día que tanto temía Bernardo, en el que Xochitl terminara de desconectarse de el por completo. Deseaba la felicidad de Xochitl, pero ahora esta consistía en que no estuviera el en su vida. Por tanto eso haría, alejarse de ella para que esta pudiera ser feliz.


Cualquier hombre común, habría sucumbido a la presión y estrés de la semejante rutina que llevaba Bernardo. Llegaba a su casa, rendido al borde de una explosión psicótica. Pero, al ver a su esposa ahí acostada y dormida tan pacíficamente, recordaba el fruto que rendía tanto esfuerzo. Todo lo hacia por ella, desde el momento en el que prometió entregarle su vida, es lo que había hecho. Esto, le daba fuerzas para levantarse por las mañanas e ir a inspeccionar los cientos de lineas de producción un día mas.


Bernardo hacia todo esto con gusto, sin pedir nada a cambio. Pero un día encontró algo que cambió su vida inmensamente. Su esposa había pensado en el, le había dejado un almuerzo preparado junto con una nota amorosa. Ese día, lo paso entero sonriendo. Guardó la nota en el bolsillo de su camisa, y cada media hora, lo desdoblaba, lo volvía a leer y sonreía. ¡Que maravilloso! Descubrir que tu esposa te ama. Bernardo, sentía lastima por los pobres millonarios, que jamás llegarían a sentir semejante felicidad que la que el sentía, al leer esa nota. Esta fue la nueva rutina de Bernardo, los siguientes tres años. Cada media hora desdoblaba la nota que su esposa le había mandado ese día, y sonreía. Todos los días.


El a su vez, trataba de decirle “te amo” de la misma manera que ella lo había hecho. Pensó durante meses, buscando que podría hacerla sentir que tanto la amaba. Pasaba horas contemplando una manera de responderle a su amada. Después de meses de pensar, comenzó a ahorrar, para llevarla a la luna de miel que nunca tuvieron. Paciente y esforzado, juntaba cada centavito sobre el que podía poner sus mano, claro es, sin descuidar los gastos de la casa.


Esta es, la verdad de muchas personas. No logramos entender las distintas maneras de amar de las personas. Vertemos nuestros sentimientos y expectativas, los ponemos a licuar y se lo aventamos a las personas que nos importan.


Para Xochitl, el amor es simple y sin complicaciones. Un mundo lleno de posibilidades donde podían deslizarse por cielos de mantequilla. ¿Que otro placer pudiera pedir? Mas que el estar con su esposo, aun si nomas para tomarse de la mano y caminar.


Para Bernardo, era darle una vida completa a su esposa, asegurarse que nada le faltara. Su amor era de los mas fuertes que se pueden expresar, pero al igual, de los mas difíciles de recibir. Bernardo prefería demostrarle su amor que decírselo. Un amor dedicado y sufrido, que raramente suele ser apreciado por las personas. No que sea mejor, no existe una manera de amar perfecta. Solo una muy diferente.


Por eso amigos mios, la moraleja de esta historia es que el amor es mudo. El amor se debe aprender a sentir, no a escuchar. No sea que en el proceso, como a las palabras, el viento se lleve al amor.

Texto agregado el 22-05-2012, y leído por 171 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
23-05-2012 Billy. Tu texto me gustó, pero creo que los últimos cuatro párrafos se salen de la tónica de un cuento para convertirse en reflexión. Si esa es tu intención... vale. ZEPOL
 
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