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Inicio / Cuenteros Locales / sherlock08 / Oscar Wilde y el Gigante Egoísta en busca de la felicidad

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En Aysén hay un Jardín en forma de isla llamado Traiguén invadido, según el gobierno de Chile, por un grupo de cuarenta niños llamados Nahuelquines que desde hace más sesenta años han estado jugando y llenando de primavera dicho austral territorio. La diferencia de estos invasores con los del cuento “El gigante egoísta” es que el jardín hace cinco años no pertenecía al gigante llamado CIFCO S.A. sino que era de sus ancestros indígenas, pero gracias a otro gigante llamado Ejército De Chile, el terreno no es más que un trozo de tierra privatizado que fue vendido por 1600 millones de pesos a dicha empresa extranjera. En conclusión, este pueblo de raíz mapuche está siendo expulsado de su tierra por un simple fin comercial.
Una lástima es que un cuento para niños publicado por primera vez en 1888, se haga realidad en nuestros tiempos sin el final feliz de dicho relato. ¿Dónde está la empatía para con los demás? ¿Cuándo empezamos a escalar en la búsqueda del éxito sin importar que en algunos peldaños pisemos a algún individuo? ¿Cuándo nos olvidamos de que la verdadera felicidad no es más que vivir y dejar vivir? Pero en fin, la verdadera temática de este ensayo es la búsqueda de la felicidad plasmada por Osar Wilde en su cuento El Gigante Egoísta. Repasaremos los pasos que dio este temible gigante para pasar de la absoluta antipatía a la ternura y al posterior éxtasis del alma.
Para contextualizar al lector se ha decidido repasar brevemente el cuento utilizado para desarrollar este ensayo:
Todas las tardes unos niños iban a jugar a un jardín precioso, lleno de colores y aromas únicos. Todo iba bien hasta que un día llegó el dueño del lugar, un gigante egoísta que expulsó a los pequeños de su territorio. Mas tarde llegaría el invierno congelando todo, más cuando pasó el tiempo del frío y tocaba el turno a la primavera, el jardín del gigante era el único que no recibía el calor del sol, ni el hielo en el pasto desaparecía, en definitiva el invierno no acababa para él. Pero un día, notó a los pájaros cantar, y vio que el color volvía a su territorio. Eran los niños que habían entrado escalando los muros levantados. Más en un rincón no había verdor ya que un pequeño niño no alcanzaba a hacer contacto con las ramas del árbol debido a su baja estatura, esto enterneció al gigante y salió a ayudarlo. Se arrepintió de su actitud y derribó los muros, y los niños venían a jugar todas las tardes con él, menos el pequeño. Un día, luego de muchos años reapareció el niño, mostrándole las “heridas del amor”, y dándole la entrada al paraíso gracias a su cambio de actitud. Al final el gigante muere cubierto de flores blancas en su jardín.
A raíz de este tan bello y, aparentemente infantil cuento se responderán algunas de las preguntas esenciales de la humanidad. Tales como: ¿Qué es la felicidad? ¿Se puede alcanzar? ¿De quién depende realmente esta decisión? ¿Cómo lograrla?
¿Qué es la felicidad para Oscar Wilde?
“Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame.” (Wilde, El retrato de Dorian Gray 299). Aquí refleja la naturaleza infiel y sádica del hombre, en la que mientras no se sienta enamorado es capaz, de robar, mentir, dañar y destruir, con el fin de lograr su propia felicidad. Y en el fondo, esta cita se le puede aplicar al ser humano de hoy en día, al que no le importa pisotear al resto con tal de lograr el éxito, el que, hasta que le importe realmente la integridad sentimental o física de una persona específica por el simple hecho de que dañarla puede afectar directamente a sus intereses, puede llegar a denigrar al resto con el objetivo de quedar bien y sobresalir arruinando sueños, y así alcanzar su malograda felicidad en su enfermo mundo. Y como cita Angus Young en una entrevista para La Vanguardia de España: “El dinero o la fama no eran tan importantes como respirar. Lo esencial sucede y lo demás es prescindible.” (Young, 13).
¿Qué sensación nos provoca el dinero? Te entrega cierta seguridad, puedes satisfacer tus gustos, incluso puedes conseguir pareja por él, te hace sentir poderoso lleno de vida. La salud, la educación, la alimentación y muchos otros factores de esta vida dependen del dinero, y teniéndolo, se pueden suplir todas estas necesidades. ¿No es esto parecido a la felicidad? Al menos cuando yo me siento feliz, creo que todos los espacios de mi espíritu están llenos, que no hay necesidad en mi interior, me siento seguro de mi mismo, no hay cosa en el universo que destruya mi felicidad. Pero he aquí el problema y la diferencia entre dinero y felicidad. La felicidad siempre nos dará beneficios, jamás se nos pondrá en contra, ni afectará de mala manera a nuestros seres queridos, es más, siempre nuestra felicidad les repercutirá para bien, (a menos que nos tengan envidia, pero eso es otro tema.) en cambio el dinero se puede transformar en el peor enemigo del adinerado, provocándole dependencia y esclavitud, hay casos en los que el amor al efectivo es tan grande que logra separar familias y denigrar a las personas hasta la decadencia moral. Y como dijo el mismo Wilde: “Un hombre que sabe el precio de todo y el valor de nada.” (Wilde, El abanico de Lady Windermere 80), apuntando directamente a la capacidad consumista y obsesiva del hombre que lo lleva a olvidarse de que las cosas que nos pueden hacer felices son simplemente gratis como dice él mismo en la siguiente cita: “Puedo ser perfectamente feliz solo, con libertad, libros, flores y la luna. ¿Quién no puede ser feliz?” (Wilde, De Profundis 99).
Para los efectos de comprensión de este ensayo nos quedaremos con la definición que Wilde deja entrever en su cuento “El gigante egoísta”, y que mas adelante explicaré cómo, que dice que la felicidad es el gozo de entregar a otros los recursos para que sean felices.
El gigante egoísta, un ser miserable
Lo que representa el gigante egoísta es a una persona miserable que a raíz de su egoísmo se auto exilia de la sociedad y transforma al mundo en su enemigo. Cabe destacar que el egoísmo, se puede traducir como un montón de factores que nos hace alejarnos de la felicidad, tales como el dinero, vicios, la antipatía, la poca capacidad de relacionarse con el resto, pecado, orgullo, prejuicio, etc. Todo eso que nos conduce a levantar murallas alrededor de nuestro jardín, de nuestro mundo, de nuestra vida, que no permiten que la felicidad entre.
El camino a la felicidad
El camino a la felicidad lo traza Oscar Wilde en este cuento, y nos entrega todos los tips para seguirlo. Lo que debemos hacer es dejar de lado el orgullo, morir al yo. Adaptarnos a este mundo que nos exige movimiento constante y cambios estructurales que transformen nuestra manera de ser y de actuar para para encaminarnos al anhelado premio.
Para lograrlo hay que trabajar en función de lo que dice el coro de una canción de los Rolling Stones: “You can´t always get what you want, But if you try sometime, yeah,
You just might find you get what you need! ” (Jagger, Richards). Que en español es: No siempre puedes obtener lo que quieres, pero si lo intentaras alguna vez podrías encontrar lo que necesitas. Y es cierto, porque muchas veces nos sentamos a esperar que lo que queremos nos llegue de la nada envuelto en papel de regalo, cuando lo que en verdad debemos hacer es lucha por conseguirlo. Por ejemplo, si me siento agobiado por la soledad en mi vida, tengo que preguntarme si estoy haciendo algo para vencerla. ¿Estoy siendo más amable, respetuoso, y empático con el resto?, realmente estoy luchando por lo que mi alma necesita?
Antes de escuchar el sonido de las aves, el cuento relata lo siguiente: “Una mañana, el gigante acostado en su lecho, pero ya despierto, oyó […]” (Wilde, El ruiseñor y la rosa 27). Aquí vemos un simbolismo usado para expresar que el gigante está comenzando a tomar conciencia, sin embargo sigue en su postura de ser un gigante egoísta y gruñón. No basta con saber que es lo que estoy haciendo mal si no lo corrijo, ¿O acaso cuando nos damos cuenta de que nos equivocamos en la escritura de un documento importante lo pasamos por alto? ¡No! Toma en cuenta que tu forma de ser es el documento más importante para lograr la felicidad. Mira, recapacita, corrige, cambia, y lograrás lo que necesitas.
No debemos esperar que el resto del mundo cambie, así como en un principio actuó el gigante cuando vió que el invierno no se iba de su jardín pronunciando las siguientes palabras: “Ojalá cambie el tiempo.” (Wilde, El ruiseñor y la rosa 27) esperando ilusamente que el mundo y la sociedad lo traten mejor, mientras él continúa con su mundo individual cerrado por muros de concreto, ensimismado y orgulloso. Cuando lo que hay que hacer, es realizar un cambio real y sustancioso, pero… ¿Cómo? La respuesta a esta pregunta queda resuelta en la parte del cuento en la que el gigante nota que su jardín (que no es más que su propia vida) vuelve a florecer y a llenarse de colores. Lo que pasó fue que los niños irrumpieron en su terreno sin importar su presencia, provocando en los árboles y vegetación el retorno del color, el amor y la alegría. Trayéndolo a la vida real podemos decir que puede ocurrir algún evento que te sacuda de tal manera que te verías obligado a corregir tus errores y tu forma de ser.
La música y las emociones
La música, dentro de la toma de conciencia del gigante, juega un rol fundamental ya que el texto dice que al amanecer, el gigante oyó una música que le pareció deliciosa, única, que no era mas que el canto de unos pajaritos, pero ya que hace mucho tiempo no escuchaba dicho sonido, pensó que era la música más bella del mundo.

Según un estudio realizado por científicos belgas y estadounidenses liderados por Petr Janata, dice que la música y las emociones comparten un misma parte del cerebro llamada cortex prefrontal, conclusión a la que se llegó luego de analizar las reacciones cerebrales de ocho músicos y que explica la fuerte conexión entre la música y las emociones, y su indisociable unión con el espíritu humano. "Si bien la música es un estímulo importante, no es indispensable para la supervivencia humana, aunque nos muramos de ganas por escucharla. La investigación nos ayuda a entender un poco más por qué la necesitamos." (Janata, 2169) En este último punto quiero enfatizar, la necesidad de la música, quizás no como un medio vital, pero si importante dentro de nuestras emociones y por consiguiente de nuestro estado anímico, que nos lleva a la felicidad. Entonces si el gigante no recibía este estímulo sería tal vez entendible su mal humor y su molestia gruñona, quizás algo no andaba bien con él y la música provocada por los pajarillos lo revitalizó, y lo condujo a la posterior alegría del alma. Así que estableceré a la música como uno de los factores para lograr la felicidad.
Aceptación y redención
Luego de impactar al gigante el hecho de que la alegría de otros hacía la real diferencia entre su vida miserable y la felicidad (aceptación), y notó que un rincón de su vida aun no estaba resuelto y vio el motivo; un niño que no alcanzaba a subir a los árboles porque era muy pequeño, sucedió lo siguiente: “El corazón del gigante se enterneció al mirar hacia afuera. ¡Qué egoísta he sido! –pensó- Ya sé por qué la primavera no ha querido llegar hasta aquí. Voy a colocar a ese pobre pequeñuelo sobre la cima de ese árbol, luego echaré abajo el miro, y mi jardín será ya siempre el sitio de recreo de los niños.”(Wilde, El ruiseñor y la rosa 28)
¿Qué pasó? Pasamos de un gigante egoísta a un gigante tierno. Lo que realmente plasma Wilde en este cuento y en esta parte de la historia es que luego de la invasión benévola que embelleció su jardín, osea su vida, queda la parte en la que él se tiene que involucrar y esforzar para vencer su orgullo, arrogancia, egoísmo, o como quiera que se llame el defecto al que se le aplique esta metáfora, y aquí entonces podemos ver que el gigante se da cuenta que, si bien su vida mejoró, aun tiene que dar el siguiente paso que es ayudarse a sí mismo, que es lo que hace, ayudando de paso al pequeño niño a subir al árbol y así lograr que a su jardín, finalmente llegue la primavera. En otras palabras, que al fin la felicidad llegase a su vida.
Conexión religiosa
Al principio del relato se habla de doce damascos ubicados en el jardín, en lo que es una clara alusión a los doce discípulos de Jesús, ya que más adelante en el cuento dice que sobre cada árbol que el gigante podía ver había un niño encaramado menos en uno, que es donde estaba un niño pequeño intentando alcanzar al menos una ramita. Niño que más adelante, ya al final de la obra, podemos deducir que es Jesús. ¿Qué podemos decir respecto a estos guiños religiosos?
Lo de los doce discípulos no es más que un adelanto al mensaje cristiano que se vendrá al final del cuento, el que ahora daré paso a explicar. Cuando el gigante se enternece a causa del pequeño niño que está en un rincón de su jardín, podemos ver la acción que comete nuestro protagonista y la posterior reacción del infante: “Y el gigante se acercó a él, lo cogió cariñosamente con sus manos y lo depositó sobre el árbol. Y el árbol inmediatamente floreció, los pájaros vinieron a posarse y a cantar sobre él y el niñito extendió sus brazos, rodeó con ellos el cuello del gigante y lo besó” (Wilde, El ruiseñor y la rosa 29)
Y luego que pasaban los días y el gigante vió que no volvía el muchacho y se entristeció porque como dice el relato: “A él era a quien quería más el gigante, porque le había abrazado y besado.”(Wilde, El ruiseñor y la rosa 29) Aquí queda demostrado que el afecto juega un papel muy importante en el camino a la felicidad, pero sin embargo, a pesar de que el gigante perdió ese afecto, y si bien se entristeció, no volvió a su otro yo, arrogante, egoísta y altanero, así es como debemos reaccionar, que pese a las decepciones de la vida nosotros sigamos siendo el mismo, y no dejemos que nuestra tristeza afecte a los demás, porque claramente hay tristezas y bajones en la vida, pero gracias al amor podremos superarlo todo y aprender a vivir con ello. Otro punto importantísimo queda demostrado en este pasaje de la historia: “Y cuando los campesinos fueron a mediodía al mercado, vieron al gigante jugando con los niños en el jardín más hermoso que pueda imaginarse” (Wilde, El ruiseñor y la rosa 29). El gigante se hizo semejante a un niño, jugaba, reía y disfrutaba junto a pequeñas almas infantiles cual si tuviera ocho años, y su jardín era el “más hermoso que pudiera imaginarse”. Siguiendo con la línea de que su jardín representaba su propia alma, podemos decir que su alma estaba rebosando de alegría y felicidad, o al menos a un pequeño paso de lograrla, ya que en su corazón se hallaba la tristeza de la ausencia del pequeño niño que lo enterneció. Pero años más tarde encontraría su recompensa. Un día de invierno, con un gigante ya anciano, y entre flores blancas y frutos dorados divisó al mismo niño que un día subió al árbol con las fuerzas que ya no poseía. Resultó que aquel niño era nada menos que Jesús, (aunque no lo diga textualmente pero se deduce fácilmente) y al darse cuenta el gigante de esto, cayó de rodillas con un temor respetuoso, pero el niño, lejos de condenarlo por su pasado, le dijo: “Me dejaste jugar una vez en tu jardín. Hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso.” (Wilde, El ruiseñor y la rosa 31) Luego de esto el gigante apareció muerto en su jardín todo cubierto de flores blancas.
Casi proféticamente, este final fue también el final para la vida de Oscar Wilde. Se dice que murió solo, en Francia, bajo el nombre de Sebastián Melmoth, y que en todas sus facultades mentales, en sus últimos minutos de vida, se convirtió al catolicismo, fe en la que murió. Analógicamente el gigante murió solo, ya que era invierno y los niños no iban a jugar, bajo una personalidad completamente distinta a la de algunos años atrás, y se infiere que se humilló frente a Cristo en el momento que supo que él era Jesús, reconociéndolo en un acto de fe y cristianismo. Como dice Mateo 18:3-5: “Y dijo: De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis al reino de los cielos. Así que cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe” (La Biblia, 1002) ¿No se nos hace familiar este texto? Es prácticamente un resumen de lo que es el gigante egoísta, va desde la transformación estructural del personaje, pasando por cuando recibe a los niños en su jardín y por el episodio en que se humilla frente a Jesús, hasta su posterior entrada al paraíso. ¿No recibió acaso el gigante a más de un niño en su jardín? ¿No se hizo como niño al jugar por años con los demás infantes en su jardín? ¿No rompió su orgullo al hacerlo? ¿No se negó a si mismo como dice Mateo 16:24-26?
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: - Si alguien quiere ir en pos de mí; niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame, porque todo aquel que quiera salvar su vida, la perderá; y todo aquel que pierda su vida a causa de mí la hallará. ¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de su alma?” (La Biblia, 1000-1001)
Las dos últimas preguntas del versículo deberían calar hondo dentro de la sociedad y el mundo actual, fuera del ámbito religioso y cristiano del asunto, este cuestionamiento va un poco más allá. Lo que quiero decir es que en el diario vivir vemos cómo la sensibilidad, el amor, el compañerismo y los valores se van perdiendo, y cómo el individualismo, la nula preocupación por el resto y la ambición van tomando el protagonismo del mundo. Ya nadie se detiene a observar la naturaleza ni la simpleza de las cosas, ni mucho menos se presta atención a las necesidades del otro. Lo que prima hoy en día es el triunfo personal, el dinero, la satisfacción de placeres pasajeros. No sacamos nada teniendo un gran castillo en lo más alto de la ciudad, si lo tenemos rodeado de muros de concreto que no permiten que la felicidad y la dicha lleguen hasta él. Volvamos a lo simple, volvamos a soñar, a dejar lo material, en definitiva, volvamos a ser felices, volvamos a vivir. Así como el gigante de hizo pequeño debemos nosotros también retroceder y examinarnos, aprendamos a ceder con el solo fin de hacer el bien por los demás. Deja atrás el egoísmo y dale la entrada al amor que trae consigo a la felicidad.
Nos debemos quedar con la siguiente idea: Mientras más defectos corrijas, más virtudes cosechas, dejemos entrar la música a nuestras vidas, es decir, dejar nuestros emociones fluir por medio de ella esto permitirá dar y recibir estímulos afectivos del resto. Y referente a la fe, podemos decir que siempre es bueno creer en algo, en el sentido de que siempre es bueno tener la esperanza en algo futuro, algo bueno, mejor para mi, tener la fe puesta en que mis cambios conducirán a futuros éxitos, para así lograr la felicidad







Bibliografía

“Epístola de San Mateo”. La Biblia. España: Reina Valera, 1999. 1000-1002. Texto impreso.
Jagger, Mick; Richards, Keith. “You can´t always get what you want”. Let it bleed. 5 de diciembre 1969. Canción.
Janata, Petr, [et al.]. "The Cortical Topography of Tonal Structures Underlying Western Music." Science. Vol. 298, N°5601, New York, 13 Dic. 2002: 2167-2170. Articulo impreso.
Wilde, Oscar. De Profundis. Estados Unidos: G.P Putnam´s Sons, 1909. Carta impresa.
Wilde, Oscar. El abanico de Lady Windermere. España: Andres bello española, 1998. Comedia impresa.
Wilde, Oscar. "El gigante egoísta." El ruiseñor y la rosa. Santiago de Chile: Zig-Zag, 1981. 25-31. Cuento impreso.
Wilde, Oscar. El retrato de Dorian Gray. Valladolid: Maxtor, 2008. Novela impresa.
Young, Angus. "ANGUS YOUNG: "Mi padre tenía razón..."
La Vanguardia , N°293, 17 Dic. 2000: 15-16. Entrevista impresa.

Texto agregado el 21-03-2012, y leído por 1121 visitantes. (0 votos)


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