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Inicio / Cuenteros Locales / Soli / Plan extraterrestre de invasión - Atlántida; 2a y última Parte

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Cuando Eustaquio se dió cuenta de ello redobló el monto de su paciencia. Y con mucha, pero mucha paciencia y hablándoles suavecito, con cariño, puso la luz violeta que salía de él y que se acoplaba con la de las estrellas aún más intensa y continuó con la peroreta: "Ya les mostré la forma humana y les dije que la forma humana es una frecuencia específica del campo morfogenético de la Tierra y que Ustedes son humanos y que yo tengo ciclos en mí, por ser muy viejo y no ser de aquí" y entonces dijo: "Hay otras frecuencias más intensas y más viejas aquí en la Tierra" Y entonces Eustaquio se convirtió en un lagarto, verde, feo, y con lengua viperina y pupilas alargadas en lo vertical y dijo susurrante "Y aún más vieja" y Eustaquio se convirtió en una suerte de mantis religiosa con los ojos almendrados y largos brazos muy delgados y con las conjunciones de las rodillas al revés... lo que no se dió cuenta es que se puso a vibrar con tanta fuerza que modificó el adn de los Atlantes... mientras se reordenaba hacia la forma humana, disminuyendo intensidad pasó por los sustratos mamíferos y de puro juego se relanzó hacia los sustratos vegetales y minerales y su forma era todo menos humana y durante un instante se concretó en una forma que a todas abarcó, y los Atlantes lo dibujaron y dijeron que era su dios y él respondió que no era dios de nadie, que la diferencia se encontraba únicamente en experiencia y ciclos vividos, mundos vividos y ya acabados por los que él y su especie pasaron. Les explicó con paciencia y suavecito que otrás frecuencias regirán y que la frecuencia humana se hará secundaria pero que bajo esas otras frecuencias los humanos aprenderán cosas maravillosas de manera dolorosa pero que a fin de cuentas regalos adquiridos serán y que al final de los tiempos todo lo humano será sumado con todo lo demás y que para lo demás será igual y que así será, que la prueba es su propia especie; pero los Atlantes insistieron que era su dios y Eustaquio pensó en la muerganita de Lemuria con cariño infinito y dejar la cosa así, dejar a los Atlantes soberbios adorando a una equivocación, al espejo de su propia vanidad, y saltó vibrando y desapareciendo rumbo hacia una zona incierta musical en la que la Tierra cambia el ritmo regente de su corazón y da su amor a otro.

Y así pasó a los Holas poco antes de la llegada de las Olas que hora tras hora acabaron hasta con el recuerdo ..

Texto agregado el 14-03-2012, y leído por 84 visitantes. (0 votos)


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