Cuatro sin títulos ni fechas

Tú que te avalanchas sobre mí
como lluvia de mayo al mediodía,
no mates la savia de tu tierra;
hazme crecer, pero ante todo,
no me mates la inocencia.

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Revolotea,
se regodea
como regreso de un viaje al letargo la ilusión;
se propone nuevamente al camino de mis horizontes
el fulgurante sol tenebroso de tus ojos
como en los tiempos inmemorables de luz fría.


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Cuando el pasado perturba el presente
se rompe el letargo del olvido
y es entonces cuando uno se reprocha
el haber olvidado lo que tanto quiso
y es entonces que hay instantes en que uno se rebela
contra la calma.


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L e sueltan las amarras a los barcos nocturnos bañados de mar
contaminados de petróleo;
elevas la mirada hacia los levadizos puentes
y la dejas caer en el abismo que se esconde tras los puentes,
que ocultan la pobreza de la que fueron víctimas los ojos,
las bocas empolvadas de sabor a nórdicos desiertos;
vuélveme a llegar con riendas sueltas, desenfrenadas:
quítame la ansiedad,
haz explosión,
quiébrame el vacío.