Viento lúgubre que soplas
sobre la arena,
frío pétreo que hielas
el lecho de las gaviotas estivales.
En el puerto, frágiles barcazas,
ondulan a merced del mar bravío,
y cual amantes desdeñadas,
se aferran al amado abrigo.
Viento lúgubre, ecos de risas,
ecos de sol, acuden con esperanza
ahuyentando la tormenta
que estalla en el malecón.
Viento lúgubre, que alientas a las olas
a devorar la playa, que…
no volverá,
y sobre las rocas desnudas
a vomitar con furia
los despojos de la vida
que te desafió.
Viento lúgubre, tempestad,
las gaviotas volverán y
con sus alas tibias de sol,
te vencerán