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Se cocinan las empanadas, un poco más doradas las del fondo; ya se ha comprendido el sistemático funcionar del nuevo fuego que apura o apaga. Una ventana como una puerta, la puerta a mí. Cosa particular el caso de las partículas con sal revoloteando el estrecho hecho del techo al lote letal. Le han gustado estos juegos jugos a lo largo de su gloria en Pinamar. Prima mira el mar, a ella no. No entendió que se la llevaba por bella y la tendió a ella en la arena porque Neara no lo quiso acompañar. Yo soy compatible con la arena, yo soy el caso particular y soy la que saco a articular el combate que crees, es con las partículas. Porque estoy en ellas, pero eres tan tonta Prima, seré la arena, seré el mar, seré el ropero, seré su cuerpo, estaré encima de tu cuero, llegaré a la cima, a mi no me romperás. Las olas se van solas, otra vez tonta, no las atraparás, te atarás.
Tan predecible, y no fuiste capaz. Te la llevaste a abrir la puerta, la que te rasca el alma y saca la mugre, a ella.. que infecta, y vos no sos tonto Oto, te urge gritar que la fina Prima no afina al cantar, que te irrita la rata, porque eso es, si la pudieras atar a un timón, si le dieras su veneno o la empujaras de ese noveno piso haciéndola mito.
Claro que le habrán gustado y sobre todo entretenido, ella puede ser la compañía más aburrida en un viaje a la arena, porque no era otra cosa, ella una rata y él un viaje a la arena sin Neara. Al tercer día de ausencia me llegaron sus postales de jugo: “Se cocinan las empanadas, oscilan las nadas, les faltan sal tan falsas enfadan, dan fe de fan a tus tostadas, todas las mareas mareadas sin Neara”. Me causaban gracia, gracias a la causa principal disipada hacia las nueve de la mañana, hora en que día por medio me llegaban.
Que se puso el collar de perlas y te llevó al restaurante más caro, claro, fina la prima. Corre Oto, muy lejos no vas a llegar.”Supo pelar, puso la perla, restauró el carro y saturó, corra”. Yo no contestaba, estaba claro que la coral detestaba sus juegos y él mataría por encontrarme en la arena para matarla, de un soplo, con jugo.
Entonces, todo esto es tan absurdo. La tenés ahí y yo todavía no comprendo si es una típica reacción de tus veinticinco niños internos o una invitación a celar el real multiplique de formas planteadas por mi como itinerario justo para ambos. Y “bamos” hacía uso del error en una de las postales, me gustaría creer que ambos íbamos conscientes del error por pérdida de i.
“Ambos bamos a primar la rima”. Lo que me dice además y de más que la p tiene algo de agradable. Que la dejemos al comienzo, que su peso no tiene un sope, que has hablado con ella resignándote a la soledad, mía, y hasta quieres ayudarla, inepto... es una rata, atar es su principio, la p al principio pesa, puta, prima. Oto, no seas tonto, ya sé que la perla y el carro son un invento, noto tu grisáceo riesgo. Corré, o te atrapará.
Para tapar al inepto tope con sus agallas me puse a tocar el arpa, lo que me tranquilizaba en esa época de poca traba destrabada. Pero el otoño me rompe el alma, mala con Oto pero con razón perdida por puras partituras.
“Ronca la roncha ancha en mi cuello, culo mojado por el mar, ramera rema mal”. Ah, por lo menos me has sacado la duda de que no la creyeras tal cual lo que es, o que lo creyeras pero eso te agradara. Sigo pensando que caerás, débil, no la conoces. Te he hablado tanto de ella, y no recordás, que usó los zapatos para matar a mi pato y hacerlo guisar. Sagu, sagu haría de ella.
Ya le estoy volviendo a tomar la bronca que no se merece, porque ni siquiera se merece que la tenga en cuenta aunque sea para tenerle bronca. Debe estar ausente, ser ignorada por completo. Pero proponértelo, puta. ¿Cómo? ¿cómo se le ocurre volver a inmiscuirse en asuntos ajenos?, increíblemente ajenos, porque todo lo que me componga ya es ajeno a su no persona, no, no se eligen ese tipo de rimas con p. Porque pariendo parientes parten problemas. Y vos, aceptar, ¿en cuál de tus huecos te has caído? ¿a caso estás esperando que espere que regreses? no, claro que no, esperas que vaya a sacarla de tus casillas, abofetearla, bofe, no lo haré. Me haré un bife de los que seguro extrañas y uno extra para mi suegro que tampoco te comprende y por ende wiskhy de por medio, charla larga de gala con Edgard.
-Ya lo voy a traer de los pelos a ese sin vergüenza-
-No no se preocupe Edgard, la sin vergüenza es ella... Pero su hijo, se me viene a retobar de esta manera-
-Pero nena, tuvo que haber algo que lo remordiera tanto como para irse así con ella-
-Si, como para irse con ella ¡lo tiene que haber remordido hasta las uñas de los pies!. Pero va a volver, sin un centavo. Y para ese entonces ella habrá huido con sus centavos y lejos. Es la única ventaja del asunto, que ella se irá lejos, muy lejos, y no volverá a tocarme el timbre para venderme puras sarasas del cambio en pie de punta-
-¿Y el?-
-Y el que se mande mudar, con ella si quiere, da igual-
-Pero... no entiendo-
-No hay nada que entender, simplemente estaba perdiendo y usted sabe lo mal perdedor que es su hijo-
Claro que a tus postales les decía algo que difería un tanto tonto con esta charla. Porque al viejo nunca le diría, ni tampoco se daría cuenta. Mudar era muda, no hay duda ya, das un paso más, uno sólo, y caes al vacío, seca Sam la mesa del bar en la que se sentarán, asentarán papeles de divorcio del gozo, que es solamente gozo sin otra posibilidad. La mente te da vueltas en esa taza de café, ya sé, la vas a arañar, a ella, a la taza no. Teje como una araña tu trampa sin mapa.
“Mas, Sam del bar, barre, le da gozo, dale porque yo hoy quepo en la taza pero el azar”.
Las últimas postales eran tristes, sabidas. Las vidas como tales de Mileto no, de escéptico vos, nada, vidas nadan hacia mi por una ventana. Crees, que llegaré, que la hallaré distinta, y con tinta empuñaré su histeria, veré al puma... eso es todo lo que pasará, el que ahora sos vos, al lado de la coral, Oto... el otoño nos juega mal.
“Ha desaparecido con el parecido acido”. Me ha parecido oir tu voz. Vos, cerrá esa ventana, será posible que la Prima enana no te devuelva. Acá se quedó lo que llamábamos fantasía, cuando me oíste gritarle como nunca, cuando te la llevaste sin Neara, para ver la arena hacerla trizas con las partículas de sal que de mi se desprendían. Ya podés volver, yo no quise, si que jugaste bien, ganaste, te ganaste, desganaste.

De dos que jugaban en tonos reales. Cada otoño. (Dedos enjuagan lentos pavos reales –ada y Oto- )

Texto agregado el 25-02-2012, y leído por 52 visitantes. (0 votos)


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