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El 9 de enero del 2012, se fue mi abuelita materna a sus 70 años después de pelear con un cáncer, maldito cáncer que lo escucho todos los días llevándose gente famosa, parientes de amigos y ahora a mi abuelita.
Después de escribir cuentos fantásticos pasé a la narración contando lo que viví en mis viajes al extranjero y para seguir con la experiencia, decidí narrar este capítulo en mi vida que me ha marcado.
Primera Parte: Mi abuelita
Primero, contarles que mi abuelita era de esas abuelitas que regaloneaba a todos sus nietos, todos querían estar ahí con ella, probar sus comidas y recibir sus cariños. En mi caso, y el de mis hermanos era especial porque vivíamos a 400 kilómetros de Quilpué (V región de Chile), por lo que solo íbamos en vacaciones de verano, así que el regaloneo era mayor en ese tiempo, también de parte de mis tías que nos esperaban con regalos en navidad. También la situación se daba al revés, es decir mi abuelita visitándonos de Quilpué a Combarbala (Provincia del Choapa, IV Región, Chile), después a Paihuano (Valle de Elqui, IV Región, Chile) y después a Coquimbo (IV Región, Chile).
Dentro de las visitas a Quilpué, junto con mi abuelo, íbamos de cacería o de pesca y mi abuelita, al lado de su viejito siempre preparaba lo que el cazaba o pescaba y nosotros, niños, siempre curioseando los conejos o pescados y mi abuelita siempre con la sonrisa en la cara “mi negro, que anda haciendo” me decía.
Capítulo aparte cuando me inscribí en la marina y duré menos de una semana jajaja, me devolví desde Talcahuano (Puerto de la VIII región, Chile) a Quilpué, ahí me recibió ella, yo llegué temprano en la mañana y ella se levantó a hacerme el desayuno, un par de huevos fritos, siempre lo recordaré.
Después de pasar una niñez yendo y viniendo a Quilpué, el tiempo de la universidad fue un largo rato que no vi a mi abuelita, ya que estudiaba y en verano trabajaba, pero cuando terminé la universidad y comencé a trabajar volví a ir, iba con mi polola (así se les dice a las novias en Chile) y que después se convirtió en mi esposa y junto con eso, también recibió los regaloneos cuando visitábamos Quilpué.
Las últimas veces que fuimos, mi abuelita nos pedía que le cocináramos algo, mi señora hizo una pizza, con masa y todo, yo hice una parrillada para que probara mi mano en la parrilla, y mi abuelita quedaba contenta, pero ya se notaba el paso de los años.
En el viaje del 2011, en invierno, ya mi abuelita estaba enferma, y fue como una bofetada, ya que sin pensarlo siempre el plan era ir a Quilpué y decíamos “cuando vamos a ir a Quilpué??”, “cuando vamos a ir a ver a la abuelita” y eso se daba por descontado, pero la noticia de su enfermedad puso mis pies en la tierra, el tiempo había pasado y con ello llegan las enfermedades. Así que, el 2011 repetimos la visita en Septiembre, ya en primavera, y por primera vez vi a mi abuelita mal, ya no sonreía siempre y se sentía que la enfermedad la estaba derrotando y cuando tuve que despedirme, me quede con esa imagen de sufrimiento dándome vueltas en mi cabeza. Si mi señora lee esto dirá “pero tú nunca te viste preocupado”, pero la procesión que llevaba por dentro era terrible, me sentía inútil, lo único que le podía dar era ánimos y optimismo, lo demás estaba en manos de doctores y me tragaba todas mis preocupaciones.
En diciembre, por fin, después de tantos exámenes, se definió el comienzo de las quimioterapias, y hablé con ella por última vez antes de navidad, justo después de su segunda quimio, todos pensamos que iba a ser la esperanza de que algo mejorara, pero el 9 de enero nos dimos cuenta de que no.

Segunda Parte: Mi Mamá
Mi mamá, madre de 4 hijos, incluyéndome, mas su marido, mi padre, tenía que lidiar con 5 hombres, todos brutos y poco cariñosos, no es que no quisiéramos a mi mamá pero la crianza que tuvimos fue así, brutos y distantes. Así mi mamá tuvo que estar rodeada de nosotros y su madre, mi abuelita, lejos, por lo que era lógico que quisiera estar más seguido cerca de ellos, así que generalmente viajábamos con ella a Quilpué.
En este último periodo viajo más seguido, no tanto como ella hubiese querido, pero si pudo ver más veces que años anteriores a su mamá.
Y llegó el 9 de enero, en la mañana recibí un llamado de ella en el trabajo, me llamó llorando para decirme que mi abuelita estaba grave y que no tenía con quien hablar, mi papá estaba en Santiago en exámenes médicos, mis hermanos menores en la universidad, así que el único que podía escucharla era yo. Le dije que le iba a comprar un pasaje para que saliera a Quilpué, y a la hora de almuerzo se lo fui a dejar para que pudiera arreglar sus maletas e irse. Cuando me recibió ni almuerzo tenia, no sé si había comido, pero me estaba preparando algo rápido cuando me suena el celular, a las 14 hrs, una tía, hermana de mi mamá me dice que mi abuelita acababa de fallecer. Bueno, que mas podía hacer, tuve que avisarle a mi mamá, e incluso ahora escribiendo, se me eriza la piel de recordar ese momento, mi mamá estalló en llanto y decía que ella quería despedirse, que no alcanzó a despedirse de su madre, la abracé, casi se me desmaya en los brazos y la ayude a sentarse, fue triste, muy triste.
Luego nos avisaron que el funeral era al día siguiente, y tuvimos que irnos, mi señora también quiso ir a Quilpué, así que preferimos irnos en auto en vez de en bus, y mi mamá iba en el asiento de atrás y se sentía su ansiedad de llegar, no se bajaba ni siquiera en las paradas de descanso que hicimos. Después de 4 horas de viaje llegamos y pudo abrazar a sus hermanas y su papá y yo vi que esos abrazos la tranquilizaron a ella y eso a su vez me tranquilizó a mí.
Después de eso, estuvimos un día mas, volvimos a Coquimbo, pero mi mamá volvió a los días a Quilpué a acompañar a mi abuelito en la tristeza de perder a mi abuelita.
Tercera Parte: Yo
Después de ser regaloneado por mi abuelita, y ver como mi esposa también se convirtió en regalona, me costaba mucho asimilar la enfermedad y siempre preguntaba como estaba, que cuando definían el tratamiento, pero la preocupación mayor me la guardaba, yo no quería que mi abuelita se fuera, y cuando empezaron las quimios pensé que era para mejor, así que el golpe del 9 de enero fue peor, nos llevaron a la esperanza y nos despertaron de una cachetada.
Cuando mi mamá me llamó y me dijo que mi abuelita estaba grave, boté tal vez la única lagrima que me ha caído por mi abuelita, pero lo único que pasaba por mi cabeza era que mi mamá alcanzara a llegar, así que cuando fui a la casa de ella a dejarle el pasaje para que se fuera y recibí el aviso, sentí un peso tan grande, estaba solo con mi mamá y mi tarea era decirle que su mamá, mi abuelita, había fallecido. Si tengo pecados que purgar, creo que ese día me liberé de varios, porque el ver a mi mamá llorar y decir que su único deseo era despedirse, era un castigo grande para mi, así que, esa es la primera explicación del porque aun no he llorado a mi abuelita. No podía llorar mientras mi mamá estaba sufriendo, yo tenía que ser el fuerte para ella, o por lo menos parecer ser fuerte. Después de eso programar el viaje de ida y poder estar con nuestra familia. En Quilpué estaban mi hermano mayor (es marino en Valparaíso) y el menor (estudia en Valparaíso) y también mi padre, que se fue de sus exámenes al funeral. Bueno, también había tíos, primos y muchos familiares que no veía hace tiempo. Pero entre ellos estaba mi abuelito, al lado del cajón, con la mirada perdida y una lagrima en la mejilla. Esa imagen me provocó un nudo en la garganta, y mientras mi señora me decía que llorar me iba a hacer bien, yo pensaba “mi abuelito se quedó sin su viejita después de más de 50 años juntos, que derecho tengo yo de andar llorando, él necesita toda nuestra fuerza para seguir adelante”, tal vez es un pensamiento tonto, pero esa es otra razón por la que no me he permitido llorar.
El día que llegamos a Quilpué, antes del funeral, soñé con mi abuelita, estaba llorando, pero no por ella sino que por otra persona, según mi propia interpretación por su viejito, que lo dejo solo. Y porque soñé con mi abuelita llorando, también me lo explico solo, yo creo que, al verla por última vez en pleno sufrimiento, me quede con esa imagen.
Ahora, aun llevó una procesión interna, tal vez por eso se me hizo necesario escribir. Esa procesión no me permite siquiera mirar una foto de mi abuelita. En la casa de mi abuelo, en Quilpué pusieron una foto con una epitafio, yo no podía sostener la mirada cuando cruzaba la vista con la foto, y en mi casa también tenía enmarcada una foto de las visitas que hacía a Quilpué, ahora esa foto está guardada.
También me pasa (ojala alguien que lea me entienda, o si hay un sicólogo cerca me diga si es normal o no, no quiero sentirme loco) que se me desbloquearon muchos recuerdos que estaban en el olvido y me llegan como ráfagas a la mente. Me recuerdo el día que dejamos la quinta región para alejarnos de Quilpué y Villa Alemana (en V. Alemana vivía mi abuela paterna), cuando llegó el camión de mudanza, debo haber tenido 5 años, y me recuerdo lo que le dije a mi papá ese día. Otro recuerdo es de Quilpué, jugando a las escondidas y vi la llegada de un tío a la casa de mi abuelita, recuerdo cómo iba vestido mi tío, detalle que tal vez sea raro recordar, pero son imágenes que empiezan a llegar a mi cabeza. Será normal?? El no expulsar mis sentimientos me estará volviendo loco??... tal vez, tal vez necesite la opinión de un especialista… pero nadie puede decirme que no he sentido la partida de mi abuelita por el hecho de no llorar, porque si he sufrido… solo que no me había atrevido a despedirme… pero con este relato quiero decir: Chao Abuelita, tu sabes que te echo de menos y siempre te recordaré…

Texto agregado el 09-02-2012, y leído por 201 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
16-02-2012 Lo que estas sufriendo es un duelo, yo creo que con esto que escribiste te descargaste bastante, hace muy bien escribir lo que uno siente, a mi me pasó cuando murió mi esposo, no hagas caso de gente que se burla del dolor de los demás como el anterior a mi, sos joven y tenes la vida por delante, asi que ánimo!!! y no dejes de escribir lo haces muy bien. silvimar-
09-02-2012 Si, si tranqui tio, tranquimejor salud a la abuela con el famoso brindis Vino a la vequia, eh? marxtuein
09-02-2012 Es perfectamente normal. Tranquilo, poco a poco te irás recuperando y las imágenes que ahora descubres, pueden ser un buen texto para escribir sobre ellas. anlin
 
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