Sé que me has abandonado, Dios mío.

Pero no te guardo rencor,
no hay nada que pueda hacerte ahora,
no resta nadie que pueda sacrificarte
para llamar tu atención.

Estoy solo en este lugar frío,
pero no puedo sentirlo gracias a ti.
No puedo darte gracias por no darme la opción
de sentir frío o calor.

No te puedo agradecer
aunque estés a mi lado
en este momento.

El mundo se acabó
y huiste cobardemente,
temiendo escuchar mis quejas,
negando mi plegarias,
rechazando mi adoración,
negándote a afrontar tu juicio.

Cargo la verguenza de no encontrarte
a tiempo para castigarte,
sabiendo que hay miles
que nunca conocerán a su Dios.

Ruego tu regreso para castigarte
en este país blanco y sin horizontes,
te rezo para que regreses
y le des sentido a mi vida,
muriendo en mis manos.