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Fue así como me encontré frente a la pantalla, garabateando mis pensamientos y por una vez quise que salieran todos, todos juntos sin pausa que salieran los que tengo guardados por la pena y por las vidas.

Porque comencé cargando la enorme mochila de una obligación que ni siquiera sé si me hará feliz y que proyecta mi vida de una manera determinada. Como si el destino tuviera pautas preconcebidas de nuestras felicidades pasajeras. Porque no sé si me dará la oportunidad de recorrer el mundo como yo quiero, asi a mi modo con sus simplezas inhóspitas, con sus rincones escondidos de magia y de gentes imaginadas en tardes de amor y desvaríos. Tardes que me permitan acostarme de espaldas en la tierra mirando el cielo para solo sentir el viento en mi cuerpo agotado de imaginaciones, extenuado de planes y sediento de experimentos.

Porque continuó con los desencantos de un cariño intoxicado hasta los huesos. Muerto de locuras, atosigado de descalabros y terminado para siempre. Porque hoy ya ni te recuerdo con cariño. Porque el amor es una ilusión vaga y torpe, un traspié lúgubre que fue cambiado por un pasaje de llantos y de penas que ahora ya no son más. Y que pasó a una amistad extraña que traté de construir y que tú sustituiste por las inseguridades de un imbécil que no sabe lo que tiene y vive por el mundo apartando algunas de las cosas buenas para llenarlas de su mediocridad. De esa levedad insoportable que te dije que no aguanto y que no puedes defender, porque tu no eres la que defiende esas cosas. Porque te vendiste. Vilmente, al mejor postor de una experiencia que será una tontería anecdótica para cuando me la vengas a contar. Porque no me conforma que te consigas indignos para satisfacer tu sed de sexo medio disfrazada en un amor iluso y, por supuesto, inexplicable.

Y en un fin de semana para el olvido, de esos fatídicos donde me diste el último beso a propósito de una despedida mal organizada (quizá nada), se coronó con la partida de un amigo para siempre, como si hubiese querido dar su vida para que yo me olvidara de tí.

Y lo logró. No de inmediato, pero lo logró. Porque a riesgo de tapar unas penas con otras, me ayudó a desentenderme de un amor que me estaba secando y que se negaba a dejar algo bueno en mi recuerdo, además de tu piel explosiva.

Y tuve que esperar que de la jungla viniera una medicina de chamanes y de cantos, en un pequeñísimo vaso que resumió todos mis dolores, para extirparlos como garrapatas atestadas de mi fuerza.

Ahora, mis tardes son recordándolo a él, cuando me tomo una cerveza junto a su lápida que me lleva a todos los años de mi infancia y juventud con las aventuras que esta vida nos regaló. Porque la muerte es un asunto inapelablemente más urgente que creer que se muere de amor.

Hoy estoy sano nuevamente. Y me levanto para decirlo porque puedo gritarlo. Porque me transformo en un insensible de felicidad y quietud al recordar tu mezquindad actual. Porque me quedo con lo bueno de todo que es lo único que podemos hacer para ayudarnos.

Así fue como me propuse un nuevo desafío. Levantar la vida y dejar atrás un temporal larguísimo de sentimientos y frondoso en desventuras. Ahora, nos prometemos nuevos amores y nuevos pensamientos. Y brindamos al calor de los amigos que más nos quieren.

Sobre los demás vehículos del cambio, estuvo la inmoralidad de un equipo que vino a resolver espacios pendientes cada domingo como sustituto de esos sábados que ya no vendrían más. Y precisamente con los mismos de siempre. Sumado a una familia inquebrantable que merece los mejores comentarios, y aderezados con un optimismo obligatorio de querer dejar atrás los infiernos que pueden ocurrirnos.

Hoy, la vida es otra. Los desafíos no están fallidos, tan sólo quedaron pendientes para enfrentarlos cuando estemos preparados para la batalla. La vida enseña que para todo hay tiempo, salvo imprevistos brutales.

Hoy aparecen las luces denuevo al final. Ya no cargada de soles (tampoco lo pretendemos) sino cargadas de promesas, novedades, secretos y locuras. Nos esconden de todo y ahi está la magia de una propuesta nueva, una propuesta de vivir de nuevo como siempre lo he hecho. Bien.

Mientras tanto, yo velaré mis armas como me han enseñado, pediré a las naturalezas por mi mismo y mis victorias, mis futuros y mis mapas.

Para todo aquello, se necesita éxito y un poquito, solo un poquito de suerte. Por todo lo demás, gracias.

El Coronel

Texto agregado el 10-12-2011, y leído por 93 visitantes. (0 votos)


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