Iracundas se cruzaban las miradas
de aquellos amantes que se herían con palabras como si fueran dagas
desgarraban con furia todos los recuerdos
y convertían el mañana en una quimera para su relación.

La noche terminaría con aquel sufrimiento insano
que la ilusión plantó en sus corazones hace años
mientras el dolor y el llanto llamaba prematuro al sueño
para apaciguar fulminante el resentimiento.

Alumbraría la mañana: la habitación el pensamiento y corazón
y los amantes con arrepentimiento vieron la ruptura de su relación
la ira y el orgullo habían dado paso a la tristeza y desolación
que sin pensarlo un día antes habían invocado.

El ahora y el mañana estaban llenos de soledad
debido a un mal entendido que no supieron manejar
las acciones eran pocas frente a la necesidad mutua
y la fatal decisión tomada, diferente encaminaba sus vidas.

Buscarían “amor” en otra alma
y no olvidarían aquella persona que amaban
y en cada lagrima y sollozo que lanzaban a la brisa
desprendían un pedazo de vida, y sembraban su muerte.

La existencia espiritual y sentimental dejo de pertenecerles
porque a pesar de que el amor inundaba latente
el rencor y recuerdos también arañaban sus mentes
ahora la única memoria constante y culpable
la de aquel día en que “olvidaron como terminar una discusión intrascendente”.