El canal de su televisor no presenta nada nuevo, pero al fin es igual en todos los canales, las mismas noticias, los mismos dolores, los mismos argumentos, la misma estática. Todo es lo mismo, como si todos fueran otro personaje condenado a repetirse en eternos arquetipos, como si todo fuera parte de una obra, el remake de la misma película, comedia dramática con medios tiempos para morir y nacer nuevamente. Un penetrante olor a mierda lo distrae de su encadenamiento racional, ahí esta, a tres metros de el un fresco mojón canino orgullosamente erguido que desafía la relación olfato/pereza entre el y su nariz. Un dorado y brillante Golden Retriever camina descuidado, pisa la mole de caca ajena -¡MIERDA!- Grita con su voz aguardentosa de perro y sigue su camino. Samael maldice a todos los microcuentos ácidos sin el menor sentido mas que el de ser absurdos. Recuerda los problemas que provocaron que echara de la casa al tipo que ordena café, el mesero le pregunta -¿Azúcar con su café o sustituto? –Sustituto, por favor –Lo cambian por un hombre que lo toma con azúcar, termina el café, se va y deja la taza sucia en la mesa. En el transcurso del día se termina las cincuenta tazas limpias y hay que lavarlas por la noche con previo conocimiento de que el siguiente día todo será igual.

Samael piensa, “Sustituto”, suelta una risilla, continúa espectando la estática, esta es nueva, no la había visto.