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El hábito (VIII)

Es raro eso de que la hermana haya encontrado al periodista y estuviera cuchicheando con él en el zaguán, no sé si estoy viendo “moros con tranchetes” pero por si las dudas la vigilaré, no vaya a ser que se me salga del redil, ya esto es algo libertino y si permito ese tipo de situaciones llegará el día en que se me salga de las manos, reflexiva se encontraba la madre superiora mientras firmaba unos documentos en su oficina. Aunque no la culparía el tipo no está mal, digo no es el Robert Redford pero tiene lo suyo, Ave María Purísima, qué pensamientos son esos.
Se autoimpone una cadena interminable de Padres Nuestros para alejar la imagen pecaminosa del hombre que había estado unas horas antes en su despacho.
¿Por qué vivir entre la tentación y la represión? ¿Acaso para medir la resistencia a las pasiones mundanas? Hay Dios mío ya estoy como una novata cuestionándome cosas absurdas.
Las horas en un convento se suceden lentas, la calma va aparejada de reflexiones tejidas de dudas y sinrazones sostenidas por la fe. La fe se dice es la única razón y el amor de Dios, el creer, qué curioso es tan frágil y a la vez es lo que nos mantiene aquí, la fe del espíritu superior amoroso. La rutina se lleva los momentos de manera perezosa y lenta.
Ha notado mi mirada, pero no se inmuta, tal vez sólo sea mi imaginación, pero no está por demás ninguna precaución, la seguiré observando.
Me voy a quedar aquí a oscuras, aquí con la puerta abierta de la oficina podré ver si la hermana intenta salir a la calle. Escucho pasos, no puede ser es la hermana y no lleva ropa de calle sino que tomó mi blusa de seda ¿Qué intenta hacer? ¡Hay Dios mío que no sea lo que pienso!
Sé que estoy actuando en desacato pero no me queda de otra que seguirla para salir de dudas de una vez por todas y si es necesario tomar las medidas pertinentes y llegar hasta las últimas consecuencias. Hay Dios qué nervios, no estoy acostumbrada a seguir a nadie en la calle, si mis superiores me vieran qué dirían, pero bueno es para disipar la duda y aclarar la vocación de una religiosa, que se decida, no puede estar jugando con Dios. Qué frío y qué nervios.
-Buenas noches don Tomás -saluda la madre al velador de la construcción vecina.
-Buenas noches madre ¿Qué hace de noche en la calle madre? -pregunta don Tomás sorprendido.
-Ay don Tomás creo que una de mis ovejas se me ha salido del redil y tengo que cuidarla inclusive en riesgo de mi propia integridad.
-Ay madre no quiero ser chismoso, pero esa monjita ya van varias veces que sale del convento y se mete al hotel -miente don Tomás.
-Ay don Tomás qué ocurrencias, yo creo que esto debe tener una buena explicación, la hermana nos lo aclarará.
Ay diosito, que no sea lo que pienso.
-Buenas noches joven, creo que una de mis monjas está dentro de su hotel, pasaré a buscarla.
-Se dirige al joven de la recepción sin detenerse y poniendo los pies en las escaleras.
-Abran sé que están ahí -dice la madre modulando la voz intentando mantenerse discreta, inútilmente pues los chismosos ya se han asomado para verla parada frente a la puerta. . .
No y no hermana lo que usted dice no es así, el padre Mateo no abusa de los pequeños, ¿Cómo? ¿Usted lo ha visto? Pero hermana eso que me pide es anormal, nosotras nos debemos a Dios en cuerpo y alma cómo le voy a permitir semejante aberración. . .
Ay Dios mío qué complicada decisión pero todo sea por mantener a tu santa iglesia unida.

Continuara...

Texto agregado el 24-08-2011, y leído por 113 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
24-08-2011 Se complica cada vez más. Emocionante kone
 
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