LA GRAN VERDAD

Muy en el fondo y a pesar de que se lo negara a sí misma y a los demás, Catalina era una romántica incorregible, una de las GRANDES VERDADES que había podido comprobar a través de sus experiencias y las de sus conocidas, era que emocionalmente ninguna mujer pasaba de los 18 años, por mucho que su edad cronológica siguiera avanzando, su edad emocional seguía estancada en una adolescencia eterna. Y ya podían las feministas y las liberadas salir a desmentir eso, pero la verdad era la verdad y Catalina realmente no estaba interesada en polemizar acerca de algo que era un hecho innegable. Su caso era el caso de miles, millones de mujeres en el mundo actual, profesionalmente exitosas, atractivas, jóvenes y sexualmente activas o al menos eso intentaban, que mientras más interesantes y exitosas fueran más solas estaban, pareciera que el éxito alcanzado fuera inversamente proporcional a la capacidad de tener una relación estable, era como si algún mago perverso les hubiera concedido a las mujeres de su generación el poder de hacer realidad casi todos sus deseos, excepto el de tener el amor, nunca antes en la historia las mujeres habían tenido tanto control sobre sus propias vidas y nunca antes habían estado tan inseguras e inestables. En pocas palabras, tenían todo para ser felices, pero sentían que en ese mundo perfecto algo quedaba faltando, una cosa pequeña, o quizás no tanto.