Pedro va hacía su casa después de machacarse en el gimnasio durante horas. Hace meses que cambio de vida, la barra del bar y sus colegas de siempre por el mundo de las pesas y el culto al cuerpo.
Atrás quedó la tripa cervecera, las tapas que tanto degustaba y esas raciones con las que ahora tan solo se permite soñar. Ahora su mundo es el de los carbohidratos y las proteínas que mantienen este nuevo cuerpo.
Al llegar a casa algo le golpea la cabeza,Pedro cae al suelo, inconsciente. es una maceta de geranios que cae de la ventana de su vecina. Hay un tiempo que se pierde en su cabeza, de que no tiene ninguna noción. El tiempo de la ambulancia y el hospital, el reconocimiento y todas esas pruebas que le hacen.
Por la noche nota como su cabeza se recupera, los recuerdos acuden y la suave sensación de vacio se disipa. En su lugar hay un apetito voraz y una sed infinita de espuma blanca y líquido dorado, el gustazo de ese pincho de tortilla.
Abre los ojos y lo primero que ve es a una enfermera que le observa y le toma el pulso. Le sonríe y ve sus ojos, ojos de miel como la cerveza.
De pronto se da cuenta que la vida le está brindando un gran oportunidad, que esta chica le va a acompañar durante mucho tiempo.
-Mira donde me ha llevado la vida sana, le dice.
-¿ Y eso?, ¿Te has caído corriendo?.
- No, venía del gimnasio y algo me ha caído encima.
- Creo que se a que te refieres, eres el de la maceta.
- ¿Maceta?
-Si, llevabas encima un macetón de geranios.
-¡ ah, claro, un tiesto de la tres trapos.
- Tres trapos, ¿y quién es esa?
Mi vecina, la llamamos así porque siempre que tira la basura en vez de coger las llaves sale con tres trapos.
-Lo siento, estoy perdida.
Es complicado de explicar, pero imagínate una mujer que sale de su casa con la bolsa de la basura en una mano y tres trapos en la otra. Según va saliendo por la puerta de su casa pone uno de los trapos para que no se cierre la puerta, los otros son para las puertas de los portales.
La chica se imagina la escena y se perta de risa, empiezan las presentaciones.
Ella se llama Ana y Pedro está cada vez más enamorado. Ahora le cuenta como esta buena mujer es una gran amante de las plantas pero la pobre no tiene ninguna mano para cuidarlas. Le dice como convenció a todos los vecinos para llenar todos los portales y el patio de vecinos de plantas pero que pronto todas se murieron y como las fue suplantando por flores de los "chinos". Ana se partía de risa.
-Entonces los geranis son los únicos superviviente¿no?.
- Seguramente y sabes, creo que resistieron para que un día me abrieran la cabeza y así poderte conocer, le dijo mientras le tocaba la mano.
Al día siguiente irán juntos al bar de siempre a disfrutar de una buena cerveza helada.