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La luz difusa y brillante del atardecer inundando los cristales me traía siempre vagas imágenes de una infancia casi olvidada. Tenía seis años cuando nos mudamos a la ciudad y nunca había regresado a ese primer hogar de grandes ventanas con vidrieras pobladas de hadas, gnomos, demonios y fuera, aquel inmenso tapiz de césped, paleta con verdes nuevos cada día creados por los rayos del sol.
Quien aprende a jugar con la luz, descubre un gran placer. Es fácil comprobar como un ligero cambio de tonalidad es capaz de distorsionar formas, variar estados de ánimo o conducirnos a diferentes emociones, igual que la música con sus tonos y semitonos. Este descubrimiento guio mi profesión, pintora. Dicen que lo más valioso de mis cuadros sin los matices que consigo con originales mezclas. “La pintora con cristales verdes en los ojos” han llegado a denominarme los críticos. (¡Qué vergüenza!)
Supongo que todos alguna vez nos sentimos tan perdidos que instintivamente buscamos los lugares, las gentes, los recuerdos de nuestra niñez, como si en ella fuéramos a encontrar las claves y los porqués. Y esa fue la razón por la que una mañana cogí el coche y después de recorrer ciento treinta kilómetros me planté en Tarajil, el lugar de mis primeras visiones.
Al entrar en el pueblo me di cuenta de que no era como esperaba. No existían allí grandes expansiones de césped, solo había hileras de viviendas empobrecidas y descuidadas. Llegué a la puerta de mi casa, no me apenó que la madera estuviera avejentada, es que no había lugar en ella para aquellas enormes vidrieras de coloridos y mágicos seres que vivían en mi memoria. Pude asomarme a una de las pequeñas ventanas de aquella casa abandonada y dentro solo había una habitación con la cocina y un pequeño baño… todo vencido por el paso del tiempo. Allí no estaban mis recuerdos, ¿de dónde salían entonces?
Estaba decepcionada, triste, vencida como aquella casa. Necesitaba un chicle de menta extrafuerte, Así que fui a una tiendita cercana. Había una señora mayor, vestida con un traje largo de flores y y unos zapatos rojos. Al girarse se me quedó mirando, enseguida noté emoción en su mirada y en su cuerpo:
- Eres tú Yaiza. ¡Sí eres tú!. Y sin más explicación me dio un entrañable abrazo que, lejos de hacerme sentir incómoda, me devolvió un calor olvidado.
- Disculpe señora, pero…
- No sabes quién soy ¿verdad? Era tu vecina. Pasabas días en mi casa mientras tu madre iba a trabajar. Claro ¿cómo te vas a acordar? -Decía mientras me daba otro achuchón-
- ¿Cómo me ha reconocido? Han pasado muchos años.
- Uno siempre identifica los rostros que ama, del tuyo no ha desaparecido la expresión de asombro que tanto adoraba.

Enseguida me invitó a su casa a tomar un café. Yo acepté encantada, porque creí que allí encontraría los paisajes que iba buscando. Sin embargo la vivienda era igual de pobre que las demás. Nos sentamos en la mesa de la cocina, ella preparaba un café y sacaba el queque, no paraba de hablar, se sentó y comenzó a hablarme de personas, historias, anécdotas que yo no lograba ubicar…
Llamó mi atención una ventana cerca del salón, la señora se dio cuenta de que la miraba sin parar.
- Te gustaba mucho sentarte ahí y mirar por la ventana antes de la siesta. ¿Recuerdas el conjuro del césped?
- ¿El conjuro del césped? No lo recuerdo.
- A ver si te suena Que la luz venga a jugar
• Con esas briznas de hierba
• Que haga con ellas la alfombra
• En la que habiten seres de magia
• Que esculpa en los cristales
• mundos de colores alegres
• Y que este cuento te lleve

- a una vida bella. -Respondí yo el último verso-.
- Era lo que recitábamos cada día antes de que me contaras un cuento y yo me iba quedando dormida mientras miraba por esa ventana ¿verdad? Eres Fefa.
Ella reía y reía y yo me sentía maravillada. Entonces le devolví el abrazo. Estuvimos hablando durante varias horas. El túnel de la memoria se hacía cada vez más claro. Al despedirme me dijo:
- Entonces ya lo sabes ¿no? El césped y el cristal son juguetes de la luz, y la luz es tu juguete.
Sonreí y me fui con algunas respuestas y una maleta repleta de melancolía.




Texto agregado el 30-06-2011, y leído por 114 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
04-07-2011 k lindo!!! magoazul
30-06-2011 Primera vez que te leo y me ha gusatdo mucho tu forma de narrar******** jagomez
30-06-2011 Hermoso cuento, lleno de fantasía y melancolía.Saludos teresatenorio50
 
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