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experiencia que vivieron mis padres; mienstra mi persona andaba en el centro de la guerra,




Papas de Chernóbil

En el año 86 vino a Boaco un cargamento de papas procedentes de los países comunistas. Hacía poco tiempo que había sucedido el desastre radioactivo de la planta de Chernóbil, ciudad de Ucrania al que la prensa mundial le dio una gran cobertura.

En Boaco se corrió el rumor de que esas papas estuvieron bajo el efecto de radiaciones y que por consiguiente resultaba peligroso cocinarlas y comerlas. A pesar de que los puestos de distribución estatales hicieron todo lo posible por convencer a la población de que ese rumor era falso, la gente no se tragó la píldora.

Nadie se comió ni una papa y el gobierno las mandó a retirar.



Sardinas de otros mares

La cocina nicaragüense es una cultura, como cualquier cocina del mundo. Nuestro paladar, desde la infancia, se va acostumbrando a los sabores y olores de la comida, de tal manera que si cerramos los ojos y sentimos el aroma del alimento preparado, podemos afirmar con toda seguridad de qué comida se trata.

En la alcaldía de Boaco, al principio del Gobierno de doña Violeta, había un cuartito que servía de bodega y allí se encontraban, regadas en el piso más de un mil latas de sardina, procedentes de los países de Europa Oriental.

La administración anterior no las dejó allí por congraciarse con las nuevas autoridades municipales, sino por una razón muy poderosa; La población y especialmente la gente pobre rechazaban esas sardinas en aceite porque tenían un sabor muy feo, como a manteca rancia, y el paladar de los boaqueños no estaba preparado para ingerirlas.

Esa donación venida de Rusia, producto de la pesca en el Mar de Barents, en el Océano Ártico, hubo que tirarla a la basura, pues culturalmente no era aceptable.





El huracán Juana

“¿Qué dios fluvial
decretó esta agonía?”

El 11 de Octubre de 1988, los diarios informaron de una tormenta tropical que se formaba cerca de las Antillas Menores.

Una semana más tarde se dio la alarma en Panamá, Costa Rica y Nicaragua, pues el huracán llamado Juana se dirigía hacia estos países, tocando la costa este de Nicaragua.

El día 19, Costa Rica evacuó a los enfermos y ancianos que se encontraban en Puerto Limón, hacia sitios más seguros.

El 20 de Octubre supimos que el Huracán se encontraba a 400 km de nuestras costas y el Gobierno Sandinista decretó el estado de emergencia y podría hacer uso de todos los medios a su alcance (requisar vehículos particulares, ocupar las casas que fuera necesario y hacerse de todos los alimentos y medicamentos que se pudieran necesitar según lo estipulaba la Ley de Emergencias, aprobada hace poco tiempo. Boletines y noticias solo podrán ser emitidas por el gobierno.

En Boaco, fueron silenciados los teléfonos desde ayer a las 2 pm.

El día 21, nos informan que el huracán se encuentra a 250 km de la Costa Atlántica. Que evacuarán unas 1.500 personas de San Carlos, Río San Juan y las traerán a Boaco. Serán alojadas en las escuelas de la ciudad.

Para que el huracán no nos agarrara desprevenidos, fui a comprar gas propano y no hallé en ninguna distribuidora. La población se queja de que no hay botellones de agua purificada, que el teléfono sigue sin funcionar y que el camión recolector de basura tiene días de no pasar. Además los vehículos están con el tanque vacío de gasolina y no hemos podido conseguir kerosín para las lámparas tubulares.

La noche del 22 de Octubre, el huracán azotó Corn Island. Arrancó techos de casas, oficinas, tiendas, iglesias, etc. Y más tarde \, el huracán llegó a Bluefields.

En la mañana del 23, entraron a Boaco, ateridos de frío y calados hasta los huesos, por las incesantes garúas, los primeros refugiados llegados de las Costa Atlántica y fueron alejados en el Colegio San Vicente. Camiones del ejército trajeron desde ayer quintales de granos básicos y los guardaron en la Casa de la Cultura, antiguo Club Social de Obreros.

Más o menos a mediodía, fue suspendido el servicio eléctrico en la ciudad. Como ya estábamos sin luz, sin teléfono, sin combustible para los vehículos, sin agua pura, sin kerosín, etc., la gente comenta que estamos sintiendo los efectos del Huracán Sandinista.

Después de mediodía, se realizó la evacuación de los enfermos del hospital José Nieborowski, ya que el viejo edificio, construido en 1919, no ofrece garantías de seguridad. El servicio de Pediatría fue trasladado al Centro Parroquial. Los servicios restantes fueron alojados en el Centro de Salud Ramón Guillén N. Las incubadoras, por falta de energía eléctrica, no funcionaban.

En los patios de las escuelas comenzaron a cavar zanjas para las letrinas, cuando ya había muchos refugiados en esos sitios.

Desde las 4 pm del 22 de Octubre, están cayendo chaparrones incesantes y las personas se movilizan en busca de los alimentos básicos, pero lo que se halla es escaso y caro. El gobierno en los comunicados oficiales orienta a usar kerosín (que no hay), lámparas de mano y radios de batería, a hervir bien el agua y alejarse de los sitios bajos que pueden resultar inundados.

El precio de los cigarros subió en un 100%.

A las 3 pm las ráfagas del viento fueron cada vez más fuertes. Los árboles de mi jardín se mecían tanto que tuve temor de que se quebraran y cayeran sobre el techo. No hubo lugar de los corredores que se libraran del agua y del viento. Los adornos de pared, como pinturas y fotografías, cayeron al suelo con estruendo, igual que los floreros de las mesas. El agua se colaba por debajo de las puertas. Una maceta, que pesaba como 20 libras, fue volcada por el viento. El alto ciprés se inclinaba peligrosamente sobre el techo de la botica. Volaban las láminas de zinc de las casas vecinas, cayendo en el suelo con gran estrépito y continuaban dando volteretas sobre los adoquines de las calles. Aparecieron goteras nunca antes vistas y el segundo piso de mi casa se mojó tanto como el primero. El viento soplaba a 120 km por hora. El clímax del huracán sucedió entre 4:00 y 4:30 pm cuando el viento y la lluvia atacaban sin piedad. A las 5:00 amainó el viento y comenzamos a escurrir el agua de las salas, dormitorios y corredores Oscureció rápidamente y encendimos dos quinqués, escasos de kerosín. A las 8:00 pm ya no soplaba el viento, pero continuaba lloviendo. Nos armamos de valor para ir a ver a nuestros familiares cercanos. Todos tenían algo que lamentar. En casa de mi madre, cayeron los árboles frutales que mi papá había sembrado: jocotes, papayas, limones, naranjas agrias, etc. El viejo ciprés que él plantara hace 25 años fue arrancado de cuajo y cayó sobre el techo de la casa, sin causar mucho daño. Frente al hospital se vino al suelo un poste del tendido eléctrico; el colegio San Vicente perdió parte de su techo. En las calles se miraba antenas de TV caídas y se vinieron al suelo dos viejos árboles del parque. Nos acostamos rendidos y mojados, pero con la esperanza de que mañana iba a ser un día mejor.

No recuerdo si cenamos.

Al día siguiente, 23 de Octubre, brigadas de electricistas se dedicaron a reparar los daños sufridos en el tendido eléctrico. En total, fueron 31 horas de lluvia continua de moderada a gran intensidad. Como el servicio de energía eléctrica no había sido restablecido, se esperaba una gran pérdida de alimentos que necesitaban refrigeración. En la noche se restableció el alumbrado en toda la ciudad y logramos ver en la televisión la destrucción de Bluefields y Rama.

El pueblo comenta que todo esto es Castigo Divino, nombre de la última novela de Sergio Ramírez, vicepresidente de la República, porque Daniel Ortega, el presidente, dijo que el Cardenal Obando era un fariseo a quien Jesús podría sacar del templo a latigazos.





Escasos de alimentos y juego de nombres propios.

En los años 80, durante el primer gobierno sandinista, se escasearon los alimentos en nuestro país y también la ropa, el calzado, los detergentes, los cuadernos y libros, etc.

Los campesinos que traían sus productos al mercado de la ciudad, eran despojados a la entrada del pueblo, por agentes gubernamentales escogidos para el caso.

Lucia Chavarría, la joven que atendía la cocina de mi casa recorría las calles buscando una cuajada, un pipián, un repollo, unos huevos, etc.

Había ventas que estaban ligeramente abastecidas porque sus dueños eran propietarios de pequeñas fincas y lo que vendían eran productos de su propia tierra y de sus esfuerzos. En ellas, a veces, se podía comprar lo que no se conseguía en las otras pulperías.

En una ocasión, salió Lucia a buscar una media libra de queso semiseco, y se le recomendó que fuera a esas ventas donde era posible hallar lo que uno buscaba.


A Lucia se le dijo: Anda a buscar el queso donde Mincho, o donde Mencho o si no donde Moncho.

Con estos simpáticos sobrenombres nos referíamos a don Ramón Barquero, a don Benjamín Obregón y a don Mercedes Salinas.

Todos ellos tenían la gentileza de apartar y reservar para los clientes fijos un poco de queso, una media docena de huevos, algunas sardinas en lata, etc.

Y aunque pasen los años, los recordamos con simpatía y agradecimiento.

Texto agregado el 03-06-2011, y leído por 126 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
23-02-2013 Admiro tu constancia para recordar y dejar testimonio escrito, que pena no sigas escribiendo... Naiviv
04-06-2011 Muy buen relato. Recuerdos imposibles de borrar y para quienes te leemos situaciones que uno puede imaginar pero nunca, nunca , tal como quien las ha vivido. Vuelo de estrellas y un beso de luz, Ma.Rosa. almalen2005
03-06-2011 ¡Muy bueno! Saludos. pablopistoia
 
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