No es Verona la que sangra tras sus mil funerales.
No es París la que celebra sus noches de boda.
Duelos. Miles de vidas que sucumben ante el amor, miles de corazones que dejan de latir.
Una princesa, dos amantes, un ganador, un perdedor, una historia, mil versiones, mil pasiones, mil cánticos, mil poemas…
Duelos a espada, a pistola, alma contra alma, corazón contra corazón.
Cuando el amor y el odio son uno y la sangre corre por ambas manos.
Es la vida la que pierde sus alas tras los romances malditos y desenfrenados.
Los labios que sentencian el final con dulces palabras, las manos que empuñan el destino de sus vidas.
Una promesa eterna para luchar por la vida pasajera.
El amor que impulsa una masacre.
Homicidios gratuitos por un amor que… ¿lo vale?

‘‘Oh, que por ti yo muero, y perezco cada día
Que por ti desafío hasta al cielo mi ángel sin alas, mi cielo azul
Mi espada me traerá la victoria y derribará los muros que nos separan’’

Duelos en las calles de la ciudad sangrienta…

‘‘Espera amor mío que el amor nos da alas’’

Sangre en las manos de los amantes…

‘'Cada día que nos separa… mi espada los vengará’’

Uno cae y el otro se alza… por amor… amor que será maldito por los siglos, por cada corazón al que se le ha privado la vida.
La tierra y el cielo vieron morir a cuántos tras los duelos… impulsados por el amor sin razón de miles…