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Inicio / Cuenteros Locales / rocayosa / El condenado a muerte.

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Cuando le dije a mi niño: GotoAndPlay (“escena vecino”, 3); éste salió corriendo para lo de Gustavo, el menor de tres hermanos, para así pasar la tarde en lo de su compañerito de banco y también vecino de toda la vida. Apenas si soy estudiante de diseño web y ya mis acciones afectan a toda la película de mi destino.
No obstante la alegría de vivir que tengo a los cincuenta y tres años, me invade un conflicto interior bastante importante, siento que poco a poco una enfermedad va ganado terreno, espacio en mi cuerpo, pudiendo observar como mi mente se va deteriorando de una manera constante.
Voy a obviar ir al médico, tengo el presentimiento de que me irá peor si me vinculo con la ciencia.
Creo que voy a buscar ayuda en los amigos, más, intentaré internarme en algún campo, donde pueda estar alejado de la gente.
Es evidente que se trata de un enfermedad progresiva, lo que significa de debo apurarme en encontrar un refugio seguro.
Tomaré ese taxi libre, entonces iré a verlo a Máximo, el tiene mucho respaldo pues el padre es un terrateniente importante. Voy a pedirle me adjudique una casa pequeña, aunque sea de barro, o si no, me la hago yo, como para pasar mis últimos días.
Damos vueltas por toda la ciudad pero nunca llegamos a ninguna sitio, por mi parte, no recuerdo si he estado callado todo el tiempo o por el contrario le vengo dando indicaciones a viva voz a éste pobre hombre, con alto volumen, cuando yo siento que son mis pensamientos en el más hermoso silencio.
Pero él, muy atento conmigo, no deja de mirarme y cabecear como un caballo. Ahora está sonriendo y me pregunta si tengo con que pagar.
Yo le respondo que no me siento bien, que en este momento no recuerdo siquiera mi nombre.
Pero que no se preocupe pues aquí tengo una cartera de cuero con dinero y documentos.
Finalmente se detuvo en la comisaria y me hiso detener para que me revisen de la salud mental.
Con lo cual estoy internado en un psiquiátrico en franca recuperación.
Pero aun así no me engaño, aunque nadie lo sospeche, la enfermedad sigue su ruta del mal, se que pronto deberé partir.
Debo partir y hacer páginas Web en la selva.

Texto agregado el 13-04-2011, y leído por 117 visitantes. (1 voto)


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